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Según una revisión del Reino Unido, más de 1.000 personas que fueron trabajadores esclavos podrían haber muerto en suelo británico a manos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, cientos de muertes más de las que se registraron oficialmente en los archivos históricos, recogió The Guardian.
El informe fue diseñado por un panel de expertos independientes y reconocidos internacionalmente, encargado por Eric Pickles (el enviado del Reino Unido para el Holocausto), que tenía como objetivo esclarecer las teorías de conspiración sobre lo que sucedió en Alderney, el único campo de concentración nazis que existe en suelo británico.
Los trabajadores de la isla de Alderney estaban “sujetos a condiciones de vida y de trabajo atroces, que incluían hambre, largas jornadas de trabajo, realización de peligrosas obras de construcción, palizas, mutilaciones, torturas, alojamiento inadecuado y, en algunos casos, ejecuciones”, dijo el reporte.
La cifra oficial anterior de 389 muertos provino de exámenes de tumbas marcadas en la década de 1960. Pero el grupo investigador dijo que estaba “seguro de que es poco probable que el número de muertes en Alderney haya superado las 1.134 personas, con un rango más probable de muertes entre 641 y 1.027″.
El número mínimo de prisioneros enviados a los campos de trabajo de Alderney durante la ocupación alemana fue de entre 7.608 y 7.812 personas, de acuerdo con el informe. Casi 100 personas murieron en tránsito, además de la cifra de muertos en la isla.
Antes del reporte, solo ocho judíos estaban registrados oficialmente como muertos en la isla.
Según el medio inglés, el panel también trató de descubrir por qué los perpetradores alemanes no fueron juzgados por Gran Bretaña por crímenes de guerra cometidos en Alderney. Llegó a la conclusión de que una investigación de crímenes de guerra llevada a cabo en Alderney inmediatamente después de la guerra tenía “una intención totalmente seria”. Pero debido a que la mayoría de las víctimas eran ciudadanos soviéticos, el caso fue entregado a los rusos. A cambio, los alemanes que asesinaron a los militares británicos en el Stalag Luft III durante la “gran fuga” fueron entregados a Gran Bretaña.
“La Unión Soviética no hizo un seguimiento del caso de Alderney y, por lo tanto, fue responsable de que no se llevara a los perpetradores ante la justicia, lo que causó mucha ira entre los miembros del gobierno británico”, dice el informe.
En 1981, el Observer reveló que altos oficiales nazis responsables de las atrocidades cometidas en Alderney vivían libremente en Alemania, recogió el medio inglés.
El encargado Pickles dijo: “Como enviado especial del Reino Unido para asuntos posteriores al Holocausto, me he encontrado con muchas discusiones sobre números. Nada se compara con la virulencia o la naturaleza personal de las discusiones sobre números en Alderney. En un momento en que partes de Europa están tratando de enjuagar su historia a través del Holocausto, las Islas Británicas deben decir la verdad sin adornos”
“Los números sí importan. Exagerar el número de muertes es una distorsión del Holocausto como subestimar las cifras. La exageración le hace el juego a los negacionistas del Holocausto y socava a los 6 millones de muertos. La verdad nunca puede hacernos daño”, agregó.
Ephraim Mirvis, el rabino jefe de las Congregaciones Hebreas Unidas de la Commonwealth, dio la bienvenida a los hallazgos de la revisión. Dijo: “Tener un relato autorizado de este elemento desgarrador de la historia de la isla es vital. Nos permite recordar con precisión a las personas que tan trágicamente sufrieron y murieron en suelo británico. Marcar los sitios relevantes será ahora un paso apropiado para garantizar que esta información esté ampliamente disponible”.
Alderney, una dependencia de la corona británica que se encuentra a unas 70 millas de la costa inglesa y a 10 millas de la costa francesa, fue ocupada por las fuerzas alemanas junto con Jersey, Guernsey y Sark. Allí, los nazis establecieron cuatro campos de trabajo en la isla, al menos uno de los cuales se convirtió más tarde en un campo de concentración. Más de 20 países, entre ellos Rusia, Francia, España y Polonia enviaron prisioneros a Alderney. Se les ordenó construir la red de defensa de hormigón del “muro del Atlántico” de Hitler. Poco después de que las islas fueran liberadas en 1945, el capitán Theodore Pantcheff, un investigador militar británico, llegó a Alderney. Los testigos le dijeron que los prisioneros habían sido golpeados, ahorcados y fusilados, y que los cadáveres a menudo eran arrojados al mar.
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