La polémica pelea de Macron contra el “islamismo radical”, explicada
Para los musulmanes en Francia, la represión y la discriminación ha sido una amenaza desde hace décadas. Pero ahora con el nuevo proyecto del presidente Emmanuel Macron, esta amenaza se ha convertido en una “promesa”. ¿Qué está diciendo el presidente francés y por qué preocupa a los musulmanes en ese país?
La prensa internacional ha titulado que Emmanuel Macron, el presidente de Francia, le ha “declarado la guerra al separatismo islámico” sin intentar explicar si quiera lo que el mandatario está llevando a cabo. Esta es una frase incendiaria que, aunque atrae atención, no ahonda lo suficiente en el problema. Así que vamos por partes.
¿Qué es el separatismo islámico?
El 7 de octubre de 2019, Mickael Harpon, un informático convertido al islam, asesinó a cuatro de sus colegas en la unidad de inteligencia de la prefectura de la policía de París, donde trabajaba. Años antes, Harpon había celebrado el ataque yihadista contra el semanario francés Charlie Hebdo, por lo que más tarde se le consideró un extremista.
Tras ese ataque, el presidente Macron introdujo por primera vez el término “separatismo islámico” para referirse a “algunos lugares de la República en donde se ha instalado la voluntad de no vivir ya juntos, de no estar dentro de la República en nombre de una religión: el islam”.
Lo que Macron quiso decir, en palabras más simples, es que considera que los seguidores de una religión (el islam) podrían radicalizarse en silencio y tienen la voluntad de no convivir junto a otros franceses y de atacar la integridad del país con el objetivo de crear “un orden paralelo”. Por eso los llama separatistas, porque cree que los seguidores del islam están buscando crear “una organización de la sociedad” alterna a la de la República Francesa que intentará destruir el orden del país.
Esto tiene muchos problemas, comenzando por el uso del término. La palabra separatismo, como señala Josep Ramoneda en El País de España, tiene una dimensión territorial: de separación de la República. Por eso hablamos de los separatistas catalanes, de los separatistas escoceses o de los separatistas hongkoneses. Y esto nos lleva a identificar un mensaje de división de parte del mandatario francés que va de la mano con el mayor problema de todos: la discrminiación.
Los musulmanes en Francia han sido atacados durante décadas, y esta formulación de Macron, como advierte la editorial de El País del martes 6 de octubre, “podría abonar el terreno para actitudes islamófobas”.
Ahora que el presidente francés quiere presentar una iniciativa en diciembre para enfrentar el radicalismo que denuncia, bajo esa bandera del “separatismo islámico”, se teme que su plan sea contraproducente y los ciudadanos musulmanes se sientan señalados y sean más rechazados que antes, o que por otro lado esta reforma sea caldo de cultivo para que los movimientos de extrema derecha promuevan la islamofobia y un odio hacia las minorías.
¿Qué presentó Macron?
El proyecto de Macron, que fue anunciado el pasado viernes y que será presentado el 9 de diciembre en la Asamblea, busca reforzar el “laicismo y el respeto a los principios republicanos” a través de una serie de medidas:
- Una ampliación de la prohibición del uso del ‘hiyab’ o velo islámico y una supervisión de las normas que vayan en contra de la laicidad francesa. Esto último se refiere, por ejemplo, a los decretos que permiten que haya un horario en las piscinas para mujeres y otro para hombres.
- Un control a las asociaciones islámicas en todo el país para verificar de dónde proviene su financiamiento y evitar que quienes promuevan un islam radical reciban subsidios estatales y reembolsen los fondos recibidos.
- Una reforma en el sistema de educación en el hogar, la cual se limitaría a quienes estrictamente necesiten este servicio por cuestiones de salud. Esto va en contravía de la tradición de muchas familias musulmanas que educan a sus hijos en casa bajo los parámetros de su religión.
- Una modificación a la formación islámica. Esto no tiene que ver con la educación de los menores sino con la de las autoridades musulmanas en el país. Esta es, quizás, la más ambiciosa de todas las propuestas. Lo que plantea el presidente es que los imanes musulmanes, por ejemplo, se certifiquen en Francia y no en el extranjero para reducir así la “injerencia” en el país. Macron y su gobierno señalan que los imanes formados en el exterior pueden propagar “ideas extremistas”, lo cual, apuntan, representa un peligro para la sociedad.
- El presidente quiere crear un “instituto científico de islamología”, el cual sería el encargado de investigar la civilización musulmana para entender su cultura, su historia y el idioma árabe y no permitir “la comprensión del islam a debates ideológicos y exclusivamente políticos”. A esto Macron le ha llamado un “islam en Francia” o un “islam ilustrado”.
- Finalmente, el presidente quiere reforzar la presencia del Estado en las ciudades. Su gobierno propone más presencia de jueces y de la policía con mayor proximidad a los ciudadanos para evitar casos de discriminación.
Con esto último, el gobierno de Macron pretende mostrarles a las comunidades musulmanas que con su reforma no solo llegarán una serie de deberes sino también de derechos. Sin embargo, todo su proyecto, al centrarse en la población musulmana, es visto como una reforma cargada de estigmatización y discriminación.
El gobierno ha intentado corregir su discurso añadiendo varias 's' a su proyecto, como señala el diario El Mundo. Ya no se habla de “una religión”, sino de “unas religiones”. Ya no es “extremismo”, ahora es “extremismos”. Sin embargo, no ha sido suficiente para satisfacer a los musulmanes, quienes se han sentido atacados por el mandatario.
“La represión de los musulmanes ha sido una amenaza, ahora es una promesa. En un discurso de una hora, Macron enterró el secularismo, envalentonó a los antimusulmanes de extrema derecha y amenazó la vida de los estudiantes musulmanes al pedir límites drásticos a la educación en casa a pesar de una pandemia mundial”, criticó Yasser Loati, un activista musulmán, en sus redes sociales.
“El presidente Macron describió al Islam como ‘una religión que está en crisis en todo el mundo hoy’. Ni siquiera sé qué decir. Esta observación es tan tonta (lo siento) que no necesita más análisis ... No ocultaré que estoy preocupado. No se menciona la supremacía blanca a pesar de que somos el país que exportó la teoría racista y supremacista blanca del ‘gran reemplazo’, utilizada por el terrorista que cometió la horrible masacre en #Christchurch”, añadió por su parte Rim-Sarah Alaoune, una académica francesa.
Le recomendamos: Internet, el nuevo aliado del radicalismo islámico en Francia
La prensa internacional ha titulado que Emmanuel Macron, el presidente de Francia, le ha “declarado la guerra al separatismo islámico” sin intentar explicar si quiera lo que el mandatario está llevando a cabo. Esta es una frase incendiaria que, aunque atrae atención, no ahonda lo suficiente en el problema. Así que vamos por partes.
¿Qué es el separatismo islámico?
El 7 de octubre de 2019, Mickael Harpon, un informático convertido al islam, asesinó a cuatro de sus colegas en la unidad de inteligencia de la prefectura de la policía de París, donde trabajaba. Años antes, Harpon había celebrado el ataque yihadista contra el semanario francés Charlie Hebdo, por lo que más tarde se le consideró un extremista.
Tras ese ataque, el presidente Macron introdujo por primera vez el término “separatismo islámico” para referirse a “algunos lugares de la República en donde se ha instalado la voluntad de no vivir ya juntos, de no estar dentro de la República en nombre de una religión: el islam”.
Lo que Macron quiso decir, en palabras más simples, es que considera que los seguidores de una religión (el islam) podrían radicalizarse en silencio y tienen la voluntad de no convivir junto a otros franceses y de atacar la integridad del país con el objetivo de crear “un orden paralelo”. Por eso los llama separatistas, porque cree que los seguidores del islam están buscando crear “una organización de la sociedad” alterna a la de la República Francesa que intentará destruir el orden del país.
Esto tiene muchos problemas, comenzando por el uso del término. La palabra separatismo, como señala Josep Ramoneda en El País de España, tiene una dimensión territorial: de separación de la República. Por eso hablamos de los separatistas catalanes, de los separatistas escoceses o de los separatistas hongkoneses. Y esto nos lleva a identificar un mensaje de división de parte del mandatario francés que va de la mano con el mayor problema de todos: la discrminiación.
Los musulmanes en Francia han sido atacados durante décadas, y esta formulación de Macron, como advierte la editorial de El País del martes 6 de octubre, “podría abonar el terreno para actitudes islamófobas”.
Ahora que el presidente francés quiere presentar una iniciativa en diciembre para enfrentar el radicalismo que denuncia, bajo esa bandera del “separatismo islámico”, se teme que su plan sea contraproducente y los ciudadanos musulmanes se sientan señalados y sean más rechazados que antes, o que por otro lado esta reforma sea caldo de cultivo para que los movimientos de extrema derecha promuevan la islamofobia y un odio hacia las minorías.
¿Qué presentó Macron?
El proyecto de Macron, que fue anunciado el pasado viernes y que será presentado el 9 de diciembre en la Asamblea, busca reforzar el “laicismo y el respeto a los principios republicanos” a través de una serie de medidas:
- Una ampliación de la prohibición del uso del ‘hiyab’ o velo islámico y una supervisión de las normas que vayan en contra de la laicidad francesa. Esto último se refiere, por ejemplo, a los decretos que permiten que haya un horario en las piscinas para mujeres y otro para hombres.
- Un control a las asociaciones islámicas en todo el país para verificar de dónde proviene su financiamiento y evitar que quienes promuevan un islam radical reciban subsidios estatales y reembolsen los fondos recibidos.
- Una reforma en el sistema de educación en el hogar, la cual se limitaría a quienes estrictamente necesiten este servicio por cuestiones de salud. Esto va en contravía de la tradición de muchas familias musulmanas que educan a sus hijos en casa bajo los parámetros de su religión.
- Una modificación a la formación islámica. Esto no tiene que ver con la educación de los menores sino con la de las autoridades musulmanas en el país. Esta es, quizás, la más ambiciosa de todas las propuestas. Lo que plantea el presidente es que los imanes musulmanes, por ejemplo, se certifiquen en Francia y no en el extranjero para reducir así la “injerencia” en el país. Macron y su gobierno señalan que los imanes formados en el exterior pueden propagar “ideas extremistas”, lo cual, apuntan, representa un peligro para la sociedad.
- El presidente quiere crear un “instituto científico de islamología”, el cual sería el encargado de investigar la civilización musulmana para entender su cultura, su historia y el idioma árabe y no permitir “la comprensión del islam a debates ideológicos y exclusivamente políticos”. A esto Macron le ha llamado un “islam en Francia” o un “islam ilustrado”.
- Finalmente, el presidente quiere reforzar la presencia del Estado en las ciudades. Su gobierno propone más presencia de jueces y de la policía con mayor proximidad a los ciudadanos para evitar casos de discriminación.
Con esto último, el gobierno de Macron pretende mostrarles a las comunidades musulmanas que con su reforma no solo llegarán una serie de deberes sino también de derechos. Sin embargo, todo su proyecto, al centrarse en la población musulmana, es visto como una reforma cargada de estigmatización y discriminación.
El gobierno ha intentado corregir su discurso añadiendo varias 's' a su proyecto, como señala el diario El Mundo. Ya no se habla de “una religión”, sino de “unas religiones”. Ya no es “extremismo”, ahora es “extremismos”. Sin embargo, no ha sido suficiente para satisfacer a los musulmanes, quienes se han sentido atacados por el mandatario.
“La represión de los musulmanes ha sido una amenaza, ahora es una promesa. En un discurso de una hora, Macron enterró el secularismo, envalentonó a los antimusulmanes de extrema derecha y amenazó la vida de los estudiantes musulmanes al pedir límites drásticos a la educación en casa a pesar de una pandemia mundial”, criticó Yasser Loati, un activista musulmán, en sus redes sociales.
“El presidente Macron describió al Islam como ‘una religión que está en crisis en todo el mundo hoy’. Ni siquiera sé qué decir. Esta observación es tan tonta (lo siento) que no necesita más análisis ... No ocultaré que estoy preocupado. No se menciona la supremacía blanca a pesar de que somos el país que exportó la teoría racista y supremacista blanca del ‘gran reemplazo’, utilizada por el terrorista que cometió la horrible masacre en #Christchurch”, añadió por su parte Rim-Sarah Alaoune, una académica francesa.
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