La geopolítica de la guerra de Ucrania afecta el conflicto de Azerbaiyán y Armenia
La más reciente acción militar de Bakú en la región de Nagorno Karabaj, que considera separatista y donde predomina la etnia armenia, ha provocado tensiones que, según analistas, podrían desencadenar una catástrofe humanitaria. Mientras, Rusia maneja una posición ambigua.
La Unión Soviética se estaba desmoronando. Armenia y Azerbaiyán se estaban formando como Estados independientes. Desde entonces se avecinaba una guerra entre ellos por el control de Nagorno Karabaj, que en 1923, a pesar de que el 95 % de su población era armenia, fue catalogada como una región autónoma dentro de la República Socialista Soviética (RSS) de Azerbaiyán; 30.000 personas murieron y cientos de miles más huyeron entre 1988 y principios de la década de los 90. A pesar de haber declarado el cese al fuego y de crear mecanismos para solucionar las tensiones, como el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, además de la mediación de Rusia, el conflicto sigue vigente. De hecho, los armenios de Nagorno Karabaj se acaban de rendir ante las fuerzas de Azerbaiyán, que la semana pasada lanzaron su última ofensiva militar para recuperar el control total de la región, que Bakú llama “separatista”.
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La Unión Soviética se estaba desmoronando. Armenia y Azerbaiyán se estaban formando como Estados independientes. Desde entonces se avecinaba una guerra entre ellos por el control de Nagorno Karabaj, que en 1923, a pesar de que el 95 % de su población era armenia, fue catalogada como una región autónoma dentro de la República Socialista Soviética (RSS) de Azerbaiyán; 30.000 personas murieron y cientos de miles más huyeron entre 1988 y principios de la década de los 90. A pesar de haber declarado el cese al fuego y de crear mecanismos para solucionar las tensiones, como el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, además de la mediación de Rusia, el conflicto sigue vigente. De hecho, los armenios de Nagorno Karabaj se acaban de rendir ante las fuerzas de Azerbaiyán, que la semana pasada lanzaron su última ofensiva militar para recuperar el control total de la región, que Bakú llama “separatista”.
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Más de 28.000 personas han huido hacia Armenia. Ochenta kilómetros separan a la ciudad de Stepanakert de la frontera, y muchos recorrieron esa distancia en un día, casi sin comida y sin agua. “Me fui de mi casa para seguir viva”, le dijo una mujer a la AFP. “¡Que el mundo sepa que ahora somos perros sin hogar!”. Hrant Haroutounian, con su pasaporte en mano, le comentó a la agencia de noticias: “A los armenios nos pidieron irnos. Me voy a Ereván (capital de Armenia). Tengo hijos allá, pero quiero volver aquí junto con ellos”. Sveta Moussayelian, desde el pueblo de Kornidzor, en la casa de una amiga que conoció tras los enfrentamientos de 2020, que dejaron 6.500 muertos, agregó: “No soy vieja, ¡pero ya he vivido tantas cosas!”, y se refirió a los dos exilios que ha tenido en sus 50 años de vida.
Hace tres años se dieron los enfrentamientos militares más fuertes desde la firma del cese al fuego de 1994. Si para ese entonces Armenia tenía el dominio de cerca del 20 % del territorio de su vecino, el gobierno de Ilham Aliyev, en Azerbaiyán, en 2020, recuperó prácticamente la mitad de Nagorno Karabaj y las siete provincias ocupadas. El conflicto concluyó con la mediación de Rusia, que se comprometió a cuidar a los armenios dentro del enclave con una fuerza de paz de unos 2.000 soldados, quienes se encargarían de garantizar el libre tránsito entre Nagorno Karabaj y Armenia, a través del corredor de Lachin. Sin embargo, Azerbaiyán ha ido cerrando poco a poco la zona, hasta el punto de que en diciembre de 2022 bloqueó dicho paso.
Se cree que los recientes avances militares se han logrado gracias al fortalecimiento y a la modernización de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán, al importar tecnología de Turquía e Israel, dos de sus aliados. De hecho, los ingresos del petróleo parecen estar detrás de esto: solo entre enero y julio de 2023 el país exportó 23,1 millones de toneladas de crudo, de las cuales el 76,3 % viajó a través del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, que pasa por Georgia y llega a la costa mediterránea de Turquía.
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Más aún, se cree que lo que está sucediendo en el sur del Cáucaso podría alterar el equilibrio geopolítico, si además se tiene en cuenta que el año pasado la Unión Europea y Bakú acordaron duplicar las importaciones de gas, en un intento por buscar fuentes alternativas de energía tras la invasión rusa de Kiev. Por eso, Ildikó Szegedy-Maszák, directora de la maestría en derecho económico de la Universidad Javeriana, piensa que “la guerra en Ucrania también afecta de forma estratégica este conflicto”. Ella recalca que Rusia necesita a Turquía como interlocutor con los países occidentales, y no va a arriesgar esa relación por Nagorno Karabaj, además de que considera que Moscú no tiene la capacidad de apoyar militarmente otros frentes de guerra.
La docente califica de ambigua la relación de Rusia con Armenia. Si bien Ereván decidió unirse a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una especie de OTAN liderada por Rusia, y tuvo en su territorio una antigua base soviética con cerca de 3.000 soldados rusos, Azerbaiyán quiso distanciarse de Moscú tras la caída de la Unión Soviética. Aun así, el Kremlin se negó a ayudar a Armenia cuando le solicitó apoyo en el conflicto de 2020, argumentando que Nagorno Karabaj es un territorio internacionalmente reconocido como Azerbaiyán. Tampoco respaldó al país cuando en 2021 y 2022 continuaron las tensiones en territorio armenio.
“En Armenia, el gobierno actual no quiso escalar el conflicto. Además, es una administración menos cercana a Rusia”, enfatiza Szegedy-Maszák. De hecho, el primer ministro Nikol Pashinyan dijo algo de eso en una entrevista con Politico: “Como resultado de los acontecimientos en Ucrania, las capacidades de Rusia han cambiado (…). Nuestra estrategia debería ser intentar disminuir al máximo nuestra dependencia de los demás”. Según él, Armenia ya no puede confiar en Moscú como garante de su seguridad. James Nixey, analista del think tank Chatham House (Instituto Real de Asuntos Internacionales), agregó algo más a The Guardian: “Los recursos rusos son claramente finitos. Nagorno Karabaj es una cuestión de menor importancia para Moscú; no es un lugar como Crimea o Siria desde donde sea posible proyectar fuerza”.
Mientras estas tensiones se esparcen por la región, la explosión de un depósito de combustible en Nagorno Karabaj dejó al menos 68 muertos, 290 heridos y 105 desaparecidos, de acuerdo con la información que dieron las autoridades locales el martes. La detonación ocurrió justo cuando cientos de armenios trataban de abandonar la zona en disputa y estaban haciendo fila para tanquear sus vehículos. Tras los sucesos de la última semana, Szegedy-Maszák cree que se puede desencadenar una catástrofe humanitaria en Armenia.
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