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Las nuevas revelaciones sobre las fiestas celebradas en Downing Street tienen tambaleando al primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson. Según el Daily Telegraph, los funcionarios del gobierno cargaban con una maleta llena de alcohol y bailaron hasta al amanecer mientras la reina Isabel II se preparaba para enterrar a su marido. Con esto, Johnson cierra una semana desastrosa para su imagen, a medida que se renuevan los pedidos para que presente su renuncia.
En una de las imágenes que simbolizan el rigor de los confinamientos por el covid-19 en el Reino Unido se ve a la reina, de 95 años, totalmente vestida de negro y sentada sola en la capilla del castillo de Windsor durante el funeral del príncipe Felipe, con quien estuvo casada siete décadas.
En contraste, según el Telegraph, hasta la madrugada de ese 17 de abril de 2021, en un periodo de luto nacional, el personal de Downing Street celebraba por todo lo alto la partida de dos colaboradores: el director de comunicación James Slack, ahora subdirector de The Sun, y un fotógrafo personal de Johnson.
Estas dos fiestas, una de las cuales se celebró en un sótano de la sede gubernamental, se acabaron uniendo en los jardines de la residencia oficial, según ese diario cercano al poder. Una persona había sido enviada a un supermercado a comprar botellas de vino que llevó a Downing Street en una maleta, asegura.
En ese momento, las reuniones en el interior estaban prohibidas, y solo se permitía a un máximo de seis personas reunirse en exteriores.
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Disculpa “sin reservas”
En un comunicado el viernes, Slack se disculpó “sin reservas por la ira y el dolor causados”. “Este suceso no debería haber ocurrido en su momento”, añadió, diciendo que asumía “toda la responsabilidad”.
Johnson, de 57 años, no estaba presente y se encontraba, según un portavoz citado por el Telegraph, en Chequers, la residencia de campo de los jefes de gobierno británicos.
Pero estas nuevas revelaciones se suman a la ya larga lista de fiestas organizadas en los círculos de poder durante los períodos de confinamiento de los dos últimos años. Y muestran, según testigos citados por los medios, una verdadera cultura de la bebida en Downing Street.
Así que hunden aún más al líder conservador que, alegando que un miembro de su familia contrajo el covid-19, no se ha dejado ver en público desde que el miércoles reconoció entre dientes en el Parlamento su asistencia a una de estas fiestas en mayo de 2020. Según explicó, pensaba que se trataba de un “evento laboral”.
El muy controvertido Johnson está viviendo la peor crisis desde su triunfal llegada al poder en julio de 2019. Muy debilitado en las encuestas, lucha ahora por conservar las riendas de su partido y del gobierno.
“La reina se sentó sola, en luto, como tantos otros en ese momento, afectados por el trauma personal y el sacrificio, para respetar las reglas en el interés nacional”, denunció en Twitter Angela Rayner, número dos del Partido Laborista, principal formación opositora.
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Vacío moral
Varios diputados conservadores, algunos de los cuales eran hasta hace poco fervientes partidarios de Johnson, se unieron a la oposición para pedir su dimisión.
Andrew Bridgen fue el último en presentar una carta ante el comité que gobierna la organización parlamentaria del Partido Conservador, denunciando un “vacío moral en el corazón del gobierno” y pidiendo una moción de censura interna contra su líder.
Si se reciben suficientes de estas cartas, el comité tendrá que organizar una nueva primaria para reemplazar a Johnson. Y aunque la mayoría de su gobierno le ha apoyado, uno de los pesos pesados, el ministro de Finanzas Rishi Sunak, considerado posible candidato a primer ministro, se mostró mucho más reservado.
Mientras tanto, Johnson y sus ministros repiten una y otra vez que hay que esperar a la publicación de conclusiones, en el mejor de los casos la próxima semana, de una investigación interna sobre las presuntas fiestas ilegales encargada a alta funcionaria Sue Gray, conocida por su integridad y autoridad.
Pero el diario The Times adelantaba el viernes que la investigación no había encontrado pruebas suficientes de delitos penales. Las fiestas también indignaron a los familiares de las víctimas del covid. “Que la gente que dirige este país las haga y luego mienta al respecto muestra un desprecio total por los ciudadanos”, fustigó Fran Hall, de la asociación Bereaved Families for Justice.
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