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Las elecciones en Alemania ya terminaron. ¿Eso quiere decir que ya sabemos el nombre del sucesor de Angela Merkel? Lamentablemente no es así. Incluso, si somos realistas, tenemos que asumir que podrían pasar semanas o incluso meses hasta que conozcamos quién será el próximo canciller alemán. ¿Y por qué?
🗳️ En Alemania, el cargo de canciller no se elige directamente, sino que se escoge mediante una votación del Bundestag, la cámara baja del parlamento, una vez que los partidos consiguen formar un gobierno.
🗳️ Tras las elecciones del domingo, los dos mayores partidos del país, el Partido Socialdemócrata (SDP) y la alianza conservadora de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), de Merkel, y la Unión Social Cristiana (CSU), se repartieron la mayor cantidad de votos y quedaron en primer y segundo lugar respectivamente. Sin embargo, ninguno tiene la capacidad de conformar una mayoría en el Bundestag por su cuenta.
🗳️ Es decir, ambos necesitarán el apoyo de otros dos partidos como mínimo para lograr una coalición con peso suficiente para tener la mayoría, nombrar un canciller y gobernar. Esa necesidad de conformar una alianza tripartita no se había visto en la historia contemporánea del país. No se veía algo así desde la década de 1950.
Para un país acostumbrado a la estabilidad política tras 16 años bajo el liderazgo firme de Merkel, los próximos meses se perfilan entonces como un período tormentoso.
Con ambos partidos en facultades de gobernar, el proceso de definición del nuevo gobierno podría sumir a la primera economía europea en un largo periodo de parálisis política mientras duren las negociaciones en el Parlamento.
Tras las últimas elecciones, en 2017, se necesitaron más de seis meses para alcanzar un acuerdo y formar la actual gran coalición de conservadores y socialdemócratas.
Para los democristianos, las “pérdidas son amargas”, admitió Paul Ziemak, número dos de la CDU. Su partido nunca había caído por debajo del 30 % de los votos. En 2017, alcanzó 32,8 %. Esta vez obtuvo el 24,1 %, el peor resultado en su historia de siete décadas.
El descenso de los conservadores ensombrece, además, el fin del mandato de Merkel, quien pese a seguir siendo muy popular al término de cuatro legislaturas, parece haber sido incapaz de preparar su sucesión.
📢 Tanto Olaf Scholz, líder de los socialdemócratas, como Armin Laschet, líder de la alianza CDU/SDP, dijeron que pretenden tener un gobierno instalado antes de navidad.
🔑 ¿Quién tendrá la llave del poder?
Los Verdes, liderados por Annalena Baerbock, que durante un tiempo aparecían como favoritos, tienen suficiente apoyo para incidir en la definición del próximo gobierno.
Igualmente, los liberales del FDP recabaron suficiente apoyo para tener la llave del gobierno y convertirse en un actor ineludible para una futura coalición.
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Por su parte, los ultraderechistas del AfD, cuya entrada en el Bundestag en las elecciones de 2017 fue muy comentada, confirmarían su permanencia en el tablero político de Alemania. Sin embargo, con entre el 10 % y el 11 % de los votos, este partido islamófobo debilitado por sus problemas internos, registraría un leve retroceso respecto a los anteriores comicios (12,6 %).
Si la tendencia se confirma, Scholz podría estar en posición de suceder a Merkel y desencadenar el “cambio” que prometió al final de su campaña. Los Verdes se reservan la posibilidad de aliarse tanto con el SPD como con la derecha, afirmando que lo que desean, por encima de todo, es promover su programa para luchar contra el cambio climático.
Según un sondeo de YouGov , una mayoría de electores favorece a una coalición de centro izquierda, ecologistas y liberales. Y 43 % de ellos estima que Olaf Scholz debe ser canciller.
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La opción de una coalición puramente de izquierdas, en cambio, parece descartada, pues la izquierda radical de Die Linke alcanzó resultados demasiado bajos, según las estimaciones.
Tras una campaña caótica marcada por sus meteduras de pata, Laschet tendrá que mostrarse muy persuasivo. Su último traspiés: al depositar su voto, mostró la papeleta ante las cámaras, infringiendo la regla que marca que el voto debe ser secreto.
El fin de la era Merkel podría desembocar en una nueva guerra de jefes en la derecha alemana, donde el liderazgo de Laschet podría ser puesto en entredicho, ocho meses después de su elección.
❌ ¿Y qué pasa si no hay acuerdo?
Según el artículo 63 de la Constitución alemana, el jefe de Estado debe proponer un potencial canciller al Bundestag.
Si no surge una alianza entre los partidos, el presidente Frank-Walter Steinmeier, del SPD, podría nominar un posible canciller, que podría salir del partido con la mayor cantidad de votos.
El parlamento deberá votar en secreto, y el candidato ganador deberá obtener una mayoría absoluta. En caso de no alcanzarla, se hará una segunda votación dos semanas después. Si aun no hay mayoría absoluta, habrá de inmediato una tercera votación en la que se puede dar un ganador con mayoría relativa.
Con ello, el presidente debe decidir si nombra al canciller como jefe de un gobierno de minoría o si disuelve el Bundestag y convoca a nuevas elecciones. Este sería el peor escenario, que fue evitado en 2017. Frente al bloqueo de las negociaciones, Steinmeier urgió a los partidos a reunirse de nuevo y los presionó a renovar la llamada gran coalición.
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