La crisis de los misiles en la guerra en Ucrania, explicada
Occidente y Rusia se preparan para una nueva escalada en Ucrania, ahora con misiles balísticos iraníes en el tablero. Mientras, se debate si Kiev debería recibir luz verde para atacar territorio ruso con armas de largo alcance.
Dos debates simultáneos y entrelazados volvieron a calentar la guerra en Ucrania. De un lado, Occidente revisa qué puede hacer ante las sospechas de que Irán le haya entregado misiles balísticos de corto alcance a Rusia, los cuales cambian las condiciones en las áreas de la retaguardia ucraniana. A su vez, también se estudia si se deben levantar las restricciones para que el Ejército ucraniano pueda lanzar ataques de largo alcance sobre territorio ruso. ¿Cómo llegamos a esto?, ¿qué impacto tiene sobre la guerra y a dónde nos puede conducir? Despejaremos todas esas dudas.
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Dos debates simultáneos y entrelazados volvieron a calentar la guerra en Ucrania. De un lado, Occidente revisa qué puede hacer ante las sospechas de que Irán le haya entregado misiles balísticos de corto alcance a Rusia, los cuales cambian las condiciones en las áreas de la retaguardia ucraniana. A su vez, también se estudia si se deben levantar las restricciones para que el Ejército ucraniano pueda lanzar ataques de largo alcance sobre territorio ruso. ¿Cómo llegamos a esto?, ¿qué impacto tiene sobre la guerra y a dónde nos puede conducir? Despejaremos todas esas dudas.
Irán y los misiles de corto alcance para Rusia
El martes, Estados Unidos acusó formalmente a Irán de proveer misiles balísticos de corto alcance a Rusia. Son cuatro tipos de misiles: Ababil, Fath-360, Fateh-110 y Zolfagahar. Las sospechas de que esto ocurría surgieron desde octubre de 2022, pero esta es la primera vez que Washington tiene evidencia creíble de los envíos de armamento.
“Esto significa que cada vez hay una mayor cooperación entre un actor clave geoestratégica en el Medio Oriente, que tiene capacidad de producir armas y está acostumbrado a vivir bajo un régimen de sanciones. Es importantísimo para el curso de la guerra porque significa una internacionalización del conflicto”, señaló Vladimir Rouvinski, experto en relaciones internacionales.
El Fath-360, por ejemplo, es una ojiva de 150 kilogramos con alcance de 120 kilómetros que puede alcanzar una velocidad de más de 3.200 kilómetros por hora. En la práctica, Rusia podría usarlos para atacar las áreas donde se ubica la retaguardia ucraniana. No es que Kiev no tenga cómo detenerlos: los sistemas de defensa Patriot, que llegaron en abril de 2023 al país, pueden contrarrestar estos misiles. Pero, de todas maneras, es costoso: un misil puede superar los US$2 millones, y se necesitan al menos 25 de estos sistemas para proteger todo el territorio ucraniano. Kiev apenas cuenta con cuatro sistemas Patriot.
Es muy probable que Rusia, con este arsenal, aumente sus ataques sobre la frontera y las áreas donde Ucrania recuperó el control. Pero el meollo de este debate está fuera de Kiev. Irán, que ha negado la información estadounidense, se enfrenta a sanciones extremas si se confirma el envío de misiles a Rusia, empezando por la cancelación del transporte aéreo entre Teherán y ciudades europeas. Si el costo es tan alto, ¿por qué arriesgarse?
Según Fabian Hinz, investigador de análisis militar y de defensa en el Instituto de Internacional de Estudios Estratégicos, Irán necesita con urgencia dinero para sortear su crisis financiera. Esa es la razón por la que los precios de los misiles surtidos habrían sido tan elevados. Pero también estaría buscando mantener viva la pelea de Moscú con su enemigo en común (Estados Unidos) y la amistad del Kremlin con sus vecinos (Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) para evitar que la atención de Washington y sus aliados se concentre en Teherán.
“Esta actitud también estaría en consonancia con la preferencia de Irán por apoyar a los intermediarios que luchan contra un adversario común en lugar de emprender la lucha él mismo”, dijo el analista Mark N. Katz en The Atlantic Council.
Misiles de largo alcance para Ucrania
Los aliados de Kiev ya le han proporcionado armas de largo alcance, como los misiles Storm Shadow que le proporcionó Reino Unido, pero con muchas restricciones sobre cómo, cuándo y dónde se pueden usar, por temor a una escalada de la guerra. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha pedido reiteradamente que se levanten las restricciones para que su Ejército pueda lanzar ataques sobre las bases aéreas rusas desde donde se gestan los bombardeos contra Ucrania. Hace solo una semana, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, rechazó tajantemente la solicitud de nuevo, al asegurar que los ataques a largo alcance no cambiarán el curso de la guerra. La razón de fondo es clara: una decisión de ese tipo marcaría un involucramiento mucho mayor de Washington en la guerra y, por lo tanto, significaría una respuesta más marcada de Rusia.
“Eso significaría que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos están en guerra con Rusia. Si es así, teniendo en cuenta el cambio de naturaleza del conflicto, tomaremos las decisiones adecuadas en función de las amenazas a las que nos enfrentemos”, dijo el presidente ruso, Vladimir Putin.
Otros aliados de Ucrania, como Polonia, también se han sumado a los llamados para permitir los ataques de largo alcance, señalando que Rusia ha mostrado un interés de expandir el frente de guerra a su país con medidas no militares, como sabotajes, ciberataques, una campaña de incendios en Varsovia y hasta una crisis migratoria usando a su aliado, Bielorrusia, como intermediario.
El jueves, fuentes del Reino Unido aseguraron que ya se había tomado la decisión de permitir que se lancen misiles de crucero contra objetivos dentro de Rusia, pero no es claro si esta es una medida disuasoria o si en efecto se vaya a ejecutar. El ministro de Exteriores de Reino Unido, David Lammy, culpó a Putin de la escalada, y le solicitó a China “no sumarse” al eje al que bautizó como “el grupo de renegados”.
“Yo no creo que China pueda involucrarse porque el interés de ese país es tener un escenario donde Rusia no es suficientemente fuerte, sin que esta colapse. Así que no responde a los intereses chinos involucrarse de más en la guerra. Si lo hace, podría poner en riesgo su imagen como actor legítimo, la cual ya no tiene Rusia”, señaló Rouvinski.
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