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El gobierno francés estudia “todas las opciones”, entre ellas decretar el estado de emergencia, tras una tercera noche de disturbios, en reacción al joven baleado por la Policía, que dejó cerca de 875 detenidos y unos 250 agentes heridos.
Edificios públicos atacados, tiendas saqueadas, vehículos incendiados. Muchas ciudades de Francia, en especial en la región de París, vivieron de nuevo violentas protestas nocturnas, pese a los 40.000 policías y gendarmes desplegados.
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El presidente centrista, Emmanuel Macron, convocó una reunión de crisis a las 13H00 (11H00 GMT) en París, la segunda en dos días, que lo obligó a acortar su participación en una cumbre en Bruselas con sus homólogos de la Unión Europea.
“Examinaremos todas las opciones con una prioridad en mente: el regreso del orden”, avanzó su primera ministra, Élisabeth Borne, a quien se le preguntó sobre la posibilidad de instaurar el estado de emergencia durante una visita a una comisaría al sur de París.
Desde el martes, cuando estallaron los disturbios, la derecha y la ultraderecha reclaman esta decisión que permite a las autoridades administrativas tomar medidas excepcionales, como la prohibición de desplazarse.
“[Lo] pedimos porque hoy la violencia ha alcanzado tales proporciones que tenemos que actuar inmediatamente y (...) ser extremadamente firmes”, dijo Sébastien Chenu, del partido ultraderechista de Marine Le Pen. Su rival Éric Zemmour fue más allá y reclamó en la radio Europe 1 una “represión feroz” contra los autores de la violencia.
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En 2005, el gobierno del entonces presidente conservador, Jacques Chirac, declaró el estado de emergencia tras diez días de disturbios en los suburbios por la muerte de dos adolescentes cuando huían de la Policía. Sin embargo, el gobierno duda. El ministro de Ciudad, Olivier Klein, indicó este viernes que esto significaría reconocer un “fracaso”.
En la tercera noche de disturbios, la Policía detuvo a 875 personas
La violencia estalló el martes en los suburbios de París y se extendió por Francia tras la muerte de Nahel, de 17 años, por un disparo a quemarropa de un agente durante un control de tránsito en Nanterre, al oeste de la capital.
Los hechos relanzaron el debate recurrente de la violencia policial en Francia, donde en 2022 trece personas murieron en circunstancias similares a las del joven, y, junto a las imágenes de la tragedia, incendiaron las calles desde entonces.
La pasada noche, varias tiendas del centro comercial Les Halles y en la turística y comercial calle Rivoli, que lleva al museo Louvre, en París, fueron “vandalizadas”, “saqueadas” o “incendiadas”, dijo un alto cargo policial.
Los participantes en las protestas también atacaron por segunda noche consecutiva comisarías, como en Pau (suroeste), ayuntamientos, como en Lille (norte), o escuelas, como en Amiens (norte).
En el barrio Pablo Picasso de Nanterre, donde vivía Nahel, la tercera noche de altercados dejó de nuevo vehículos incendiados, disparos de cohetes e incluso una sucursal bancaria incendiada, constató una periodista de la AFP.
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Así, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, informó de la detención de 875 personas, entre ellas 408 en París y sus suburbios, del ataque a 492 edificios, la quema de 2.000 vehículos y 3.880 incendios en las calles durante la pasada noche.
El llamado de la ONU
La justicia decretó prisión preventiva por homicidio voluntario para el agente de 38 años, autor del disparo, quien, según su abogado, estaba “extremadamente conmocionado” por la violencia del video de los hechos.
“Las primeras palabras que pronunció eran para pedir perdón y las últimas palabras que pronunció eran para pedir perdón a la familia” de la víctima, declaró el letrado Laurent-Franck Liénard en la cadena BFMTV.
Mounia, la madre de la víctima, dijo en la cadena France 5 que no culpaba a la policía, sino solo al agente que le quitó la vida a su hijo, ya que “vio un rostro árabe, un joven, y quiso arrebatarle la vida”.
El jueves en Nanterre, una marcha en homenaje a Nahel, en la que participaron 6.200 personas, también sirvió para hacer oír la rabia y el miedo contra las fuerzas del orden, vistas como racistas y violentas.
“Es el momento de que el país aborde seriamente los profundos problemas de racismo y discriminación racial entre las fuerzas de seguridad”, declaró este viernes Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Alemania también expresó su “preocupación” por lo que ocurre en su país vecino.
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