Lula, de regreso a la diplomacia, con el dilema de apoyar militarmente a Ucrania
Tras sus intervenciones en la Asamblea General de la ONU, se espera que Lula da Silva y Volodimir Zelenski se reúnan. Hay quienes piensan que este es un intento por mantener un equilibrio en las relaciones de Brasil, dada su apuesta de querer mediar en la guerra entre Kiev y Moscú, mientras el país suramericano da nuevos pasos para regresar al escenario internacional.
María José Noriega Ramírez
Se cumplieron 20 años desde la primera vez que Lula da Silva pisó la tribuna de la Asamblea General de la ONU. Según él, Ucrania muestra “nuestra incapacidad colectiva para hacer aplicar los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas. No subestimamos las dificultades para alcanzar la paz. Ninguna solución será duradera sin diálogo”, por lo que es necesario “crear espacios para las negociaciones”, afirmó el líder brasileño el martes, un día antes de su encuentro con Volodimir Zelenski, previsto para hoy, al margen de la cita que reunió a varios líderes mundiales en Nueva York esta semana.
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Se cumplieron 20 años desde la primera vez que Lula da Silva pisó la tribuna de la Asamblea General de la ONU. Según él, Ucrania muestra “nuestra incapacidad colectiva para hacer aplicar los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas. No subestimamos las dificultades para alcanzar la paz. Ninguna solución será duradera sin diálogo”, por lo que es necesario “crear espacios para las negociaciones”, afirmó el líder brasileño el martes, un día antes de su encuentro con Volodimir Zelenski, previsto para hoy, al margen de la cita que reunió a varios líderes mundiales en Nueva York esta semana.
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“Yo no quiero entrar en la guerra, yo quiero acabar con ella”, afirmó este año el líder del Palacio de Planalto. De hecho, él ha querido proyectarse como un posible mediador entre Moscú y Kiev, pero el terreno no es sencillo. Según dice Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de la Universidad del Rosario, “es difícil que lo logre, pues es complicado pensar que los países del Sur Global puedan imponer una voz de paz. En general, son los Estados poderosos los que pueden incentivar o imponer, dependiendo del caso, el diálogo. Aquí, donde están comprometidos la OTAN, Rusia, Estados Unidos, las grandes potencias del mundo, no va a ser fácil, salvo que a Brasil lo acompañen otros países poderosos, como lo podrían ser China y Turquía”.
Él, además, cree que, para lograr alguna incidencia, Brasil debe mantener una buena relación con Ucrania y Rusia. Ahí, por ejemplo, lee la reciente visita del canciller ruso, Serguéi Lavrov, a Brasilia como una manera de buscar ese equilibrio. Ahora bien, “no será fácil: cualquier acercamiento a Rusia es interpretado por Estados Unidos y Europa como una señal de simpatía”. Además, por el lado ucraniano, ya han ocurrido ciertos roces. El año pasado, en una entrevista, Lula da Silva afirmó que Zelenski era “tan responsable como Putin de la guerra” y se ha negado a dar armas a Kiev. De hecho, entre 2014 y 2016, Brasil compró 34 defensas antiaéreas a Alemania. El año pasado, Berlín le pidió al Gobierno brasileño devolver lo que no había utilizado, pero la respuesta fue: no si es para Ucrania.
El país europeo ha querido comprarle al suramericano vehículos blindados, aviones, sistemas de defensa aérea, granadas de mortero, rifles de francotirador, armas automáticas y municiones, según informó The New York Times. Allí se lee que los países con economías emergentes, como Brasil, tienen sistemas de armas que son más baratos de operar y de mantener. Eso le afirmó al medio estadounidense Sandro Teixeira Moita, profesor de estrategia militar en la Escuela de Mando y Estado Mayor del Ejército brasileño: “Los países del Sur Global tienen sistemas de armas más adaptados a sus realidades”.
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Lo cierto es que Brasil ya ha dado armas a otros países involucrados en enfrentamientos bélicos: desde el inicio de la guerra de Yemen, le ha suministrado a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos más de 21.000 toneladas de armas y municiones valoradas en US$680 millones. La cuestión con Ucrania, más allá de sus intentos por querer mediar en el enfrentamiento, es que depende de Rusia para obtener una cuarta parte de sus fertilizantes. De hecho, según datos expuestos por The New York Times, en 2022, el año en el que tomó lugar la invasión rusa de Ucrania, el Gobierno brasileño compró más de 8,8 millones de toneladas de fertilizantes rusos. De ahí también se entiende la necesidad de mantener el equilibrio en sus relaciones con otros, en este caso con Moscú.
Por su parte, el consultor político Caio Manhanelli cree que “la reunión con Zelenski no llevará a Lula a posicionarse como un mediador en el conflicto porque ya lo es. Seguramente, no va a lograr, de una manera más incisiva, cambiar las demandas y la postura de Zelenski, pero sí podría tener una mayor influencia sobre las demandas de Putin. No se trata de que el presidente ruso vaya a cambiar mucho lo que quiere, pero Lula sí podría hacer que sus imposiciones sean más suaves. Él tiene más apertura con su homólogo en Moscú, y no por una cuestión de relación de proximidad, porque no la hay, sino por temas económicos, que no se apartan de la cuestión política”.
Con respecto a Zelenski y a la reunión con el jefe de Estado de Brasil, Manhanelli cree que aquella es un intento del ucraniano por tener una cercanía con América del Sur y de pedir apoyo militar, como lo ha hecho con Estados Unidos y con los países europeos. Sin embargo, lo ve poco probable: “Rusia cree que Brasil no ayudaría con armamento a Ucrania, y tal vez ese es el compromiso de Brasilia con Moscú. Probablemente, ese será el resultado de la reunión de hoy, en la que, según Lula, no hay muchas expectativas”. Justamente, algo de eso mencionó en su intervención ante la Asamblea General de la ONU: “Los conflictos armados son una afrenta a la racionalidad humana” y recordó que, el año pasado, los gastos militares a nivel mundial sumaron más de dos billones de dólares y en armamento nuclear alcanzaron los US$83.000 millones, un valor veinte veces superior al presupuesto de la ONU.
Con el regreso de Lula da Silva a la Presidencia, Brasil ha dado pasos para volver al multilateralismo, o al menos eso cree Jaramillo Jassir. El líder de los trabajadores “lo dijo de una forma clara: el país vuelve a los escenarios globales. Jair Bolsonaro anunció que se iba a retirar de Mercosur y del sistema de Naciones Unidas, algo que finalmente no pudo hacer porque la Cancillería lo frenó. Pero, definitivamente, el contraste es grande: Lula anunció el retorno a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la que sí se retiró su antecesor, y quiere revivir la Organización para el Tratado de Cooperación Amazónica”.
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