Ucrania y el dilema de la seguridad europea
La guerra en Ucrania se ha convertido en uno de los desafíos de seguridad más grandes para Europa en su historia reciente. La coordinación de la Unión Europea y el incremento de recursos y de envío de armas a las fuerzas ucranianas son algunas preocupaciones a la luz de la política de seguridad y defensa colectiva del bloque de países europeos dentro de este conflicto bélico.
María José Noriega Ramírez
La Unión Europea (UE), desde sus orígenes, ha visto cómo se han gestado conflictos y guerras a lo largo y ancho del continente. En sus primeros años, cuando se pensó como una alianza económica y comercial, pactada a través del Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, conocido también como el Tratado de París, firmado en 1951, el mundo vivía la Guerra Fría y resentía aún la sensación de desconfianza e inseguridad que dejó la Segunda Guerra Mundial.
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La Unión Europea (UE), desde sus orígenes, ha visto cómo se han gestado conflictos y guerras a lo largo y ancho del continente. En sus primeros años, cuando se pensó como una alianza económica y comercial, pactada a través del Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, conocido también como el Tratado de París, firmado en 1951, el mundo vivía la Guerra Fría y resentía aún la sensación de desconfianza e inseguridad que dejó la Segunda Guerra Mundial.
Cuando el bloque de países apostó por consolidarse como una unidad política, bajo el Tratado de Maastricht, firmado en 1992, la UE surgió en los primeros años de la guerra de los Balcanes, y aunque allí se empezó a hablar de cooperación entre los gobiernos en materia de defensa, este asunto recayó sobre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Así, los asuntos de seguridad y defensa se concibieron como una política exterior, encaminada a cómo se relacionaría la Unión Europea con otros países, sin intención de construir un bloque común para defenderse.
“Para ese entonces aún no se hablaba de una defensa colectiva, pues se estaba tratando de hacer el tránsito hacia una unidad política y monetaria. Por ello, ante la ausencia de una estructura propia en materia de seguridad y defensa, la Alianza Atlántica se convirtió en un organismo necesario para el bloque europeo”, comenta la búlgaro-colombiana Aneta de la Mar Ikonómova, doctora en historia y analista internacional. Según la docente, fue en 2009, con el Tratado de Lisboa, que dicha concepción cambió. “En este acuerdo, por primera vez, se construye el concepto de política común de seguridad y defensa”.
Ahora, en medio de la guerra en Ucrania, que ha sido catalogada como uno de los más grandes desafíos en materia de seguridad desde 1945, las alertas alrededor de la defensa de Europa se han encendido. Y es que, según comenta Ildiko Szegedy-Maszák, directora de la maestría en derecho económico de la Universidad Javeriana, la política de defensa y seguridad de la UE tiene como base una coordinación intergubernamental entre los Estados miembros. A diferencia de las políticas comerciales, que son de carácter comunitario, Europa se enfrenta a serios problemas de negociación, no solo por las políticas de austeridad en el área de defensa que tienen algunos países de la región, como Austria, que destinó el 0,837 % de su PIB al gasto militar en 2020, bajo el argumento de su neutralidad, sino también a la hora de aumentar el presupuesto de la Unión Europea en defensa y, en consecuencia, de la búsqueda de las fuentes para obtener dicho capital.
“Ellos cuentan con la institucionalidad”, afirma Szegedy-Maszák al momento de hablar sobre las capacidades que tiene el bloque europeo en esta materia. “Está Josep Borrell, como alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la Agencia Europea de Defensa, el Fondo Europeo de Defensa y el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz”, el cual se está usando para financiar la compra de armamento enviado a Ucrania, a partir de 450 millones de euros destinados a proporcionar armas “letales” al ejército ucraniano y otros 50 millones más para otros suministros, como combustible y equipos de protección. Ahora bien, el asunto es saber cómo se distribuirá el presupuesto de la Unión Europea, si se piensa también en qué vendrá después de la guerra. Es decir, qué le espera a la política de seguridad y defensa a mediano y largo plazo.
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Se sabe que la presidencia francesa en el Consejo Europeo impulsa el aumento del gasto en este rubro, pero, “¿de dónde va a salir la plata, cómo se va a convencer a los países que le apuestan a la austeridad llevar a cabo este incremento en defensa y qué tanto se van a poder coordinar los presupuestos del bloque?”, añade Szegedy-Maszák. Esto, teniendo en cuenta que, por un lado, con el Brexit, el presupuesto de la UE se redujo, alcanzando un vacío de 75.000 millones. Por el otro, que los planes del aumento del presupuesto de la Unión Europea dependen de la reelección de Emmanuel Macron, pues Marine Le Pen, su contrincante en la segunda vuelta, ha dicho que su intención es reducir en un 25 % el aporte de Francia al bloque de países (el segundo más importante después de Alemania), pasando de destinar 20.000 millones de euros anuales a 15.000 millones. Sin mencionar que el 40 % del presupuesto de la Unión Europea le pertenece a la política agrícola común, que es una política comunitaria. Así, las opciones que quedan son aumentar los fondos del presupuesto o recortar recursos de este último componente.
Sin embargo, las preocupaciones no terminan allí. Para De la Mar Ikonómova, la naturaleza de la OTAN y de la UE chocan entre sí. “Los objetivos de la Alianza deben cruzarse y ser coherentes con los objetivos del bloque europeo, que ya tiene una política de seguridad y defensa, pero esto no sucede”, enfatiza la internacionalista. “El objetivo de la Unión Europea es construir un espacio común, sin fronteras, sin limitaciones, en un intento por avanzar como un bloque económico y político, a partir de relaciones de vecindad y cooperación. En contraposición, la OTAN, con un concepto anglosajón, dice que Europa termina en la frontera con Rusia”.
Tal vez, según comenta la docente, avanzar hacia lo que el bloque europeo entiende como una política de defensa propia de los 27 países implica que se demarque, claramente, hasta dónde va la OTAN y cuál es el límite de la Unión Europea. “No se trata de cortar los lazos con la Alianza Atlántica, pero sí tener más soberanía sobre los asuntos de defensa, lo cual puede traducirse, por ejemplo, en que los países que quieran hacerlo puedan instaurar el servicio militar obligatorio”, y así fortalecer sus ejércitos.
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Szegedy-Maszák ve también con cautela el hecho de que “un país se esté armando hasta los dientes”, pues las solicitudes de armamento por parte de Ucrania cada vez se escuchan con más fuerza y frecuencia.
“Hay tres elementos en la agenda: armas, armas y más armas. Hago un llamado a todos los aliados para que dejen de lado sus dudas, su renuencia a proporcionar a Ucrania todo lo que necesita. Por extraño que parezca, hoy en día las armas sirven para el propósito de la paz”, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, antes de la reunión de cancilleres convocada por la OTAN hace dos semanas. Por su parte, Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, pidió asistencia militar al Parlamento surcoreano, así como lo ha hecho ante el francés y el israelí, entre otros más.
Miles de millones de dólares se han gastado en enviar armamento a Ucrania. Solo la semana pasada, el mandatario estadounidense dio luz verde a una nueva ayuda militar masiva, que incluye vehículos blindados, artillería y helicópteros, destinando US$800 millones (735 millones de euros) para ello, según un comunicado de la Casa Blanca. Por su parte, la UE, entre febrero y marzo de 2022, destinó 1.000 millones de euros en beneficio de las Fuerzas Armadas ucranianas. Ante este panorama, para Szegedy-Maszák, surgen varias preguntas. “A corto plazo, quién se quedará con esas armas y, en un futuro lejano, cómo se recogerán, almacenarán o controlarán dichas municiones. Ahora Volodímir Zelenski es ‘amigo’, y en igual medida lo son los países Bálticos, que exigirán armarse y tener mayor presupuesto para ello, ante el incremento de la sensación de inseguridad, pero, ¿qué pasará cuando se dé un cambio de régimen? Ahora ellos son los ‘buenos’, sin embargo, la historia puede cambiar”.
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