Guerra en Ucrania: dos años de periodismo en el exilio (Opinión)
El ruso Viacheslav Dvornikov, o Slava, como algunos lo conocen, relata en esta columna cómo ha sido ejercer su oficio, el periodismo, en los dos años que lleva en el exilio, a causa de la guerra en Ucrania.
Viacheslav Dvornikov
A principios de marzo de 2022, en la segunda semana de la invasión a gran escala de Ucrania, el Parlamento ruso pasó una ley que impone una pena de cárcel de hasta 15 años a todo aquel que, de forma intencional, divulgue lo que se conoce como “noticias falsas” sobre el Ejército. Eso parecía una advertencia para todos los periodistas independientes que se negaban a llamar a la guerra una “operación militar especial”, que es el término que el Kremlin ha insistido en utilizar, forzándolos a citar únicamente los comunicados de prensa del Ministerio de Defensa ruso.
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Ese fue el momento en el que, junto con mis colegas y otros cientos de periodistas, decidí dejar Rusia y continuar con mi trabajo en el exilio. Riga (Letonia), Vilna (Lituania), Berlín (Alemania) y Tiflis (Georgia) se convirtieron en los lugares desde donde reporteros y editores siguieron adelante con sus oficios, transmitiendo hacia Rusia. Yo me quedé en Georgia.
The Bell, donde trabajo, es el último medio empresarial independiente que queda. Pero, a pesar de su relativo tono moderado, su editor en jefe y otro de sus editores fueron catalogados por el Gobierno ruso como “agentes extranjeros”. Esta denominación no solo tiene connotaciones negativas al estilo soviético, sino que efectivamente asusta a los anunciantes. Esa es solo una de las formas en las que el Kremlin está tratando de hacer que los medios independientes luchen por dinero.
Tiempo después, nuestro sitio web fue bloqueado allí. Entonces, tuvimos que repensar nuestra estrategia de negocio. Lanzamos un boletín semanal por correo electrónico para inversores minoristas, dirigido a la antigua y nueva diáspora rusa con dinero. Introdujimos un muro de pago, que ya se ha convertido en una de nuestras principales fuentes de ingresos, así como también lo han hecho las donaciones de nuestros lectores.
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Esto nos ayudó a sobrevivir y continuar con nuestro trabajo, a realizar investigaciones y suministrar al pueblo ruso noticias y opiniones diferentes a la propaganda. Por ejemplo, entrevisté a Michael Waltzer, el teórico de las guerras justas e injustas, sobre la justicia del ataque ruso. También hablé con varios analistas de guerra sobre las tácticas y estrategias del Ejército ruso, y con Timur Kuran, sociólogo responsable de desarrollar la “teoría de la falsificación de las preferencias”, a quien le pregunté qué estrategias podría utilizar la oposición rusa para unir a la gente dentro del país.
Durante los últimos dos años nuestro trabajo ha sido “sobrevivir y no dejar que nuestros lectores se asfixien”, dijo Ivan Kolpakov, editor en jefe de Meduza, uno de los sitios web de noticias que trabaja desde el exilio. Eso es exactamente lo que hemos estado haciendo durante este tiempo y probablemente continuaremos haciéndolo por un período de tiempo indefinido.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
*Esta es una traducción de la columna que el periodista envió a El Espectador en inglés.
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Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com
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