¿Prigozhin en Rusia?: lo que la presencia del líder de Wagner implica para Putin
Después de la tempestad llegó una calma cargada de dudas. Dos semanas luego del intento de motín cometido por el Grupo Wagner, aún son muchos los caminos que se podrían dibujar en el horizonte de Prigozhin, Putin y la relación entre dos viejos conocidos. ¿Qué se sabe?
Tomás Tarazona Ramírez
Los hilos del poder en Rusia han movido a varios de los protagonistas en los últimos días. En el escenario se ha desarrollado la trama de una historia que en cuestión de dos semanas amenazó la estabilidad de Vladimir Putin, puso en riesgo el frente de batalla con Ucrania, y como continuación tuvo el exilio de Yegueni Prigozhin, un señor de la guerra, hacia Bielorrusia.
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Los hilos del poder en Rusia han movido a varios de los protagonistas en los últimos días. En el escenario se ha desarrollado la trama de una historia que en cuestión de dos semanas amenazó la estabilidad de Vladimir Putin, puso en riesgo el frente de batalla con Ucrania, y como continuación tuvo el exilio de Yegueni Prigozhin, un señor de la guerra, hacia Bielorrusia.
Las secuencias de la historia no han hecho más que continuar, pues Prigozhin, el antagonista según el relato ruso, retornó a la escena. Este jueves, tanto medios rusos como el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, aseguraron que el líder de las fuerzas paramilitares Wagner estaba en San Petersburgo. El anuncio, aunque considerado como un nuevo desafío a las instrucciones de Putin de mantenerse fuera de territorio ruso, es visto por analistas como el momento decisivo en que se define cuál seguirá siendo el papel de los mercenarios en el tablero de la guerra.
Por una parte, Wagner y Prigozhin podrían desaparecer del escenario dando paso a un nuevo capítulo de la guerra de Rusia contra Ucrania. Pero en otro extremo, aún existe la opción de que el mercenario y sus hombres sigan siendo protagonistas ocultos en los intereses que el Kremlin mantiene tanto en Europa como en África.
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“Todavía no ha terminado este escenario, es algo todavía en desarrollo. Aunque podamos hablar de una ´relativa calma´, las cosas y los actores principales siguen moviéndose”, explica Vladimir Rouvinski, politólogo y profesor de la universidad ICESI.
Cambio de escenario
Los papeles dentro del escenario han cambiado durante el último mes. Vladimir Putin, obligado a demostrarse fuerte y autónomo, hizo una alocución presidencial la noche en que los mercenarios de Wagner anunciaron una movilización armada hacia Moscú. Desde entonces, el jefe de Estado ruso ha tenido que dominar el espacio para demostrar, tanto a la ciudadanía, sus enemigos y círculo político, que es capaz, aparentemente, de reparar con rapidez cualquier fractura interna dentro del Kremlin.
Tan solo en dos semanas, Putin tuvo que modificar su discurso: pasó de obviar los vínculos de Moscú con el Grupo Wagner, a aceptar que desde el Ejecutivo hubo colaboración con los mercenarios en la ofensiva contra Ucrania, valorada en cerca de US$1.000 millones. Además, el presidente ha asistido a eventos públicos de todo tipo; desde conmemoraciones oficiales hasta declaraciones a multitudes. Esto es considerado, según medios estadounidenses como el New York Times, como el barómetro que el jefe de Estado ha utilizado para medir el apoyo popular que tiene desde la ciudadanía y evaluar qué tan afectado se vio después del intento de motín.
Golpeada su imagen, analistas coinciden en que Putin en lugar de mostrarse autoritario, buscó reforzar legitimidad y fidelidad entre sus seguidores. Como lo hizo la semana pasada al aprobar un aumento salarial del 10,5 % a varios centenares de miembros de la fuerza pública, entre ellos policías, soldados e integrantes del Servicio Federal de Rusia (agencia heredera de la KGB).
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“Putin tiene que demostrar que sigue siendo todopoderoso, ha salido a reunirse con el pueblo, lo cual es una estrategia bastante atípica en él”, explica Rouvinski, que recuerda que desde los años de la pandemia de covid, “hay que esperar al menos una semana en cuarentena para poder reunirse con él”, además de otras medidas de seguridad extrema que el presidente ha instalado alrededor suyo.
Rouvinski cree que “de todo el escenario, Vladimir Putin es quien sale debilitado. Sigue cometiendo errores, pero nadie se atreve a decírselo debido al sistema que él mismo ha ideado”.
El público, expectante
El analista explica que uno de los mayores retos que se han aparecido para Putin desde el motín fallido es la imagen que la comunidad internacional tiene de Rusia y su estabilidad.
Por el lado de los aliados, tanto China, como Venezuela y Nicaragua condenaron públicamente que el Grupo Wagner se aventurara militarmente hacia Moscú. Sin embargo, Rouvinski considera esto como seguir la narrativa, ya que detrás de las declaraciones de Maduro, Ortega o Xi Jinping, hay preocupación.
“Existe propaganda rusa que muestra a Putin con altos índices de popularidad, pero esta solo tiene efectos para Rusia. China, con la información que tenemos hasta ahora, tiene una preocupación creciente sobre qué tan poderoso sigue siendo Putin”, dice Rouvinski.
Pero también habría preocupación en aquellas naciones y organismos que discrepan del Gobierno de Putin y su manera de manejar el país en tiempos de guerra. Organizaciones como la OTAN, la Unión Europea (UE) o funcionarios de Estados Unidos y Ucrania notaron que dentro de Rusia existen fracturas en los hilos de poder. Por ejemplo, Josep Borrell, alto comisionado para asuntos externos de la UE, dijo públicamente que “el monstruo (Wagner) se había vuelto en contra de su amo (Putin)”. Kiev, por su parte, aseguró que “el poder de Rusia se está desmoronando” e instó a sus tropas a aprovechar la confusión en el bando ruso para seguir contraatacando.
Del protagonismo a personaje secundario
Pero Yegveni Prigozhin y sus hombres también han tenido que cambiar de papel. Por ejemplo, cuando el Grupo Wagner logró el asedio total de Bajmut, una ciudad en el oriente de Ucrania, recibieron felicitaciones de parte de las esferas de poder ruso, incluidos los miembros de la cúpula militar. Sin embargo, una vez cometido el intento de motín, Putin catalogó a las tropas que avanzaban supuestamente hacia Moscú como “traidores” y personajes que dieron una “puñalada por la espalda” al pueblo ruso.
Aunque Putin nunca mencionó explícitamente el nombre de Prigozhin, un viejo conocido en su pasado político, criticó las acciones del Grupo Wagner e incluso agradeció al Ejército ruso de haber evitado lo que para él significó el preludio de una “guerra civil”.
“Ambos ya comprendieron el poder que tiene el otro. Y además hay otro factor: la guerra. Los mercenarios en la guerra contra Ucrania son muy importantes porque Rusia puede seguir con lo ataques de misiles, pero necesita de la infantería” que le ofrecía Wagner, asegura Rouvinski.
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La opinión pública y los medios de comunicación también han virado y cerrado filas en torno a Putin. Russian Field, una firma independiente, reportó que antes del motín, el líder de Wagner tenía un respaldo mayor el 50 % de los encuestados. Tan solo 10 días después, la empresa aseguró que la popularidad de Prigozhin había caído hasta el 29 %.
Esto se debe, según el New York Times, al cambio de narrativas de algunos medios rusos. El diario estadounidense afirma que tanto los programas televisivos como las noticias en portales digitales se han enfocado en criticar a Prigozhin y a su intento de “derrocar” el Gobierno ruso.
Por ejemplo, Eduard Petrov, periodista ruso, aseguró en su show, 60 Minutos, que Prigozhin pasó de ser “un luchador por la justicia” a convertirse en el “líder de un clan criminal. […] Un traidor”. Este miércoles, otro medio ruso también emitió una noticia en que hacía un perfil del líder de Wagner y lo consideraba como un “agene occidental”.
La politóloga Ekaterina Schulmann explicó que esta campaña de ataques mediáticos en Rusia no es nueva. A través de su canal de Youtube, la analista rusa comparó lo que le sucede a Prigozhin con las estrategias que se han empleado contra críticos del Kremlin, Putin o la guerra en Ucrania. “Es una oportunidad de reducir la popularidad del líder mercenario”, explicó Schulmann.
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El profesor cuenta que la presencia de Prigozhin en Rusia podría resultar dañina para la imagen de Putin, ya que contrasta con las promesas de “castigar” y “hacer pagar” a las personas que desafiaron su poder. “La ciudadanía podría cuestionar la veracidad de Putin al observar al líder de Wagner caminar libremente por Rusia y con sus negocios aún vigentes”, asegura.
Pero Rouvinski explica que, de todos los protagonistas en el escenario, fue Prigozhin quien salió más fortalecido debido a que “a pesar de todas las amenazas y los anuncios de Putin, no ha pasado nada. Aparentemente circula libremente en Rusia” continúa con sus empresas, contratos estatales y el liderato del Grupo Wagner.
“A esta altura no fue detenido ni hubo pérdidas para él”, acota el profesor.
Lo explicado por Rouvinski se ajusta a las declaraciones que Alexasndr Lukashenko ofreció este jueves. En una rueda de prensa, el presidente de Bielorrusia afirmó que Prigozhin era “un hombre libre”, además de mencionar que, según su concepto, no estaba en peligro.
Nueva Escenografía
Aparte de las opciones que Putin había ofrecido a Wagner y su líder, Lukashenko ofreció una tercera alternativa. Frente a la prensa, el jefe de Estado, considerado como un factor clave para mediar la crisis entre el Kremlin y los mercenarios, aseguró que el Estado bielorruso firmaría contratos “vinculantes” con los hombres de Prigozhin.
Esto podría significar que Wagner, que ya tiene presencia en al menos cuatro países de África, podrían operar como una división militar a las órdenes de Bielorrusia. Lukashenko aseguró que, aunque no se han especificado los detalles del acuerdo entre Minsk y los mercenarios, este será “a nivel de ley o decreto presidencial” enfocado a la seguridad del país en caso de recibir un posible ataque de los países vecinos.
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El retorno de Prigozhin a Rusia es una escena inesperada dentro del teatro que durante dos semanas ha estado desarrollándose. Si bien tanto Putin como Lukashenko explicaron que se había llegado a unas condiciones entre el Kremlin, Wagner y Bielorrusia, Rouvinski se muestra más escéptico.
“No sabemos cuáles son las condiciones y tampoco es posible fiarnos de las declaraciones de Putin. Hace un año negó cualquier contacto con Wagner y ahora aceptó que desde el Kremlin se financiaba las operaciones de los mercenarios en el frente de guerra”.
“El motín de Prigozhin”, dice el politólogo, aparentemente no era “el de atacar el régimen de Putin, sino enfocado en mantener el financiamiento del Grupo Wagner. Este es el negocio en el que ganan billones de dólares y hasta el momento las evidencias no muestran que ese negocio se esté acabando”.
Rouvinski explica que la presencia de Prigozhin en Rusia podría ser la antesala para un atentado o intento de asesinato contra el líder de Wagner. Pero el politólogo no considera que esto se vaya a presentar, al menos en el mediano plazo, ya que aún hay negocios de por medio y la guerra sigue vigente.
“No hay una amenaza contra Wagner y sus negocios en otros países. Ellos ya funcionan como un crimen organizado”, así que por ahora, dice Rouvinski, podrían engrosar las filas de cualquier otro ejército del mundo y no dependen directamente del Kremlin.
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