Los escenarios de la guerra en Ucrania
Un historiador y profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia escribió el libro “Guerra en Ucrania”. Este es un fragmento sobre tres escenarios de tratados bilaterales factibles de ser negociados entre las partes enfrentadas, “todos con altas probabilidades de fracasar”.
Carlos Alberto Patiño Villa *Especial para El Espectador
Para Ucrania se trata de impedir, contener y revertir cualquier conquista territorial de Rusia sobre su territorio, algo que ha sido expresado con contundencia por el presidente Zelenski y gran parte de los militares, e incluso parte de la población civil presente en las áreas atacadas. Para Zelenski, como lo ha dejado claro en diferentes intervenciones a lo largo de la guerra, Crimea sigue siendo territorio ucraniano, y su estatus político y territorial debe ser discutido. Para los militares y los combatientes ucranianos ha sido clave el armamento entregado, vendido o cedido por los occidentales para detener el avance ruso sobre el oriente del país, y es parte de lo que ha llevado a que las conquistas territoriales, todavía al final de abril de 2022, estén lejos de consolidarse.Pero, ¿cómo se reflejan los movimientos militares sobre la posibilidad real de negociar un tratado? La respuesta no es clara cuando la guerra aún está en ejecución, y menos aún con la falta de éxito militar de Rusia, lo que hasta ahora no quiere decir derrota, pero sí abre una perspectiva de un conflicto prolongado, en donde los militares ucranianos profundizarán tácticas de guerra asimétrica e irregular, y los rusos deberán exponer su frontera suroccidental a una guerra posiblemente de largo aliento.
***
De lo negociado hasta el día 60 de la guerra, cuando este trabajo de investigación se cierra, y con base en la descripción de lo sucedido por diversas fuentes, es posible identificar tres escenarios básicos de tratados bilaterales factibles de ser negociados entre las partes enfrentadas, todos con altas probabilidades de fracasar en el mediano plazo. Primero: dado que Rusia no logró conquistar a Ucrania en todo su territorio, intentará que Kiev acepte las conquistas territoriales que ha obtenido, tanto en 2014 como en esta guerra de 2022.
Ello irá acompañado de las exigencias que hasta ahora parecen irrenunciables para el Kremlin de que Ucrania desista de ser parte de la OTAN y de la UE, y que se conforme como un Estado desarmado desde el punto de vista estratégico, que, sin embargo, no es una fórmula parecida a la de Finlandia, como algunos analistas creen, pues Ucrania tiene un valor histórico y político sustancialmente diferente para Rusia. Hasta el final del mes de abril esta fórmula fue inaceptable en todos sus puntos por Kiev, que ha dicho que la integridad territorial es innegociable, y sobre los puntos referidos al ingreso en la OTAN y la Unión Europea, Zelenski ha afirmado que los mismos serían sometidos a referendo, y con base en lo aprobado en dicho referendo, el Estado ucraniano tomaría una decisión de fondo.
Una negociación de este tipo supone que Kiev renunciaría a ser un Estado soberano, y limitaría sus posibilidades de existencia a un necesario entendimiento obligado con Rusia, careciendo además de las capacidades militares suficientes para defenderse de futuras agresiones. En este escenario de negociación, lo que es evidente es que Moscú dejaría abierta la posibilidad de realizar en el futuro nuevas incursiones hasta lograr la toma del territorio ucraniano.
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De esta forma, la exigencia del desarme se convierte en un asunto ambiguo: de una parte, se plantea una supuesta perspectiva de neutralidad sobre Ucrania y, de otra, supone que Ucrania sería a todos los efectos un Estado tapón (buffer State) contra la OTAN. Sin embargo, una victoria militar rusa contundente dejaría a Kiev sin muchas opciones para negociar en un escenario como este, pues ya ha sido claro que, aunque ha recibido ayuda militar crucial, hasta la fecha la OTAN no ha desplegado fuerzas militares para defender a Ucrania y ya ni los recuerdos del memorándum de Budapest tienen sentido.
Segundo: si los avances militares no se confirman y Rusia logra solo pequeñas conquistas territoriales, que quizá pueden ser alrededor del puerto de Mariúpol y algo más, aparte de lo que logre retener y controlar en la zona del Donbás, Moscú tendría que limitar sus exigencias y dejaría planteado un esquema complejo respecto a lo que ha llamado la necesaria seguridad de su Estado contra la OTAN. No obstante, el asunto del derecho de Ucrania a ingresar o no a cualquier organización internacional es algo que debe ser claro, pues lo que está en juego es la soberanía del mismo Estado ucraniano, que al parecer Moscú cuestiona, como fue evidente desde el discurso mismo de declaración de la guerra.
Sin embargo, en este escenario Kiev considera que puede tener algún margen para negociar el fin de la guerra, dando valor a su oferta de someter a referéndum, o incluso a plebiscito, la consulta sobre el ingreso tanto en la OTAN como en la Unión Europea. No es claro si Kiev esté más dispuesto a aceptar la pérdida definitiva de Crimea que la pérdida de territorios orientales, pero lo cierto es que el Estado ucraniano ha dejado de existir sobre la península desde 2014 y su presencia en los territorios orientales aún se disputa, y quizá Kiev no esté dispuesto a reconocer esas pérdidas territoriales ante la posibilidad de que Ucrania pueda emprender una guerra asimétrica popular contra el Estado invasor que, además, de entrada, tiene el apoyo político de una nación en proceso de reconstitución. De esta forma, no es posible reconocer como parte de un Estado exterior algo que quizá se pueda ganar por la fuerza.
Tercero: este último escenario implicaría que Rusia no tuviese la posibilidad de obtener conquistas territoriales ni creíbles ni sostenibles en la región del Donbás, aunque retenga dentro de su propiedad la península de Crimea. Este escenario se abre en dos opciones diferenciadas: una que está marcada por el uso de armas de destrucción masiva, ya sean nucleares, tácticas, químicas o biológicas, lo que muy posiblemente conllevaría una respuesta de la OTAN, creando un escenario bélico y político más allá de la guerra en Ucrania, y de otro lado, que Rusia deba retirarse, dejando tras de sí cualquier opción de proyección geopolítica y geoestratégica que hubiese considerado.Estas dos últimas situaciones traerían consecuencias políticas internas posibles dentro de Rusia, introduciendo una inestabilidad hasta ahora desconocida durante el régimen de Putin, y dejando al descubierto el mayor arsenal nuclear del mundo. En este último escenario, Kiev no tendría ningún estímulo para negociar y se convertiría en un protagonista fundamental de la estabilidad europea, e incluso global.
* Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial.
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Para Ucrania se trata de impedir, contener y revertir cualquier conquista territorial de Rusia sobre su territorio, algo que ha sido expresado con contundencia por el presidente Zelenski y gran parte de los militares, e incluso parte de la población civil presente en las áreas atacadas. Para Zelenski, como lo ha dejado claro en diferentes intervenciones a lo largo de la guerra, Crimea sigue siendo territorio ucraniano, y su estatus político y territorial debe ser discutido. Para los militares y los combatientes ucranianos ha sido clave el armamento entregado, vendido o cedido por los occidentales para detener el avance ruso sobre el oriente del país, y es parte de lo que ha llevado a que las conquistas territoriales, todavía al final de abril de 2022, estén lejos de consolidarse.Pero, ¿cómo se reflejan los movimientos militares sobre la posibilidad real de negociar un tratado? La respuesta no es clara cuando la guerra aún está en ejecución, y menos aún con la falta de éxito militar de Rusia, lo que hasta ahora no quiere decir derrota, pero sí abre una perspectiva de un conflicto prolongado, en donde los militares ucranianos profundizarán tácticas de guerra asimétrica e irregular, y los rusos deberán exponer su frontera suroccidental a una guerra posiblemente de largo aliento.
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De lo negociado hasta el día 60 de la guerra, cuando este trabajo de investigación se cierra, y con base en la descripción de lo sucedido por diversas fuentes, es posible identificar tres escenarios básicos de tratados bilaterales factibles de ser negociados entre las partes enfrentadas, todos con altas probabilidades de fracasar en el mediano plazo. Primero: dado que Rusia no logró conquistar a Ucrania en todo su territorio, intentará que Kiev acepte las conquistas territoriales que ha obtenido, tanto en 2014 como en esta guerra de 2022.
Ello irá acompañado de las exigencias que hasta ahora parecen irrenunciables para el Kremlin de que Ucrania desista de ser parte de la OTAN y de la UE, y que se conforme como un Estado desarmado desde el punto de vista estratégico, que, sin embargo, no es una fórmula parecida a la de Finlandia, como algunos analistas creen, pues Ucrania tiene un valor histórico y político sustancialmente diferente para Rusia. Hasta el final del mes de abril esta fórmula fue inaceptable en todos sus puntos por Kiev, que ha dicho que la integridad territorial es innegociable, y sobre los puntos referidos al ingreso en la OTAN y la Unión Europea, Zelenski ha afirmado que los mismos serían sometidos a referendo, y con base en lo aprobado en dicho referendo, el Estado ucraniano tomaría una decisión de fondo.
Una negociación de este tipo supone que Kiev renunciaría a ser un Estado soberano, y limitaría sus posibilidades de existencia a un necesario entendimiento obligado con Rusia, careciendo además de las capacidades militares suficientes para defenderse de futuras agresiones. En este escenario de negociación, lo que es evidente es que Moscú dejaría abierta la posibilidad de realizar en el futuro nuevas incursiones hasta lograr la toma del territorio ucraniano.
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De esta forma, la exigencia del desarme se convierte en un asunto ambiguo: de una parte, se plantea una supuesta perspectiva de neutralidad sobre Ucrania y, de otra, supone que Ucrania sería a todos los efectos un Estado tapón (buffer State) contra la OTAN. Sin embargo, una victoria militar rusa contundente dejaría a Kiev sin muchas opciones para negociar en un escenario como este, pues ya ha sido claro que, aunque ha recibido ayuda militar crucial, hasta la fecha la OTAN no ha desplegado fuerzas militares para defender a Ucrania y ya ni los recuerdos del memorándum de Budapest tienen sentido.
Segundo: si los avances militares no se confirman y Rusia logra solo pequeñas conquistas territoriales, que quizá pueden ser alrededor del puerto de Mariúpol y algo más, aparte de lo que logre retener y controlar en la zona del Donbás, Moscú tendría que limitar sus exigencias y dejaría planteado un esquema complejo respecto a lo que ha llamado la necesaria seguridad de su Estado contra la OTAN. No obstante, el asunto del derecho de Ucrania a ingresar o no a cualquier organización internacional es algo que debe ser claro, pues lo que está en juego es la soberanía del mismo Estado ucraniano, que al parecer Moscú cuestiona, como fue evidente desde el discurso mismo de declaración de la guerra.
Sin embargo, en este escenario Kiev considera que puede tener algún margen para negociar el fin de la guerra, dando valor a su oferta de someter a referéndum, o incluso a plebiscito, la consulta sobre el ingreso tanto en la OTAN como en la Unión Europea. No es claro si Kiev esté más dispuesto a aceptar la pérdida definitiva de Crimea que la pérdida de territorios orientales, pero lo cierto es que el Estado ucraniano ha dejado de existir sobre la península desde 2014 y su presencia en los territorios orientales aún se disputa, y quizá Kiev no esté dispuesto a reconocer esas pérdidas territoriales ante la posibilidad de que Ucrania pueda emprender una guerra asimétrica popular contra el Estado invasor que, además, de entrada, tiene el apoyo político de una nación en proceso de reconstitución. De esta forma, no es posible reconocer como parte de un Estado exterior algo que quizá se pueda ganar por la fuerza.
Tercero: este último escenario implicaría que Rusia no tuviese la posibilidad de obtener conquistas territoriales ni creíbles ni sostenibles en la región del Donbás, aunque retenga dentro de su propiedad la península de Crimea. Este escenario se abre en dos opciones diferenciadas: una que está marcada por el uso de armas de destrucción masiva, ya sean nucleares, tácticas, químicas o biológicas, lo que muy posiblemente conllevaría una respuesta de la OTAN, creando un escenario bélico y político más allá de la guerra en Ucrania, y de otro lado, que Rusia deba retirarse, dejando tras de sí cualquier opción de proyección geopolítica y geoestratégica que hubiese considerado.Estas dos últimas situaciones traerían consecuencias políticas internas posibles dentro de Rusia, introduciendo una inestabilidad hasta ahora desconocida durante el régimen de Putin, y dejando al descubierto el mayor arsenal nuclear del mundo. En este último escenario, Kiev no tendría ningún estímulo para negociar y se convertiría en un protagonista fundamental de la estabilidad europea, e incluso global.
* Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial.
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