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La idea de reemplazar las vidrieras de las capillas laterales de la catedral de Notre Dame con creaciones contemporáneas, respaldada por el presidente francés, Emmanuel Macron, fue criticada y catalogada como “vandalismo”. De hecho, más de 120.000 personas firmaron una petición para conservar las ventanas originales, alegando, entre otras cosas, que el cambio destruiría la armonía arquitectónica de la catedral, informó The Guardian.
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Se cree que la idea surgió del arzobispo de París, Laurent Ulrich, quien escribió al Elíseo diciendo que le gustaría que el Estado francés encargara una serie de seis nuevas aberturas. Sobre eso, en una visita al recinto que hizo este mes, Macron anunció que las ventanas de seis de las siete capillas del pasillo sur serían removidas y reemplazadas por vidrieras contemporáneas que se elegirían en un concurso. Según él, aquellas identificadas para ser reemplazadas, diseñadas por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, quien también añadió la aguja a mediados del siglo XIX, no fueron afectadas por el incendio de 2019 y comentó que serían exhibidas en el recién creado Museo de Notre Dame.
En la petición, lanzada hace pocas semanas por Didier Rykner, fundador y editor de la revista en línea La Tribune de l’Art, se lee: “Las vidrieras de Notre Dame, diseñadas por Viollet-le-Duc, fueron creadas como un todo coherente. Es una creación genuina, con la que el arquitecto quiso ser fiel a los orígenes góticos de la catedral”. En contraposición, cree que es una mejor idea ubicar unas nuevas ventanas en la torre norte, donde se centraron los esfuerzos para contener las llamas.
“Como se puede ver en algunos de los videos”, escribió, “la catedral tiene bahías sin vidrieras, cerradas únicamente por claraboyas blancas. Allí, la instalación no restaría la armonía pretendida por Viollet-le-Duc y, en cambio, realzaría la catedral. También tendría un magnífico papel simbólico: fue en la torre norte, cuando combatieron el incendio que amenazaba con derribar las campanas y, a su vez, la catedral, donde los bomberos arriesgaron sus vidas para salvar el monumento”.
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En su visita a la catedral, Macron aseguró que las obras avanzan según lo previsto, de cara a la fecha de apertura estipulada: 8 de diciembre de 2024, cinco años y siete meses después del incendio. Por su parte, Philippe Jost, de Rebuilding Notre Dame de París, el organismo público responsable de la conservación y restauración del lugar, le dijo al Parlamento francés el 13 de diciembre: “Para cuando lleguen los Juegos Olímpicos, en julio, esperamos haber quitado los andamios de la parte superior de la aguja y completado la mayor parte del techo, para que los parisinos y visitantes de todo el mundo puedan ver cuán cerca estamos de reabrir”.
Según la institución encargada del cuidado de Notre Dame, hay cerca de 250 empresas y talleres de arte en toda Francia encargados de “trabajar en el renacimiento de la catedral”. Entre ellos hay carpinteros, canteros, andamios, escultores, doradores, vidrieros e incluso organeros, que están restaurando los 8.000 tubos y 115 registros del gran órgano, el más grande de Francia. Se espera que el costo de reconstrucción de Notre Dame sea de aproximadamente 700 millones de euros (US$767 millones). En total, se recaudaron 846 millones de euros (US$ 928 millones) en donaciones de 340.000 donantes en 150 países, según Rebuilding Notre Dame de París.
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