¿Es Francia la Grecia del Sena? Macron en la cuerda floja tras colapso político
La crisis económica y política en Francia ha dejado a Emmanuel Macron atrapado en un callejón sin salida, con un Parlamento dividido y medidas impopulares. La deuda y la fragmentación política amenazan con desestabilizar aún más al país.
Camilo Gómez Forero
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha cocinado a fuego lento la receta para una de las mayores crisis que ha visto su país en las últimas décadas. Desde que llegó al poder en 2017, el político favorable a la agenda de las grandes empresas empezó a recortar impuestos discrecionales por más de 65.000 millones de euros hasta la actualidad. El problema fue que estos recortes no fueron acompañados de limitaciones equivalentes al gasto público, lo que ha conducido a una desestabilización de las finanzas públicas francesas agravada por la pandemia de 2020 y la guerra en Ucrania.
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El presidente francés, Emmanuel Macron, ha cocinado a fuego lento la receta para una de las mayores crisis que ha visto su país en las últimas décadas. Desde que llegó al poder en 2017, el político favorable a la agenda de las grandes empresas empezó a recortar impuestos discrecionales por más de 65.000 millones de euros hasta la actualidad. El problema fue que estos recortes no fueron acompañados de limitaciones equivalentes al gasto público, lo que ha conducido a una desestabilización de las finanzas públicas francesas agravada por la pandemia de 2020 y la guerra en Ucrania.
“El programa de Macron ha sido uno de recorte para sectores estratégicos para tratar de recuperar competitividad para Francia que se cruzó con un momento difícil por la crisis del covid, lo que significó un aumento de los gastos. Esto ha desembocado en esta situación de crisis”, explica Yann Basset, profesor de ciencia política de la Universidad del Rosario.
La semana pasada, el rendimiento de los bonos franceses subió por encima de los niveles de los de Grecia, país con una severa crisis económica. Es decir, la percepción de riesgo sobre la economía francesa está incluso más arriba que la de la economía más desastrosa de la Eurozona. Justo ahora, el gobierno está buscando cómo tapar el hueco fiscal que hay para salir de la crisis, pero sus propuestas han sido tan impopulares en el Parlamento que el miércoles le costaron la cabeza al primer ministro de Macron, Michel Barnier.
La Asamblea Nacional (cámara baja) votó el miércoles a favor de tumbar a Barnier, quien llevaba menos de 100 días de gobierno, provocando el otro colapso del Gobierno Macron. “Los desacuerdos que hay son sobre la forma en la que se debe abordar esta situación económica: si aumentan los impuestos, si reducen los gastos o ambas cosas”, dice el docente.
Aunque esta censura no afecta directamente al presidente, su debilidad es cada vez más grande, y sus propias medidas lo han dejado en un callejón sin salida. Ahora Macron tendrá que nombrar otro primer ministro, pero sea quien sea seguro tendrá que enfrentarse al mismo Parlamento que tiene tres bloques irreconciliables: izquierda, centro y extrema derecha, los cuales se formaron en junio tras unas elecciones adelantadas que el mismo Macron convocó. Sin la posibilidad de celebrar elecciones hasta julio de 2025, a Francia se le avecinan meses de posible parálisis. La urgencia más grande es aprobar el presupuesto del próximo año. ¿Qué le queda por hacer a Macron y a quién puede nombrar? Despejemos una duda antes.
¿Es Francia la Grecia del Sena?
Los medios occidentales se han apresurado a comparar la situación actual de Francia con la de Grecia en 2012 y a dibujar el escenario de un colapso económico. Basset explica que “la comparación con Grecia es bastante superficial porque dicha economía tenía problemas de fraude fiscal muy importantes. Francia, de todos modos, tiene una administración fiscal robusta y hay medios normativos para salir de esta situación sin que eso desemboque en una crisis financiera a corto plazo. Esto es más a largo plazo”.
El profesor agrega que “planes para salir de la crisis hay. Para la izquierda consisten en aumentar los impuestos. Para la extrema derecha, en cambio, se quiere cortar gastos de seguridad social, entre otras cosas. Ahora, más allá de la alternativa programática, el problema es que el Parlamento está dividido en tres bloques incompatibles”.
Con un Legislativo tan fragmentado, es poco probable que se apruebe un presupuesto para 2025, lo que implicará la implementación de un presupuesto provisional. Esto no resolverá el déficit público, que se espera que supere el 6 % del PIB en 2024, así que se incrementará la deuda. A medida que la economía francesa desacelera, la falta de consenso sobre el presupuesto pone en riesgo la recuperación de las finanzas públicas. El próximo gobierno enfrentará una tarea aún más difícil.
Las cartas de Macron
Al presidente francés le queda una amplia gama de opciones. La primera sería nombrar de nuevo a Barnier. Nada se lo impide. Hay un precedente de 1962, cuando el entonces presidente Charles de Gaulle nombró al primer ministro censurado Georges Pompidou, aunque el propio Barnier ha dicho que esto no tendría sentido y no sacaría al Gobierno del atolladero.
Por ahora, Macron podría pedirle a Barnier y a sus ministros que permanezcan en el cargo de manera interina para manejar los asuntos cotidianos con el objetivo de ganar tiempo para identificar a un primer ministro que pudiera atraer suficiente apoyo multipartidista. Este gobierno se dedicaría a la gestión diaria y a cobrar los impuestos, pero se enfrentaría al escollo en el Parlamento de los presupuestos para 2025, que ya provocaron la caída de Barnier. Esta opción, sin embargo, no sería considerada por el gobierno.
“Detrás de lo técnico siempre está la política”, resume un líder de la alianza de Macron, rechazando este escenario.
La segunda opción de Macron es ampliar sus apoyos. El ex primer ministro Gabriel Attal, predecesor de Barnier, apoyó un acuerdo con el Partido Socialista, que forma parte de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP). Esta alianza le permitiría a Macron contar con algunos de sus alfiles como ministros. Los socialistas y ecologistas lo ven con buenos ojos y propondrían un “pacto de no censura” con el resto de partidos, excepto con la extrema derecha, pero las relaciones entre el presidente y la NFP están deterioradas.
Macron, por un lado, había rechazado nombrar como la primera ministra a la candidata de la NFP, la economista Lucie Castets. Además, la Francia Insumisa, parte de la coalición de izquierdas, aboga por “aplicar el programa y solo el programa” del NFP, un cambio radical a la izquierda, pese a que este escenario implicaría una censura rápida en el Parlamento. Esta formación necesitaría más voluntad para negociar.
Otro camino, que plantea el ala más derechista de la coalición oficialista, es el de pactar con la extrema derecha la supervivencia de un nuevo gobierno. Este es un camino más claro para que Macron pueda nombrar un nuevo primer ministro capaz de formar un gobierno y aprobar un presupuesto antes de fin de año. Sin embargo, tendría que ceder a las demandas presupuestarias de la extrema derecha. Es decir, abandonar sus esfuerzos para reducir el enorme déficit presupuestario del país.
La otra opción es, volviendo al primer punto, elegir un nuevo primer ministro que cuente con más apoyo entre los partidos. Entre los nombres que circulan para suceder al exnegociador europeo del Brexit figura el actual ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, y el aliado centrista de Macron y exministro, François Bayrou.
Lecornu es bien valorado por los miembros de la Asamblea Nacional. Tiene una buena relación con los dirigentes del partido, aunque su nombramiento podría causar controversia dentro del campo macronista por su cercanía con figuras de la extrema derecha, como Marine Le Pen.
Bayrou, por otro lado, es conocido por sus posiciones duras contra la Fiscalía en el proceso contra miembros del Frente Nacional. Podría recibir apoyo de algunos diputados socialistas, pero su elección sería difícil debido a su vínculo con los partidos que contribuyeron a la caída del anterior gobierno.
Mientras Macron considera qué hacer, hay que destacar que esta crisis no puede llegarle en un peor momento. El sábado recibirá al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, con quien ha tenido una gran rivalidad. “Macron y la posición de Francia en general quedan debilitados, mientras hay un vacío de poder en Europa y un cambio de gobierno en Washington que agrega complejidad al asunto”, concluye Basset.
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