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Los refugiados sirios se ven obligados cada vez más a regresar a su país, aún en guerra, tras ser expulsados de Turquía, Líbano y Jordania, países vecinos exasperados por la dificultad de acoger a millones de sirios en su territorio.
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Las autoridades turcas expulsaron en julio a Nidal Husein, un sirio que se desplazó a Estambul a principios de 2019 para reencontrarse con su familia, en el exilio desde hace cinco años. Sin ningún motivo aparente, y con el argumento de que no tenía permiso de residencia, lo extraditaron directamente a Siria.
Líbano, Turquía y Jordania acogen a 5,2 millones de sirios, que abandonaron su país tras el inicio de la guerra en 2011.
Las autoridades de estos tres países se muestran cada vez más activas para obligar a regresar a su país a los refugiados sirios, percibidos como una "carga" para la economía.
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Varias organizaciones defensoras de los derechos humanos alertaron en los últimos meses sobre el crecimiento de la xenofobia y la presión sobre los refugiados sirios para obligarlos a regresar a su país.
"La crisis se demora, ya llevamos ocho años desde el inicio del exilio de los sirios (...) los países vecinos están exhaustos", recuerda Naser Yasin, director del Instituto Isam Fares, especializado en asuntos internacionales y cuya sede se encuentran en Beirut.
La ausencia de "soluciones claras en la cuestión del retorno de los refugiados sirios" favorece una "multiplicación de campañas contra ellos", explica.
Según Naciones Unidas, Turquía acoge a 3,6 millones de exiliados sirios, Líbano, a 1,5 millones y Jordania, a un millón, según los respectivos gobiernos.
Aunque en Jordania no se ha acentuado tanto la presión sobre los refugiados sirios, las autoridades insisten en atribuir las dificultades económicas y los problemas en las infraestructuras a su presencia.
Un ambiente hostil
Activistas turcos impulsaron la campaña "Todos somos migrantes" para denunciar la presión que sufren los refugiados.
"El ambiente hostil contra los sirios (...) se degradó recientemente con el consenso entre políticos y medios de que los sirios son fuente de problemas" en Turquía, explica Yildiz One, portavoz de esta campaña.
"Expulsar a los sirios a un país todavía en guerra (...) los expone a una amenaza de muerte", recuerda.
Según Ankara, 337.729 refugiados sirios en Turquía regresaron a su país desde el inicio de la guerra y todos ellos lo hicieron de forma voluntaria.
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La misma versión defiende el gobierno libanés al asegurar que 325.000 refugiados volvieron a Siria desde 2017 de forma "no forzada".
Varias oenegés cuestionan, sin embargo, el carácter voluntario de estos retornos y denuncian varias medidas para poner la soga en el cuello a los refugiados.
El ejército libanés también destruyó 350 casas en el norte de Líbano y detuvo a decenas de personas sin permiso de residencia, denunciaron varias oenegés.
El ministro libanés de Trabajo también impulsó recientemente una campaña contra la mano de obra extranjera e ilegal, una medida destinada sobre todo contra los exiliados sirios.
El régimen sirio volvió a abrir en octubre de 2018 el principal puesto fronterizo con Jordania, tras haber recuperado su control tres meses antes.
Desde entonces, 25.000 refugiados regresaron a Siria, según la ONU. Pero muchos de ellos temen volver por "la persecución y la ausencia de seguridad" en este país, según Yasin.
La mitad de los exiliados sirios en Jordania, Líbano y Turquía "tienen constancia de que sus casas fueron destruidas o quedaron en un estado inhabitable", añade esta activista.
Damasco, que cuenta con el apoyo de Rusia e Irán, controla el 60% del territorio sirio.