La guerra de los misiles de Ucrania y Rusia
Ucrania lanzó por primera vez misiles de largo alcance, lo que desató la ira del Kremlin. Rusia no se quedó de brazos cruzados y lanzó nuevo armamento. Esto es lo que tiene cada bando.
Céline Elber
La semana pasada, Ucrania atacó por primera vez a Rusia en territorio ruso con misiles de largo alcance procedentes de Estados Unidos y el Reino Unido. Rusia respondió de inmediato con misiles aún más potentes. Esto se desató tras una decisión de Joe Biden en los últimos meses de su mandato: dio luz verde a Ucrania para algo que había estado pidiendo con insistencia: el derecho a utilizar misiles suministrados por EE. UU. —llamados Army Tactical Missile Systems (ATACMS)— contra objetivos en Rusia.
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La semana pasada, Ucrania atacó por primera vez a Rusia en territorio ruso con misiles de largo alcance procedentes de Estados Unidos y el Reino Unido. Rusia respondió de inmediato con misiles aún más potentes. Esto se desató tras una decisión de Joe Biden en los últimos meses de su mandato: dio luz verde a Ucrania para algo que había estado pidiendo con insistencia: el derecho a utilizar misiles suministrados por EE. UU. —llamados Army Tactical Missile Systems (ATACMS)— contra objetivos en Rusia.
Los misiles occidentales
El sistema de misiles tácticos ATACMS, suministrado por Estados Unidos a Ucrania, tiene un alcance máximo de 300 kilómetros. Desarrollado por Lockheed Martin, este es un misil de superficie a superficie. El ATACMS puede llevar una ojiva de racimo o de fragmentación, diseñada para destruir unidades blindadas ligeras y tropas, o una ojiva de alta explosividad destinada a destruir estructuras más grandes. Cada misil cuesta alrededor de US$1,5 millones. El sistema de misiles ha estado en servicio desde la Guerra del Golfo. Los otros misiles utilizados hace poco por Ucrania en territorio ruso son los Storm Shadow y los SCALP EG. Son casi idénticos, diferenciándose solo en su software y en las interfaces con los aviones.
El SCALP es la variante francesa del Storm Shadow, desarrollado conjuntamente por el Reino Unido y Francia. Ambos misiles tienen un alcance de 250 kilómetros. Están guiados por una combinación de navegación inercial, GPS y navegación por referencia del terreno, e incorporan un buscador de imágenes infrarrojas y un sistema de reconocimiento automático de objetivos, lo que garantiza un apunte preciso incluso en condiciones difíciles. Sin embargo, hasta ahora, EE. UU. había limitado su uso a fuerzas rusas dentro del territorio ucraniano. Esta restricción también afectó a los misiles Storm Shadow y SCALP. Esto causó una gran frustración en Ucrania, porque no podía utilizarlos contra las bases en Rusia desde donde les lanzaban constantes ataques con misiles y drones.
La decisión de Biden de permitir su uso llegó después de meses de presión de Kiev, aliados europeos y miembros del Congreso de EE. UU. que acusaban a Biden de demorarse en dar este paso, lo que había contribuido a las crecientes pérdidas de Ucrania, que argumentaba que no poder usar estas armas dentro de Rusia era como luchar con una mano atada a la espalda. El cambio de política, calificado de tardío por algunos analistas, según informes, responde también a la reciente llegada de tropas norcoreanas a apoyar a Rusia en la región de Kursk, donde Ucrania ha ocupado territorio desde agosto. Kiev usó los misiles por primera vez en un ataque a la región de Bryansk, en Rusia, el mismo día 1.000 del conflicto, un día después de recibir la autorización de los funcionarios estadounidenses. Un día después, lanzaron por primera vez misiles Storm Shadow en territorio ruso.
Buena noticia para Ucrania
La autorización fue una buena noticia, explicó Jesús Agreda, docente de la Universidad Javeriana: “Ucrania siempre ha estado luchando en desventaja frente a Rusia, y el problema siempre ha sido el alcance”, explicó. “Rusia siempre ha tenido la capacidad de bombardear objetivos en Ucrania, lo que ha facilitado algunos de sus avances. Mientras tanto, los ucranianos, aunque han tenido la posibilidad de responder, no tenían la autorización de hacerlo al otro lado de la frontera”. Ucrania ahora puede contraatacar o incluso evitar que ciertos ataques rusos se materialicen. “El objetivo es que, eventualmente, Ucrania pueda contener o evitar seguir perdiendo territorios. El potencial está ahí”, comentó.
Sin embargo, aunque los misiles ATACMS y Storm Shadow ofrecen ventajas, Ucrania aún enfrenta grandes limitaciones en su uso, indicó Agreda Rudenko. “El problema es que estos misiles han sido autorizados para utilizar su máximo alcance, pero, por ahora, sobre todo en la región de Kursk”, agregó.
Nuevos misiles rusos
Ante los nuevos ataques de Ucrania, Rusia no se quedó de brazos cruzados: el jueves, Rusia lanzó un nuevo misil balístico hipersónico de alcance intermedio llamado Oreshnik, como respuesta directa a los ataques de Ucrania con misiles occidentales. Una versión modificada del misil balístico intercontinental RS-26 Rubezh, el Oreshnik se dice que viaja a 10 veces la velocidad del sonido. Aunque sus capacidades completas aún no se conocen, la secretaria de prensa adjunta del Pentágono, Sabrina Singh, confirmó que es un misil de alcance intermedio basado en el RS-26, que tiene un alcance de más de 5.500 kilómetros.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, afirmó que el uso de este nuevo misil por Rusia representa “una clara y grave escalada en la escala y brutalidad de esta guerra”. Además, la OTAN citó a una reunión de emergencia con Ucrania en su sede en Bruselas, el martes, para discutir el uso de este misil por parte de Moscú, según una fuente de la Alianza.
Los misiles hipersónicos
El problema para Ucrania con los misiles hipersónicos es que la tecnología para interceptarlos es limitada, debido a su gran velocidad y trayectoria impredecible. “La tecnología para interceptarlos todavía está en desarrollo” explicó Agreda Rudenko. Sin embargo, el experto no considera que estos misiles cambien el rumbo del conflicto de manera decisiva. Rusia ya ha utilizado misiles supersónicos antes y además, según Agreda Rudenko, la capacidad de Moscú para producir estos misiles en masa es limitada, porque el costo de cada uno es enorme para una economía prácticamente en crisis debido a las sanciones internacionales. “Confío que Rusia no tiene suficiente acceso a esos misiles supersónicos para que sean una amenaza significativa”, concluyó.
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