La Turquía de Erdogan: una presidencia entre discursos de odio y presos políticos
La victoria de Erdogan en los comicios estuvo fundamentada por críticas y señalamientos a grupos minoritarios que ahora temen su futuro en Turquía. Desde los migrantes, en su mayoría llegados por la guerra en Siria, hasta la comunidad LGTBIQ+, que ha sido tildada de una “religión” importada desde Occidente.
La nueva elección de Recep Tayyip Erdogan este domingo fue una batalla en los comicios de Turquía. Durante meses, el candidato utilizó el discurso en contra de grupos minoritarios como principal arma electoral. Una de sus principales municiones fue promover ante sus partidarios el rechazo a los migrantes, en su mayoría provenientes de la guerra en Siria, o la comunidad LGTBIQ+.
A través de insultos o descalificaciones Erdogan se dirigió a la comunidad LGTBIQ+, debido a que según él, “destruyen los valores familiares” tradicionales. Estos mensajes, que fueron respaldados por el ahora presidente y varios miembros de su círculo político, han ocasionado que la comunidad sienta temor por su vida y futuro dentro de Turquía.
“Tengo realmente miedo. Antes, ya no podía respirar y ahora van a intentar estrangularme”, dijo el sábado Ilker Erdogan, un estudiante de 20 años en Estambul.
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En su primer discurso el domingo por la noche tras su victoria, Erdogan preguntó a sus seguidores: “¿Es el CHP (partido laico de su rival perdedor Kemal Kiliçdaroglu) LGTB? ¿Es el HDP (prokurdo) LGTB?”. Y la multitud clamó: “¡Sí!”.
Y luego dijo: “¿Es el AKP (su partido) LGTB?” - “¡No!”, contestó el público.
“Cuando nací el AKP ya estaba en el poder. Desde que nací, he sentido la discriminación, la homofobia y el odio. Los funcionarios, los profesores, los directores, los trabajadores de la escuela me han hecho sentir ese odio”, recuerda otro hombre que ha vivido toda su vida en el país.
“Siempre me dijeron que había algo que no funcionaba en mí, que yo era un marginado, y me hicieron creer que lo era de verdad”, prosigue.
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A lo largo de la campaña electoral, el jefe de Estado saliente nunca dejó de atacar a esta comunidad, incluso diciendo que “ningún LGTB puede ser el producto de esta nación”.
Su ministro del Interior, Süleyman Soylu, denunció la “religión” LGTBQ, importada, según él, de “Estados Unidos y Europa”.
“Cuando hablan de LGTBQ, esto incluye el matrimonio de animales y humanos”, dijo en una ocasión.
Últimamente, se han incrementado los episodios de odio hacia esta comunidad.
“He sufrido más discursos y actos de odio de los que había tenido durante mucho tiempo. Me lanzaron café desde un coche y me han gritado en la calle”, asegura Ameda Murat Karaguzu, responsable de proyecto en una asociación para los derechos de los LGTBQ.
Los presos políticos, la vieja arista del proyecto Erdogan
El nuevo acceso de Erdogan a la presidencia turca también hace preguntar sobre el futuro de los miles de opositores, oficiales, magistrados, intelectuales, universitarios o artistas que fueron destituidos, apresados o forzados al exilio desde hace años.
La represión, criticada por ONG de derechos humanos y abogados de varios países del mundo, se le achca a Erdogan directamente. Pues fue precisamente desde 2013, tras una serie de protestas, que estos hechos empezaron a volverse sistemáticos y crónicos.
En ningún momento durante su campaña o tras la victoria, Erdogan sugirió ningún tipo de amnistía a su favor.
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Por ejemplo, desde hace años la comunidad internacional pide la libertad de Osman Kavala, filántropo de 65 años, y preso desde 2017, que fue condenado a prisión de por vida.
La Corte europea de derechos humanos consideró en 2019 que la detención de este editor y hombre de negocios tenía por objetivo “silenciarlo” y “disuadir a otros defensores de los derechos humanos”.
Osman Kavala vio su condena confirmada en apelación en diciembre de 2022, acusado de haber “tratado derrocar al gobierno” de Erdogan y financiar el “movimiento de Gezi”.
Los jueces confirmaron las penas de 18 años de detención que se anunciaron a fines de abril en primera instancia a sus siete coacusados. Entre ellos figura Tayfun Kahraman, urbanista en la alcaldía de Estambul y de muchos arquitectos.
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Los detractores del jefe de Estado se preocupan por el futuro de la libertad de expresión y la prensa, ya restringidas.
El delito de “insulto al presidente” fue utilizado con frecuencia y condujo a 16.753 inculpaciones en 2022.
Según Reporteros sin Fronteras, 38 periodistas están presos y decenas tuvieron que irse al extranjero, como Can Dündar.
Más de mil universitarios fueron objetivo de la purga en 2016 por firmar una petición a favor de la paz, que denunciaba la reanudación del conflicto entre el gobierno turco y el PKK.
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La nueva elección de Recep Tayyip Erdogan este domingo fue una batalla en los comicios de Turquía. Durante meses, el candidato utilizó el discurso en contra de grupos minoritarios como principal arma electoral. Una de sus principales municiones fue promover ante sus partidarios el rechazo a los migrantes, en su mayoría provenientes de la guerra en Siria, o la comunidad LGTBIQ+.
A través de insultos o descalificaciones Erdogan se dirigió a la comunidad LGTBIQ+, debido a que según él, “destruyen los valores familiares” tradicionales. Estos mensajes, que fueron respaldados por el ahora presidente y varios miembros de su círculo político, han ocasionado que la comunidad sienta temor por su vida y futuro dentro de Turquía.
“Tengo realmente miedo. Antes, ya no podía respirar y ahora van a intentar estrangularme”, dijo el sábado Ilker Erdogan, un estudiante de 20 años en Estambul.
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En su primer discurso el domingo por la noche tras su victoria, Erdogan preguntó a sus seguidores: “¿Es el CHP (partido laico de su rival perdedor Kemal Kiliçdaroglu) LGTB? ¿Es el HDP (prokurdo) LGTB?”. Y la multitud clamó: “¡Sí!”.
Y luego dijo: “¿Es el AKP (su partido) LGTB?” - “¡No!”, contestó el público.
“Cuando nací el AKP ya estaba en el poder. Desde que nací, he sentido la discriminación, la homofobia y el odio. Los funcionarios, los profesores, los directores, los trabajadores de la escuela me han hecho sentir ese odio”, recuerda otro hombre que ha vivido toda su vida en el país.
“Siempre me dijeron que había algo que no funcionaba en mí, que yo era un marginado, y me hicieron creer que lo era de verdad”, prosigue.
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A lo largo de la campaña electoral, el jefe de Estado saliente nunca dejó de atacar a esta comunidad, incluso diciendo que “ningún LGTB puede ser el producto de esta nación”.
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“Cuando hablan de LGTBQ, esto incluye el matrimonio de animales y humanos”, dijo en una ocasión.
Últimamente, se han incrementado los episodios de odio hacia esta comunidad.
“He sufrido más discursos y actos de odio de los que había tenido durante mucho tiempo. Me lanzaron café desde un coche y me han gritado en la calle”, asegura Ameda Murat Karaguzu, responsable de proyecto en una asociación para los derechos de los LGTBQ.
Los presos políticos, la vieja arista del proyecto Erdogan
El nuevo acceso de Erdogan a la presidencia turca también hace preguntar sobre el futuro de los miles de opositores, oficiales, magistrados, intelectuales, universitarios o artistas que fueron destituidos, apresados o forzados al exilio desde hace años.
La represión, criticada por ONG de derechos humanos y abogados de varios países del mundo, se le achca a Erdogan directamente. Pues fue precisamente desde 2013, tras una serie de protestas, que estos hechos empezaron a volverse sistemáticos y crónicos.
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La Corte europea de derechos humanos consideró en 2019 que la detención de este editor y hombre de negocios tenía por objetivo “silenciarlo” y “disuadir a otros defensores de los derechos humanos”.
Osman Kavala vio su condena confirmada en apelación en diciembre de 2022, acusado de haber “tratado derrocar al gobierno” de Erdogan y financiar el “movimiento de Gezi”.
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