La ofensiva de Ucrania en Rusia, ¿qué efectos busca y hasta dónde puede llegar?
Los objetivos de la incursión ucraniana en Rusia todavía no son del todo claros. Sin embargo, esta operación ya consiguió su primer efecto: romper el estancamiento de la guerra.
Camilo Gómez Forero
A lo largo de la historia, ha sido bastante común que las guerras entren en un punto muerto, especialmente cuando ambas partes ya agotaron sus recursos iniciales, consolidaron sus posiciones y hay un desgaste psicológico y político. Ese es el escenario que precisamente estábamos viendo con el conflicto entre Ucrania y Rusia, al menos hasta la semana pasada.
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A lo largo de la historia, ha sido bastante común que las guerras entren en un punto muerto, especialmente cuando ambas partes ya agotaron sus recursos iniciales, consolidaron sus posiciones y hay un desgaste psicológico y político. Ese es el escenario que precisamente estábamos viendo con el conflicto entre Ucrania y Rusia, al menos hasta la semana pasada.
Lanzada hace exactamente ocho días, una sorpresiva y muy ambiciosa ofensiva del Ejército ucraniano, que logró adentrarse en territorio ruso por varias decenas de kilómetros, reconfiguró las “líneas rojas de la guerra” y rompió con el estancamiento que veníamos observando en este conflicto desde hace más de dos años.
Los objetivos específicos de esta operación no son claros todavía y, según expertos, pueden ser muchos y muy variados. Sin embargo, hay un sentido general de la misión que parece conseguido: muestra que Ucrania todavía tiene espíritu de lucha, en un momento en el que se pensaba que al país ya no le quedaban fuerzas.
Para Vladimir Rouvinski, profesor de la Universidad Icesi, “otra derrota más para Ucrania no sería aceptable ante la opinión pública”, que veía cómo el Ejército de Kiev solo defendía sus posiciones ante los nuevos avances de las tropas rusas. Es por eso que pudo tomarse la decisión de adentrarse en suelo ruso para mostrarle a sus aliados que el pueblo ucraniano no llegó al límite de sus fuerzas.
Como señala el experto, la incursión del Ejército de Kiev en Rusia, la primera invasión de un ejército extranjero en territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial, tiene entonces varios efectos inmediatos que permiten declarar una victoria para Ucrania, al menos en un sentido propagandístico: no solo la moral ucraniana, que venía en declive al no poder celebrar más que operaciones defensivas, tiene un impulso importante; a su vez, la moral rusa también se ve aplacada. Pero, más allá de la moral, ¿qué implicaciones tiene para la guerra?
Para Gustav Gressel, experto en asuntos militares del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, esta operación, aunque buena para la moral, es “insignificante” en la guerra. Si bien la incursión en Rusia distrajo momentáneamente la conversación sobre la presión de Moscú en el Dombás ucraniano, no hay señales de que el Ejército ruso esté movilizando tropas desde el este de Ucrania para detener el avance de las tropas de Kiev en Kursk, la zona rusa en la que se adentraron.
Esto, según Gressel, termina siendo positivo para Rusia, pues con la ampliación del frente de guerra hacia el territorio ruso, “se sobrecarga aún más las fuerzas armadas de Ucrania”, según le comentó a la DW. Sin embargo, tiene que haber una reacción fuerte de parte de Moscú a la incursión, y se tiene que hacer de inmediato. Peter Dickinson, editor del servicio sobre Ucrania del Atlantic Council, plantea que una reacción tibia del presidente ruso, Vladimir Putin, ante la incursión en su país podría incitar a los aliados de Kiev a cambiar su actitud frente a los recursos que le ofrece a Ucrania para que esta pase a la ofensiva y termine de una vez por todas con la guerra.
La incursión ucraniana también desafía la idea instalada después del primer año de guerra de que este conflicto no se puede decidir en el campo de batalla, al menos de manera momentánea. La portavoz del Pentágono, Sabrina Singh, dijo que “Ucrania está haciendo lo que tiene que hacer para tener éxito en el campo de batalla”, ofreciendo un visto bueno de Washington ante la operación, y esto es muy significativo dado el historial del conflicto.
Hasta ahora, como dice Dickinson, los aliados de Ucrania han sido en extremo prudentes frente a la entrega de recursos que puedan escalar aún más la situación y mantienen restricciones para que Ucrania ejecute ataques de largo alcance contra objetivos militares en Rusia. Es decir, han pedido que Kiev se mantenga en una posición defensiva en lugar de ofensiva por temor a una guerra mucho mayor, intimidados por los discursos amenazantes de Putin.
Sin embargo, con cada repliegue ruso, los aliados han visto que las amenazas del presidente ruso no se han cumplido. Cuando Rusia capturó Jersón, por ejemplo, Putin dijo que cualquier intento de recuperarla resultaría en una “respuesta nuclear”. Pero cuando Ucrania liberó esta zona, Putin no solo no presionó el botón rojo, sino que se retiró en silencio.
“Occidente lleva más de dos años retrasando la ayuda militar a Ucrania por miedo a provocar a Putin, pero Ucrania ha demostrado una y otra vez que, siempre que el dictador ruso se enfrenta a la perspectiva de una derrota, es mucho más probable que se retire que escale la situación. Ahora que el ejército ucraniano ha cruzado la última de las líneas rojas de Putin e invadido Rusia sin provocar una Tercera Guerra Mundial, ya no hay excusas para limitar la capacidad de defensa de Kiev ni para negarle a Ucrania las armas que necesita para ganar la guerra”, concluyó Dickinson.
Este pudo ser otro objetivo de Ucrania para pasar a la ofensiva: disuadir a los aliados para que liberen recursos para que su Ejército pase definitivamente al ataque, mostrando que la respuesta de Putin no ha sido ni sería la que se imaginan. Pero Rouvinski no comparte del todo este planteamiento. Al final, la ofensiva en territorio ruso también podría causarle a Ucrania la pérdida de una ventaja ante la opinión pública: hasta ahora, era el país invadido, no el que llevaba a cabo una invasión.
“Incluso a nivel interno, en Rusia, la opinión pública puede cambiar. Hay rusos que veían la situación como una invasión a Ucrania, pero ahora, es un invasor sobre el propio suelo ruso. Eso puede aumentar, si hay mayores avances, la actitud pasiva frente a la guerra. Y Putin puede empezar a jugar con este sentido nacionalista y propagandístico para avivar los ataques contra Ucrania”, dijo Rouvinski.
Otra lectura es que la operación solo buscaba preparar el terreno para forzar una negociación. Ahora Kiev cuenta con una “moneda de cambio” para sentarse en la mesa con Moscú en un futuro proceso de paz. Kursk, hay que destacar, alberga una planta nuclear y es un centro de despliegue de Rusia, donde guarda sus armas. Esto podría servir como canje por la planta de Zaporizhia, ocupada actualmente por Rusia en el sur ucraniano.
Rouvinski dice que “si los ucranianos van a lograr mantener el control de estos territorios rusos, sí puede mejorar su posición en una negociación. Además, destaca que “una vez una de las partes tiene control sobre territorio rival, es extremadamente difícil sacarlos de allí”, por lo que un intercambio de tierras también podría estar entre los cálculos de Kiev. “No obstante, hay que tener en cuenta que para Putin sería muy difícil ceder en los territorios ucranianos que anunció como propios de Rusia y sobre los que ya hizo un referendo para tratar de legitimar esa apropiación, así esta no cuente con garantías internacionales”.
La pregunta que queda en la mesa es: ¿hasta dónde puede llegar esta operación? Una parte de la respuesta depende de las reacciones de Moscú y de la comunidad internacional, que deberían verse en los próximos días. Sin embargo, Jen Spindel, profesora adjunta de la Universidad de New Hampshire, advierte que lo más probable es que las tropas ucranianas no se adentren mucho más en suelo ucraniano. El avance hasta ahora ya fue suficientemente significativo para conseguir un gran efecto, sin causar una escalada amplia de la guerra de manera inmediata. Por otro lado, sería inconveniente avanzar más, pues con cada kilómetro más en suelo ruso, las tropas ucranianas van quedando más lejos de sus rutas de suministro.
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