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“La guerra de Ucrania es el éxodo de las mujeres”. Difícilmente habría una frase más clara para empezar este artículo que esa, escrita por Rosa M. Tristán en el Huffington Post. La crisis de refugiados y de desplazamiento interno en Ucrania, tras la invasión rusa, que lleva 13 días, tristemente comparte con muchas otras el hecho de tener a las mujeres en el grueso de la población que huye, junto con niños y niñas, mientras sus esposos, hermanos o hijos conforman la mayoría de las fuerzas en combate.
Con “la mayoría” nos referimos a que de todas formas el 10 % de las Fuerzas Armadas lo constituyen las mujeres, muchas de las cuales se unieron al combate desde 2014, cuando se inició el conflicto en el Donbás. Como lo resumió Molly Olmstead en Slate: “La guerra de 2014 en Donbás obligó al ejército ucraniano a enfrentarse a una realidad a la que tiene que enfrentarse de nuevo hoy: no puede permitirse el lujo de discriminar”, pues hasta 2016 ellas no podían ocupar oficialmente posiciones como soldados, francotiradoras, entre otras.
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Mientras esas mujeres combaten y los hombres entre 16 y 60 años tienen prohibido salir del país, 1,5 millones de personas aproximadamente han huido, y 75 % de ellas son mujeres, según cifras citadas por el Huffington Post. En este escenario, es preciso recordar que “la historia ha demostrado repetidamente que el estallido de conflictos y guerras aumenta la exposición de las mujeres y las niñas a los crímenes de guerra, especialmente a todas las formas de violencia de género, asesinatos arbitrarios, violaciones y tráfico”, dijeron expertos en derechos humanos de Naciones Unidas.
Y así como la existencia de ucranianas en combate precede a la invasión actual, también lo hace “el sufrimiento de la población civil, incluyendo a mujeres y niñas”, destacó la ONU en su comunicado, pues en el este del país, durante ocho años y con epicentro en Donetsk y Lugansk, la gente ha padecido un conflicto armado que ha dejado alrededor de 14.000 personas muertas y 1,5 millones desplazadas (para ocho años, el mismo cálculo que en 12 días de invasión), de las cuales dos tercios son mujeres.
Ucrania ocupa el lugar 74, entre 156 países, en el ranquin de género del Foro Económico Mundial, que observa la participación económica, el logro educativo, la salud y el empoderamiento político. El país, por supuesto, no es ajeno al flagelo de la violencia machista. Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), de 2019, alrededor del 75 % de las mujeres informaron haber experimentado algún tipo de violencia desde los 15 años, donde una de cada tres dijo haber vivido violencia física o sexual. El riesgo de estas agresiones aumenta en un contexto de guerra.
ONU Mujeres, con base en una caracterización que hicieron de las necesidades de las refugiadas sirias en los Balcanes Occidentales en 2015, señala que la separación de las familias, el estrés y trauma psicosocial, el daño físico, la falta de acceso a salud sexual y reproductiva, así como la violencia basada en género son los principales desafíos que surgen en este tipo de situaciones. Con necesidades y sin una red de apoyo en un país extraño, las refugiadas son vulnerables a ser víctimas de tráfico de personas y explotación sexual.
Respecto a las que se quedaron, Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, expresó: “Quisiera alabar a las mujeres increíblemente valientes de Ucrania, que luchan obligadas a albergar a sus seres queridos en búnkeres, que dan a luz en estaciones de metro en desuso, que son líderes en primera línea y que son testimonio de coraje, fuerza y resiliencia, incluso en las peores circunstancias”. Lo que nos lleva a abordar otro eje de la situación: las mujeres gestantes.
Según el Unfpa, se calcula que unas 80.000 mujeres darán a luz en los próximos tres meses. En un país en guerra, esto significa que tendrán bajas probabilidades de recibir el cuidado que necesitan. Ya Médicos Sin Fronteras ha advertido de la escasez de insumos médicos en un momento en el que abundan los pacientes heridos como consecuencia de los ataques y combates. Por otro lado, de acuerdo con información recolectada por The Atlantic, se espera que unas 200 mujeres en gestación subrogada den a luz en los próximos tres meses.
Ucrania es el segundo destino más popular para la gestación subrogada (después de Estados Unidos), legal en el país desde 2000. La situación ha desvelado el drama de las mujeres que han dejado hasta a sus propios hijos para cumplir las indicaciones que les dan las agencias que intermedian entre ellas y los futuros padres legales, como contó The Atlantic. Mientras algunas de esas firmas construyeron sus propios búnkeres para alojarlas, otras llevaron a las gestantes a lugares “más seguros” antes de la invasión, por supuesto sin saber que no podrían volver pronto.
Las mujeres están al frente de la atención humanitaria (por lo que conocen de primera mano cuáles son las necesidades), también del combate; son la mitad de la población del país, la mayoría de las que salen buscando refugio y quienes sufren en mayor medida determinados tipos de violencia, como la sexual. Por eso, la Organización de Naciones Unidas ha llamado la atención sobre el hecho de que las mujeres no estén formando parte de las mesas de negociación.
“No se puede esperar ninguna perspectiva real de desescalada y búsqueda de la paz sin la participación de las mujeres”, dijeron los expertos en derechos humanos de la ONU. Según la misma organización, “en los últimos casi 30 años, las mujeres solo han constituido el 2 % de los mediadores, el 8 % de los negociadores y el 5 % de los testigos y signatarios de todos los procesos de paz. Sin embargo, cuando están presentes en la negociación, la posibilidad de que el acuerdo dure más de 15 años aumenta en un 35 %”. ¿Cómo estar en el centro del problema, pero no en el centro de la solución?
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