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Cuando la periodista rusa Inna Afinogenova tenía 12 años soñó que visitaba un mundo hermoso donde había castillos, un país que su madre, en el sueño, le decía que se llamaba ‘España’. Al despertar, Inna corrió a buscar información sobre ese país en enciclopedias y decidió que quería aprender a hablar español.
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Durante su búsqueda, inicialmente autodidacta, se interesó por otros países que también hablaran esa lengua y de a poco se enamoró del español y de América Latina. Pero supo que no podía aprender otra lengua sin ayuda, entonces envió un clasificado a un periódico local anunciando que buscaba quién le diera clases. Pocos días después, le respondió una profesora argentina que hacía 40 años había migrado a la Unión Soviética y a quien le había hecho gracia el clasificado obviamente escrito por una niña. Las clases no solo fueron de gramática, sino de cultura latinoamericana. Inna aprendió español con comida latina y telenovelas. Por eso, cuando se decidió a estudiar periodismo, sabía que se enfocaría en América Latina.
Dos décadas más tarde, el rostro de Inna se hizo famoso por Ahí les va, un formato para YouTube del medio de comunicación estatal ruso Russia Today (RT). Allí, en un lenguaje descomplicado, Inna pullaba a los gobiernos de derecha latinoamericanos y hablaba de actualidad de la región.
Sus videos acumularon miles de visualizaciones y protagonizaron muchas polémicas. Inna estaba feliz, haciendo lo que le gustaba. Sin embargo, desde finales de 2021, un nuevo tema apareció en la agenda de Ahí les va: Rusia y Ucrania. En algunos de los videos, Inna afirmó que no ocurriría una invasión de Rusia a Ucrania, pues así lo había asegurado el gobierno de su país. Pero se equivocó. Inna produjo un último video donde se le veía decepcionada y ella misma confesaba que estaba en desacuerdo con todas las guerras. Pero ese y todos los demás videos de Ahí les va pronto desaparecieron de YouTube, pues la plataforma decidió eliminar todos los contenidos de los medios oficiales rusos. Días después, Inna, decidida a que nunca haría propaganda de guerra, dejó RT y migró a España, donde ahora trabaja en el medio de comunicación Público y comparte un panel radial con Pablo Iglesias, líder de la izquierda española.
Inna le abrió el micrófono a El Espectador y contó cómo su vida ha cambiado tras dejar RT.
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¿Cómo cambió su vida tras dejar RT?
Todos los días pienso en qué estaba haciendo hace un año… y pienso que si me hubiesen dicho en ese momento dónde estaría un año después, no lo habría creído. Me gustaba mucho mi trabajo y yo creía que algo muy grave tenía que pasar para que yo me fuera.
Yo era una de las defensoras acérrimas de que la invasión nunca iba a suceder porque me parecía algo muy malo para Rusia yo todavía lo pienso. A mí me parecía que, más allá de lo destructivas que son todas las guerras (esta no es más destructiva que las anteriores que están pasando por delante de nuestros ojos, pero hablamos menos de ellas), esto para el país iba a ser algo catastrófico. Unos dos o tres días antes de la invasión yo todavía no creía que esto fuera a suceder. Pensaba que seguramente enviarían tropas al Donbás, a los territorios que ya habían reconocido independientes, pero yo no creía que fuera a tratarse de una invasión por todo el territorio de Ucrania. El 24 de febrero me levanté a las 5 de la mañana. En el momento del anuncio por parte de Putin de que iniciaría la “operación especial militar” me llamaron a la redacción, me levanté y en ese momento tuve claro que yo no iba a poder seguir porque me sentí engañada. Sentí que algo tan grande se prepara durante muchísimo tiempo y no podía creer cómo pude caer en eso, cómo es que estaban activamente negando que invadirían hasta el último momento.
Yo decidí que no iba a poder trabajar más en RT porque se trataba de un medio público de un país que está oficialmente en guerra y tiene que hacer propaganda de guerra sí o sí. No estoy de acuerdo con ninguna acción militar que daña la vida de millones de civiles ucranianos, pero no me voy a apropiar de la tragedia ucraniana. Yo creo que en Rusia tenemos nuestra propia tragedia, que es que nuestras vidas tampoco iban a ser iguales y muchos lo sufrimos, muchos quedamos en tierra de nadie por esta decisión. Porque bueno, si quieres ejercer periodismo, tienes que callarte, que apoyar la guerra o, como yo, salir.
¿Qué instrucción les dio la RT a sus periodistas en ese momento?
Ninguna. No sé qué instrucción se dio luego de que yo me fuera, pero es que en Rusia, una semana después del inicio de la guerra, se tomaron una serie de leyes que impiden hablar de eso y contemplan penas de cárcel por desacreditación de las acciones de las fuerzas armadas, ¿qué es lo que puede ser tomado como ese delito? No se sabe, supongo que cualquier información que puedas dar desde el terreno y que ponga en juicio lo que estén haciendo ahí las Fuerzas Armadas. Entonces con esas leyes no hace falta que ningún medio dé ninguna instrucción a sus periodistas, sino que, si tienes primero unas multas, luego unos cargos administrativos y hasta cargos penales… hay gente en la cárcel por decir ciertas cosas que yo como ciudadana de Rusia desde luego no puedo repetir porque todos tenemos este riesgo. Yo quiero recalcar que yo en estos años he hecho mi trabajo con total libertad, pero hay que conocer la historia y conocer cómo es la vida en un país que está en guerra. Sentí que iba a ser muy probable que desde entonces no pudiera ejercer mi trabajo como yo estaba acostumbrada. ¿Cuál sería la posibilidad de hacerlo? Pues no hablar de guerra, por ejemplo, sino de Latinoamérica, cosa que mi espacio me lo permitía porque yo me especializaba más en el análisis de lo que pasaba en América Latina; de hecho de Rusia empezamos a hablar a raíz de esos numerosos informes sobre la invasión que se estaban preparando, y tal y como a mí personalmente me pareció una locura, me empeñé en desmentirlo, cosa que después pagué con toda mi vida y mi carrera.
En Rusia, una semana después del inicio de la guerra, se tomaron una serie de leyes que impiden hablar de eso y contemplan penas de cárcel por desacreditación de las acciones de las fuerzas armadas.
Inna Afinogenova
¿Ya antes había experimentado otros dilemas éticos trabajando en RT?
Yo tenía algunas preguntas internas con Rusia. El tema LGBTI a mí me pesaba mucho. Es una falacia pensar que porque tengo amigos que son “gays” y viven en Rusia sin problemas, entonces nadie tiene problemas en el país. Yo efectivamente tenía muchos amigos “gays” que viven bien en Moscú, pero tú sabes que el país va avanzando más hacia quitarle los derechos absolutamente a esa comunidad. Me hice la de la vista gorda a eso porque mi trabajo tampoco consistía mucho en hablar de Rusia y porque había un montón de medios occidentales que ya hablaban pestes de Rusia antes de la invasión. Por ejemplo, en 2018, previo al mundial, había incluso llamamientos al boicot. Yo sentía que Rusia no era un país tan horrible y me sentí en la necesidad de desmentirlo un poquito. Pero la guerra en Ucrania ya fue una línea roja para mí.
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Usted ha sido crítica del gobierno ruso. ¿Se ha sentido riesgo desde su salida de RT?
Yo trabajo en español y mi esperanza es que esas leyes afecten a la gente que trabaja en ruso, pero por algo estoy fuera de Rusia. Precisamente para poder hablar sobre esta guerra. Eso no significa que me tenga que autocensurar permanentemente, pero sí tengo miedo porque quiero volver a Rusia y tengo a mi familia allí. Yo no soy tan famosa dentro de Rusia, la ley afecta a los más famosos, pero he visto también que se está aplicando de modo tal que afecta a gente que ha subido “posts” en Facebook o en Telegram. Yo no me siento en riesgo, pero como en algún momento quiero volver a Rusia, estoy intentando cuidar mucho todas las informaciones que doy, ser muy rigurosa y comprobar varias veces antes de decir nada.
Pero hay ciertas cuestiones que siendo periodista no puedes no decir y que no necesitas comprobar, como por ejemplo mi opinión sobre toda esta “operación especial militar”. Al final la guerra es una mierda. Da igual las armas muy precisas que digas tener, siempre va a afectar a los mismos. No sé si esto dentro de mi país puede ser visto como desacreditación de las acciones de las fuerzas armadas.
¿Cómo valora el cubrimiento que los medios occidentales han hecho de la invasión a Ucrania?
No puedo hablar por todos los medios. En primer lugar, cuando dije que yo no quería hacer propaganda de guerra es porque daba por hecho que eso es lo normal en un país en guerra, es algo de manual. Los medios ucranianos y los rusos hacen propaganda de guerra. Lo que a mí me parece tremendo es la censura a la que han sometido a los medios rusos en idiomas extranjeros en Occidente. Tú por ejemplo estando en España no puedes acceder a las redes sociales de actualidad RT en español. En Twitter te saltan 30.000 avisos… en Telegram dice que este canal no está disponible porque viola las leyes locales sin aclarar cuáles leyes son. Se está “protegiendo” al ciudadano limitándole el acceso a la información. Que te guste la información o no te guste es otra cosa, pero es información y es otro punto de vista, así como el ucraniano, sobre el cual unilateralmente decidieron censurar el acceso. Esto me parece lo más lamentable y es un aviso para todos. Esto puede pasar hoy, les pasa a los medios rusos, pero mañana le puede pasar a cualquiera. Cuando yo llegué a España lo que he visto es que los medios occidentales también han tomado partido. Tú encendías la televisión y veías banderas de Ucrania en los partidos de fútbol, las informaciones que salen de los voceros oficiales de Ucrania se dan como informaciones fidedignas cuando son parte de la propaganda de guerra.
En Colombia ha habido polémica porque el presidente Gustavo Petro no ha asumido una postura contundente frente a la invasión. ¿Tiene sentido exigirle al presidente de Colombia que lo haga?
Me parece que no. Exigirles a los líderes latinoamericanos el mismo nivel de beligerancia que tienen los líderes europeos es un poco desconocer la historia de Latinoamérica. La postura de muchos líderes latinoamericanos se explica en parte por el antiamericanismo presente en la región. Yo no digo que esta sea la postura de Gustavo Petro, no creo que lo sea y he tenido que hacer un esfuerzo enorme para entenderlo.
Me parece que apoyarse en un imperialismo para destruir supuestamente al otro no es una estrategia correcta, pero creo que, en una región tan golpeada por las interferencias estadounidenses, las izquierdas antihegemónicas van a apoyar cualquier cosa que les parezca que puede debilitar a Estados Unidos o disputar su hegemonía. Yo no estoy de acuerdo con eso.
Creo que Petro sí ha sido contundente. No decir que Rusia es un Mordor no me parece una postura tibia. Sí les he visto algunos trinos condenando la invasión o al menos diciendo que él no apoya ninguna invasión. Creo que el presidente de un país que en el que se busca la paz total, después de tantas décadas de conflicto armado, no puede no condenar esa invasión.
Creo que el presidente de un país que en el que se busca la paz total, después de tantas décadas de conflicto armado, no puede no condenar esa invasión.
Inna Afinogenova
¿Como latinoamericanista, le parece que viene al caso hablar de una nueva ‘marea rosa’?
Creo que esta vez es más un voto por la oposición que una marea rosa. Ustedes lo sabrán mejor, pero en Colombia creo que fueron años de hartazgo con las mismas políticas, ante lo cual Petro tuvo que hacer muchas alianzas. En el Brasil de Bolsonaro, al final Lula también ha tenido que hacer alianzas amplias con el centro y sectores que no son de izquierdas para conquistar a un sector indeciso de la población. Ya lo comunista y lo rojo está tan estigmatizado en América Latina que a lo mejor no es muy buena estrategia lanzarse como una izquierda marxista leninista. Más que una marea rosa, me parece que hay una mezcla de esas alianzas amplias con “voto con bronca”, como me ha dicho Pepe Mujica en una entrevista. Un voto por el contrario. De esta manera también ha llegado al poder la derecha, cansada de gobiernos de izquierda como ha sucedido en Argentina y parece que volverá a suceder.
Más que una marea rosa, me parece que [en América Latina] hay una mezcla de esas alianzas amplias con “voto con bronca”.
Inna Afinogenova
¿Qué tan informada está la gente en Rusia sobre la guerra?
Pese a ciertos bloqueos redes sociales, la gente aprendió a usar VPN con lo cual tiene acceso a otras fuentes de información. Es innegable que hubo un acoso de la OTAN y su acercamiento a las fronteras con Rusia, y un intento de convertir Ucrania en una especie de país satélite en contra de Rusia. Es claro que en Rusia prima esta narrativa. No es que la gente desconozca lo que está pasando en el terreno, pero mucha gente considera que no tenían otra opción. Lo consideran por la propaganda interna o porque genuinamente piensan así.
Pero también mucha gente sabe lo que está pasando y está en contra de esta guerra. Otra cosa es que las encuestas sobre la opinión pública en Rusia no sean ciertas, porque las encuestas en un país en guerra hay que tomarlas con pinzas. Mucha gente no está en situación de sincerarse cuando recibe la llamada de una agencia encuestadora estatal.
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