La guerra en Ucrania, una “mina de oro” para la industria militar
Algunos expertos dicen que Ucrania puede ganar esta guerra si cuenta con los equipos y las armas adecuadas, una estrategia que, a la vez, crea el escenario perfecto para la industria armamentista global y deja algunas dudas en el tintero: ¿las armas de Occidente podrían terminar en manos equivocadas?
Occidente no ha intervenido directamente en los combates en suelo ucraniano y, pese a las peticiones del presidente Volodímir Zelenski, la OTAN tampoco ha declarado allí una zona de exclusión aérea —por el temor a una escalada bélica, según argumentan—. Vladimir Putin, por su parte, no ha escatimado en amenazas. “Si alguien tiene la intención de intervenir desde el exterior en los actuales acontecimientos [de Ucrania], creando inaceptables amenazas de carácter estratégico para nosotros, debe saber que nuestra respuesta […] será fulminante”, dijo ante el parlamento ruso. Lo que sí han hecho los países aliados de Kiev es enviarle arsenal, en contravía de la exigencia rusa de que Ucrania se desarme.
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Occidente no ha intervenido directamente en los combates en suelo ucraniano y, pese a las peticiones del presidente Volodímir Zelenski, la OTAN tampoco ha declarado allí una zona de exclusión aérea —por el temor a una escalada bélica, según argumentan—. Vladimir Putin, por su parte, no ha escatimado en amenazas. “Si alguien tiene la intención de intervenir desde el exterior en los actuales acontecimientos [de Ucrania], creando inaceptables amenazas de carácter estratégico para nosotros, debe saber que nuestra respuesta […] será fulminante”, dijo ante el parlamento ruso. Lo que sí han hecho los países aliados de Kiev es enviarle arsenal, en contravía de la exigencia rusa de que Ucrania se desarme.
Solo de Estados Unidos Ucrania ha recibido más de US$3.000 millones en ayuda militar desde que la invasión rusa comenzó, el 24 de febrero de este año. “La asistencia que la administración Biden-Harris ha brindado a Ucrania hasta la fecha ha marcado una diferencia significativa en el campo de batalla, ayudando a los ucranianos a defender su país y ganar la batalla por Kiev”, dijo la Casa Blanca esta semana al pedirle al Congreso $33.000 millones más en ayudas para Ucrania. “Ahora, a medida que la guerra se desplaza y se intensifica en el frente oriental de Ucrania, la administración Biden-Harris pide al Congreso que proporcione recursos adicionales para ayudar a garantizar que la democracia de Ucrania prevalezca sobre la agresión de Putin”, justificó.
El monto contempla $20.400 millones para “asistencia militar y de seguridad y para los esfuerzos de Estados Unidos para fortalecer la seguridad de Europa en cooperación con los aliados de la OTAN y de la región”. En particular, se busca financiar artillería adicional, vehículos blindados, capacidades antiblindaje, antiaérea, cibernética y desminado, entre otros. A propósito de los esfuerzos de desminado, hace unos días, Perrine Benoist, directora de reducción de violencia armada de Handicap International, citada por la AFP, dijo que desminar Ucrania tardará al menos cincuenta años. Se calcula que más de 300.000 km², cerca de la mitad del territorio del país, están contaminados con explosivos, le dijo a esa agencia Oleh Bondar, responsable de servicios de desminado de la seguridad civil ucraniana. Antes del 24, solo el 8 % del territorio ucraniano era considerado contaminado.
Durante la misma semana, Lloyd Austin, secretario estadounidense de Defensa, se reunió con homólogos de unos cuarenta países aliados en la base estadounidense de Ramstein, en Alemania, en donde acordaron evaluar mensualmente la ayuda militar requerida por Kiev. “Ucrania puede ganar si tiene los buenos equipamientos y el apoyo adecuado”, dijo Austin en una visita a Europa en la que también participó Antony Blinken, secretario de Estado, que se convirtió en la primera a suelo ucraniano por parte de una delegación del gobierno estadounidense desde que inició la invasión. Casi en simultáneo, el secretario general de la ONU, António Guterres, visitó Moscú y Kiev, para reunirse con Putin y Zelenski. Durante el paso por Ucrania del líder de la organización, un día después de la reunión con el presidente ruso, la capital, Kiev, fue bombardeada.
Alrededor de treinta países más han dado asistencia militar a Ucrania, entre los que se cuentan Canadá, Francia, España, los países nórdicos y los bálticos, entre otros. En Alemania, el parlamento votó esta semana una moción de apoyo a Ucrania y pidió al gobierno que entregue más armas pesadas para enfrentar la ofensiva rusa.
¿Las armas de Occidente podrían terminar en manos equivocadas?
Hace poco más de una semana, CNN informó que Estados Unidos tiene pocas formas de rastrear las armas antitanque, antiaéreas y de otro tipo que ha enviado a Ucrania. El punto ciego, según explican, se debe a que no hay soldados estadounidenses en terreno, sin contar con la fácil portabilidad de muchos de los sistemas más pequeños que ahora cruzan la frontera. El asunto no es menor, pues recuerda las veces que armas estadounidenses (en conflictos ajenos) cayeron en manos del “enemigo”. ¿Algunos ejemplos?
En la década de 1980, EE. UU. equipó a los muyahidines con Stingers, misiles portátiles altamente sofisticados, para frenar la invasión soviética en Afganistán. Y sí, el objetivo se alcanzó, pero “tan pronto se acabó la guerra, la posibilidad de que esos Stingers fueran usados para ataques terroristas encendió las alarmas y desencadenó una búsqueda incansable del armamento”, escribió Alessandro Arduino, investigador del Instituto de Oriente Medio de la Universidad de Singapur, a The Diplomat.
Una escena que también recordó Florent Frasson-Quenoz, doctor en seguridad internacional y defensa: “La cantidad de armas entregada en ese momento fue tal que los grupos políticos afganos pudieron casi inmediatamente voltearse en contra de sus compatriotas en la contienda para el dominio del país. Así las cosas, si EE. UU. y sus aliados alcanzan su objetivo de impedir la invasión rusa a Ucrania, solo será una fase en un proceso tenso de gestión de la violencia y de los combates”, comentó el experto.
El ejemplo más reciente es la toma del talibán en Afganistán, y las imágenes que circularon tras la ofensiva fueron impresionantes: Las fuerzas especiales talibanas, llamadas Badri 313, con sus trajes de camuflaje impecable, posaron para las fotos obtenidas por AFP alzando armas estadounidenses y enarbolando la bandera blanca del movimiento, en la que está escrito en negro el inicio de la shahada (profesión de fe islámica).
En ese momento se sabía que solo EE. UU. (sin contar lo que llegó de otros países) proporcionó al ejército afgano entrenamiento y equipo militar por un valor estimado de US$88.000 millones desde 2001. Y la duda era, por un lado, si los talibanes utilizarían esas armas en el futuro y si este armamento podría caer en manos de Al Qaeda o Isis.”Afganistán no tiene escasez de armas debido al legado de conflictos anteriores (...) Este flujo de armas pequeñas y ligeras no puede revertirse y, hasta cierto punto, se pueden observar patrones similares tanto en conflictos anteriores como en Vietnam e Irak, y en conflictos actuales como el de Libia, Yemen y el Sahel”, se lee en un informe publicado por el Centro Internacional para la Lucha contra el Terrorismo de febrero de este año.
Sobre la guerra en Ucrania, Frasson-Quenoz comentó que siempre existe el riesgo y que múltiples actores podrían adquirir esas armas. “Desde grupos criminales hasta miembros de grupúsculos, pasando por el mismo ejército ruso”, comentó. Sin embargo, aclaró que no es el caso de todas las armas entregadas: “Los misiles antitanques Javelin y tierra aire Stinger son, en ese sentido, los más susceptibles de ser objeto de envidia o tráfico. Pero las armas que se entregan ahora (tanques provenientes de Alemania, artillería desde Francia o drones y partes de aviones desde EE. UU.) no son armamentos discretos, prácticos o de simple uso. Así las cosas, la probabilidad de que se usen fuera del conflicto en Ucrania son menores. Estas armas se entregan para que el Estado ucraniano gane el enfrentamiento y, en esas condiciones, el riesgo de perderlas se percibe como menos problemático”, comentó el experto.
Sobre un escenario similar al de los muyahidines en la década de 1980, Frasson-Quenoz comentó que es cierto que grupos políticos o criminales ucranianos podrían ver en la terminación del conflicto actual una oportunidad de reclamar poder político o territorio para actividades criminales o intentar traficar estas armas hacia otras zonas de conflicto en el mundo. “Pero, en ese momento y para los aliados de EE. UU., esto parece importar menos que el objetivo a corto plazo de derrotar a Rusia”, sostuvo.
Una “mina de oro” para la industria armamentista (a futuro)
Acá va un hecho difícil de digerir: los únicos ganadores de una guerra son los fabricantes de armas, y el conflicto en Ucrania no es la excepción a la regla. La invasión ha creado una especie de “fiebre del oro” para la industria armamentista global. Empresas como Raytheon Technologies, una de las principales fabricantes militares y aeroespaciales del mundo, vieron aumentar el precio de sus acciones en los últimos seis meses hasta en 15 %, en medio de los temores de una acción militar rusa y el posterior estallido en suelo ucraniano. Los líderes de la industria ni siquiera esconden esta realidad.
“No nos disculpamos por hacer estos sistemas, hacer estas armas. El hecho es que son increíblemente efectivos para disuadir y enfrentar la amenaza que los ucranianos están viendo hoy. Creo que reconocemos que estamos allí para defender la democracia, y el hecho es que eventualmente veremos algún beneficio en el negocio con el tiempo”, le dijo Gregory Hayes, director ejecutivo y presidente de Raytheon, a Harvard Business Review.Hay que tomar este salto inicial con pinzas. Esta semana, Raytheon redujo su pronóstico de ingresos para este año y sus acciones bajaron un 4,4 %. ¿Significa que, a pesar de la creencia inicial, la industria de defensa no se impulsará como se preveía semanas atrás? Después de todo, en casos anteriores, como la invasión a Crimea o los ataques del 11 de septiembre de 2001, los fabricantes también observaron un impulso inicial, pero se disminuyó cuando el temor a una amenaza de guerra se fue disipando.
El caso de la guerra en Ucrania plantea una situación diferente. La reducción de las proyecciones de ganancias para este año de empresas como Raytheon, y otras como Boeing, se explica por dos condiciones: perdieron a uno de sus principales clientes (Rusia, por las sanciones) y los problemas en la cadena de producción desatados por los bloqueos en China (sobre todo en Shanghái, el principal puerto marítimo del mundo) afectan a la industria en lo inmediato. Sin embargo, como explica Bank of America, el sector no es para quienes buscan ganancias rápidas. Será en el futuro donde observaremos la verdadera bonanza para esta “mina de oro”.
La invasión a Ucrania atemorizó a las principales potencias mundiales. Los miembros de la OTAN ya están planeando un aumento considerable de la inversión en defensa. Analistas de Bank of America prevén que el presupuesto estadounidense para defensa supere fácilmente el 2 % del PIB. “Este será el piso, no la meta (como antes)”, dicen. En 2021, el proyecto de gastos fiscales de Joe Biden ya había aumentado el 4,7 % el gasto en defensa para 2022. No sobra decir cómo están las cosas en el mundo: el gasto militar global aumentó un 0,7 % y superó los US$2 billones por primera vez en la historia.
El mundo ya venía gastando más dinero en defensa a pesar de la pandemia. Ahora el miedo que ha desencadenado la guerra en Ucrania solo motivará un aumento mucho mayor en este campo. Esto explica que los principales contratistas del Pentágono se vean menos interesados en invertir en cabildeo en Washington, pues la demanda de armas se da en los gobiernos por sí sola como pan caliente. Según Open Secrets, Raytheon, Boeing, Northrop Grumman y Lockheed Martin gastaron menos dinero en cabildeo en el primer trimestre de 2022 en comparación con el mismo período de 2021
En Europa, Alemania, Bélgica, Italia, Polonia, Rumania, Noruega y Suecia ya se han comprometido a aumentar el gasto en defensa. Probablemente, la bonanza para la industria no se vea entre 2022 y 2023, por los problemas en la cadena de suministro, pero de seguro llegará en los próximos años, independientemente del desarrollo de la guerra en Ucrania. El miedo ya está arraigado y esto sin duda descarrilará todos los impulsos que se llevaron a cabo para limitar el gasto de defensa tras el primer año de pandemia.
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