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El crimen lo conocimos por primera vez hace poco más de una semana, cuando Iryna Venediktova, la fiscal general de Ucrania, publicó en su cuenta de Facebook que soldados rusos mataron a un hombre desarmado y violaron más de una vez a su esposa en la región de Kiev. The Times of London publicó el relato de la mujer el 28 de marzo: “Grité, ¿dónde está mi esposo? Luego miré hacia afuera y lo vi en el suelo junto a la puerta. Este joven me apuntó con un arma y dijo: ‘Le disparé a su esposo porque era nazi’ (...), luego me pidieron que me quitara la ropa”.
Aunque la pregunta podría parecer obvia, más aún en un contexto violento en el que las mujeres no tienen garantías de seguridad, y con una institucionalidad prácticamente truncada por el invasor, es inevitable pensar: ¿por qué violan a las mujeres en la guerra?
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“Esa pregunta ha estado en el corazón del movimiento feminista internacional por al menos 40 años. Y, además, habría que agregarle: por qué ocurre de manera tan frecuente y en contextos que en un principio son sumamente disímiles. Y es que vemos que se repiten patrones en los que el cuerpo de las mujeres aparece como una suerte de territorio adicional al campo de batalla”, le dijo a este diario María Daniela Villamil, profesora de derecho internacional y género de la Universidad Externado.
Aunque sabemos que no hay una respuesta exacta, entender lo que la violencia contra la mujer representó en algunas de las grandes guerras fue lo que, en su momento, “ayudó a categorizar este crimen dentro del derecho internacional y a reconocer que la violencia sexual debe entenderse como tortura, como un trato cruel, inhumano y degradante. En ese punto se empieza a concebir este tipo de violencia como un crimen de lesa humanidad que va en contra de la integridad física y personal de las mujeres, lesionando sus derechos humanos”, le comentó a este diario Alma Beltrán y Puga, profesora de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario.
Y cobra aún más relevancia cuando sabemos que este tipo de violencia ha ido de la mano de cientos de conflictos armados en la historia, y la invasión rusa a Ucrania parece no ser la excepción.
“Lo que estamos escuchando de conocidos de sobrevivientes en el país es horrible”, comentó Kateryna Busol, asociada de Chatham House y abogada ucraniana, a The New York Times. “Me han descrito incidentes de violación en grupo, violación frente a niños y violencia sexual luego del asesinato de miembros de la familia”, agregó. De hecho, no hay que olvidar que las fuerzas rusas han perpetrado este tipo de agresiones en otros conflictos. Amnistía Internacional, por ejemplo, denunció casos de violación en grupo por parte de las fuerzas rusas de mujeres chechenas embarazadas en 2002, tras redadas militares en sus hogares.
Esto en un contexto que de por sí ya era complicado: según un estudio de 2019, realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, aproximadamente el 75 % de las mujeres ucranianas informaron haber experimentado algún tipo de violencia antes de los 15 años, y el 30 % informó violencia física o sexual directa. Ahora, ¿qué dicen las expertas sobre la violencia sexual en medio de una guerra?
Cuando se abrió el debate, como lo comenta Villamil, había un rasgo que compartieron dos conflictos que, en un principio, eran distintos, pero que fueron claves para empezar a hablar de la agresión sexual en el derecho internacional. “La violencia sexual se utilizaba como un arma de guerra que buscaba cumplir otros propósitos que estaban en el corazón del conflicto. En el caso de Ruanda, por ejemplo, fue la limpieza étnica de los tutsis o de los hutus moderados. Y en el caso de Yugoslavia, la eliminación de la población serbio-bosnia musulmana”, comentó la experta.
Algo similar escribió la analista Ruth Seifert sobre el caso de la antigua Yugoslavia: “Los crímenes de guerra contra las mujeres destruyen su existencia física y psicológica y, además, dañan la cultura y la identidad colectiva de todo el grupo, etnia o nación atacada”. Mientras que las expertas Jennifer Turpin y Lois Ann Lorentzen escribieron hace algunos años que “la crueldad de la violación en estos escenarios se ve reforzada porque, a los ojos del delincuente, la víctima simboliza al enemigo”.
Villamil añade que, en el caso de Ucrania, pareciera que hay una intención muy clara que tiene que ver con los catalizadores de la guerra misma: “Es una guerra identitaria, con un discurso sobre la ‘desnazificación’ y unas ambiciones imperiales de muy vieja data. Sin embargo, de fondo hay otras razones, y se trata de cómo estos escenarios permiten que los hombres hagan lo que en condiciones de normalidad no podrían hacer, que es violar a las mujeres con impunidad”, sostuvo la experta.
Agrega que estos tipos de violencias no siempre se cometen con el propósito de perpetrar una limpieza étnica o de castigar al enemigo. “Los hallazgos de muchos años de investigación del movimiento feminista en Colombia, en el marco del conflicto armado, arrojan que este tipo de violencia tiene una variedad impresionante de fines que se comenten en diferentes formas y contextos, y que es perpetrada por todos los actores del conflicto, incluso en escenarios en los que no hay disputa territorial”, comentó la experta.
Pese a estas variaciones, es un acto que sigue repitiéndose con frecuencia. “Todo parece indicar que, como lo han dicho muchas activistas y académicas, es una manifestación de unas relaciones desiguales de poder que existen con antelación al conflicto, y que la guerra refuerza”, explicó la experta.
La violencia sexual y el reclutamiento
Dara Kay Cohen, profesora de la Universidad de Harvard, escribió hace unos años que la violencia sexual no debe entenderse simplemente como algo inevitable durante un conflicto, “ahora es ampliamente reconocido como un importante problema de seguridad internacional”.
Y es que ella sostiene que la forma de reclutamiento está relacionada con las agresiones sexuales en contextos de guerra. “La violación, especialmente en grupo, permite a los grupos con combatientes que fueron reclutados por la fuerza crear lazos de lealtad en un contexto de miedo y desconfianza”, escribió Cohen. Villamil aseveró que, por lo general, muy rara vez quien está combatiendo es un soldado profesional. “Eso es evidente en lo que está pasando en Ucrania por parte de ambos bandos, y tiene consecuencias, pues la profesionalización de los ejércitos ha sido vista por mucho tiempo como una de las herramientas principales para evitar violaciones a derechos humanos en general”, añadió.
Tampoco hay que olvidar que el contexto en el que viven las tropas es clave. “Y aquí hay que ver si la formación tiene la capacidad de derrotar los aprendizajes culturales. ¿Un ejemplo? La guerra en el norte de Irak, cuando el califato invadió en 2013, vimos atrocidades contra las mujeres yazidíes, un asunto que tiene que ver con un código cultural sobre cómo se violenta el cuerpo de las mujeres en distintos territorios”.
A lo que habría que decir sobre el posible reclutamiento de soldados sirios por parte de Putin. “Las fuerzas sirias cometieron violaciones y torturas sexuales sistemáticas contra la población civil y los detenidos todos los años desde 2013 hasta 2017 en la guerra civil siria. Podrían traer esa práctica con ellos a Ucrania”, comentó Esther Hallsdóttir, de la Universidad de Harvard, al Washington Post. “La historia reciente de Rusia de violencia sexual relacionada con el conflicto en Ucrania y la falta de cohesión dentro de las fuerzas armadas rusas se encuentran entre los signos más preocupantes”, concluyó la experta.
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