¿La paz está en riesgo en Irlanda del Norte?
El gobierno del Reino Unido radicó un proyecto para modificar unilateralmente un acuerdo pactado en el marco del brexit, que ha despertado el rechazo de los irlandeses republicanos y la Unión Europea.
La estabilidad en Irlanda del Norte, parte del Reino Unido y geográficamente ubicada en la misma isla en la que se encuentra la República de Irlanda, parece tambalear. El primer ministro británico, Boris Johnson, presentó esta semana un proyecto para modificar unilateralmente el llamado Protocolo de Irlanda del Norte, un acuerdo negociado en el marco del brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea), que establece controles aduaneros sobre las mercancías que entran a la región desde el resto del Reino Unido.
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La estabilidad en Irlanda del Norte, parte del Reino Unido y geográficamente ubicada en la misma isla en la que se encuentra la República de Irlanda, parece tambalear. El primer ministro británico, Boris Johnson, presentó esta semana un proyecto para modificar unilateralmente el llamado Protocolo de Irlanda del Norte, un acuerdo negociado en el marco del brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea), que establece controles aduaneros sobre las mercancías que entran a la región desde el resto del Reino Unido.
El acuerdo es rechazado por los unionistas, leales a Londres, que reclaman que se vulnera su plena pertenencia al reino. Sin embargo, su objetivo fue imponer un control entre ambas Irlandas (Irlanda del Norte y la República de Irlanda, miembro de la Unión Europea) sin necesidad de una frontera física con el fin de preservar el Acuerdo de Viernes Santo, firmado en 1998, para zanjar el conflicto norirlandés entre unionistas y republicanos irlandeses que, hasta ese momento, se había extendido durante 30 años.
El objetivo de Johnson, quien califica la propuesta de modificación como una serie de “cambios burocráticos” y “triviales”, es que los bienes que lleguen para el consumo local en Irlanda del Norte pasen por un nuevo “canal verde” exento de controles. Entretanto, las mercancías que vayan para el mercado común de la Unión Europea seguirían sujetas a estos.
La nueva ley “pondrá fin a esta situación insostenible en la que los habitantes de Irlanda del Norte son tratados de forma diferente al resto del Reino Unido, protegerá la supremacía de nuestros tribunales y nuestra integridad territorial”, dijo en defensa de la iniciativa la ministra de Relaciones Exteriores británica, Liz Truss.
El anuncio no tardó en incomodar al bloque europeo. “Observamos con gran preocupación la decisión tomada por el gobierno del Reino Unido de presentar un proyecto de ley que anula elementos claves del protocolo”, señaló Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea, luego de la presentación del proyecto de ley, que debe ser aprobado por el Parlamento británico.
Como reportó AFP, Jeffrey Donaldson, jefe del Partido Unionista Democrático, calificó el proyecto como un “paso importante”, mientras que el republicano Sinn Fein (exbrazo político del grupo armado IRA, partidario de la reunificación de Irlanda), victorioso en las pasadas elecciones legislativas del 5 de mayo, rechazó la propuesta legislativa británica. Para ellos, “aunque no es ideal, el protocolo representa la única protección disponible” contra los efectos del Brexit, así como “una ventaja económica” para la región gracias al “acceso a dos grandes mercados”.
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¿Un cálculo de Boris Johnson?
El anuncio de Johnson se dio justo cuando acababa de salvar de la destitución en medio del escándalo conocido como el Partygate, una serie de fiestas en las que participó en pleno confinamiento estricto por la pandemia de covid-19. El pasado 6 de junio, 211 parlamentarios votaron de manera afirmativa a la pregunta de si confiaban en Johnson como líder del Partido Conservador, frente a 148 votos en contra. No obstante, superar la prueba del voto de confianza en el pasado ya ha significado el principio del fin de varios primeros ministros, como Theresa May. Y Johnson con seguridad lo sabe.
Por eso, hay quienes interpretan el proyecto sobre el Protocolo de Irlanda como una maniobra de Johnson para coquetear con el ala más derechista dentro de su partido. “A medida que la autoridad del primer ministro se debilitó durante la disputa por el Partygate y su mal manejo de otros asuntos internos, la cantidad de demandas de sus parlamentarios aumentó, y reescribir el Protocolo se convirtió en un deseo clave del ala derecha del partido”, escribió Katy Balls, editora política adjunta de Spectator para The Guardian.
“Si Johnson no logra una solución al protocolo, ¿podrían los de la derecha volverse en su contra? En el Número 10 (de Downing Street, residencia del premier), la opinión es que la mayor parte de la oposición parlamentaria al primer ministro proviene de la izquierda. No obstante, el apoyo de aquellos en los que confiaba originalmente, la base Brexiteer, ha comenzado a desmoronarse”, agregó.
El martes se sumó a la mala hora de Johnson la polémica por la deportación de solicitantes de asilo de Ruanda, bajo el argumento de supuestamente combatir el tráfico de personas. Karen Doyle, de la organización de derechos de los inmigrantes Movement for Justice, le dijo a la NPR: “Esto es parte de un esfuerzo del gobierno para distraer la atención de sus propios problemas continuos. Esos incluyen fiestas que rompen las restricciones de covid en la residencia del primer ministro Boris Johnson, el desorden continuo con respecto a las reglas del Brexit para Irlanda del Norte y un anuncio el martes de que Escocia buscaría otra votación para separarse de Gran Bretaña”.
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