¿Qué fue la Revolución de los Claveles? Portugal celebra 50 años de democracia
Una marea humana celebró los 50 años de la llamada Revolución de los Claveles, que llevó la democracia en Portugal.
Decenas de miles de personas celebraron el jueves en Lisboa el cincuentenario de la Revolución de los Claveles, un golpe de Estado sin derramamiento de sangre dirigido por jóvenes oficiales portugueses que acabó con 48 años de dictadura en Portugal, en una época en la que la democracia también se abrió paso en España y en Grecia.
El tradicional desfile popular por la Avenida de la Libertad, punto culminante de cientos de iniciativas a lo largo de varias semanas, reunió a una inmensa multitud por la tarde.
“25 de abril, ¡siempre! ¡Fascismo, nunca más!”, gritaron los manifestantes, con claveles rojos en la mano o en el ojal.
¿Cómo empezó la dictadura en Portugal?
Desde 1926 a 1974, Portugal estuvo subyugado por la dictadura más larga de Europa, instaurada tras un golpe de Estado militar contra una república políticamente inestable.
En 1932, el dictador Antonio de Oliveira Salazar fundó “el Estado nuevo”, un régimen de inspiración fascista asentado en tres pilares: la censura, el partido único y la policía política (PIDE).
La Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE) —que practicaba la tortura y los asesinatos de opositores— fue el principal instrumento de la dictadura, durante la cual hubo 30.000 presos políticos.
Entre los opositores ejecutados figura el general Humberto Delgado, un dirigente de la oposición democrática asesinado de un disparo en la cabeza en España.
En la memoria colectiva quedaron los recuerdos de los opositores encarcelados, deportados o condenados al exilio, como Mario Soares, futuro fundador del Partido Socialista y presidente de la república de 1986 a 1996.
Gravemente enfermo, Salazar cedió el relevo a Marcelo Caetano en 1968, dos años antes de morir. El país se enfrentaba entonces a una grave crisis económica y a las ruinosas guerras coloniales en África desde 1961, lo cual sirvió de antesala para la caída de la dictadura.
La historia detrás de los claveles rojos
Más de una década de guerras en Angola, Mozambique o Guinea-Bisáu configuró el escenario para una revuelta de parte del ejército, partidario de una solución pacífica y no militar.
El 25 de abril de 1974, el “movimiento de los capitanes”, formado por militares que participaron en esas guerras coloniales, logró acabar con un régimen que ya estaba agotado.
Agotados del régimen, militares se abrieron paso por las calles del país en los mismos vehículos de transporte de tropas, utilizados en las guerras coloniales que Portugal estaba librando en África. Estos se convirtieron en íconos de un golpe de Estado que no tuvo derramamiento de sangre.
En los cañones de los tanques, los soldados pusieron claveles rojos, una flor de temporada que les fue ofrecida espontáneamente por civiles. Este, finalmente, se convirtió en el símbolo de la revolución.
En Lisboa, los insurgentes ocuparon la radio, la televisión y el aeropuerto y la población sale a las calles para aplaudirlos.
En aquel momento, “todo podía haber salido mal”, recuerda José Climaco, uno de los soldados que salieron del cuartel en Santarém, a unos 100 km al norte de la capital, con el capitán Salgueiro Maia.
“En el camino no encontramos ningún obstáculo”, cuenta este hombre de 75 años, al recordar esa jornada que él vivió a bordo de otro blindado antiguo, aislado del mundo porque el equipo de transmisión de radio no funcionaba.
Después de horas de tensión, las unidades hostiles se alinearon del lado del revolucionario Movimiento de las Fuerzas Armadas, consagrando la derrota de la dictadura.
La democracia llegó de la mano de numerosas conquistas políticas y sociales: sufragio universal, libertad de expresión, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, derecho de huelga, creación de un salario mínimo, seguridad social para todos.
El fin del imperio
El levantamiento conllevó también el desmantelamiento del último imperio colonial de Europa. Entre 1974 y 1975, cinco países africanos (Guinea-Bisáu, Mozambique, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe y Angola) alcanzaron la independencia. Por otro lado, Macao fue devuelta a China en 1999.cIndonesia, por otro lado, logró su independencia recién en 2002, gracias a una intervención de la ONU.
Portugal repatrió a casi un millón de personas de sus colonias, más del 10 % de su población.
Vientos de cambio en Europa
En los años 1970 cayeron las últimas dictaduras de Europa Occidental. Además de Portugal, los vientos de libertad llegaron también a Grecia y España.
Vecina de Portugal, España pasó página de la sombría dictadura de Francisco Franco fallecido el 20 de noviembre de 1975 tras una larga agonía.
La desaparición del último dictador de extrema derecha en Europa terminó con 36 años de régimen autoritario y reaccionario.
Juan Carlos de Borbón, designado como su sucesor desde 1969, fue proclamado rey dos días después y optó por avanzar hacia la democracia.
La dictadura quedó formalmente abolida en 1978 con la adopción de la actual Constitución.
En Grecia, la libertad se abrió paso tras el levantamiento el 17 de noviembre de 1973 de los estudiantes de la Escuela Politécnica de Atenas, cuya represión dejó 44 muertos.
Ese hecho condujo un año después a la caída de la dictadura instaurada en 1967 con un golpe de Estado militar.
El destino del régimen había quedado sellado el verano boreal de 1974 por la intervención turca en Chipre, tras un intento de golpe ultranacionalista griego en Nicosia.
Cada 17 de noviembre, los griegos celebran el regreso de la democracia con una marcha entre la escuela ateniense y la embajada estadounidense para protestar contra el respaldo de Washington, y de la CIA en particular, a la dictadura militar.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com
Decenas de miles de personas celebraron el jueves en Lisboa el cincuentenario de la Revolución de los Claveles, un golpe de Estado sin derramamiento de sangre dirigido por jóvenes oficiales portugueses que acabó con 48 años de dictadura en Portugal, en una época en la que la democracia también se abrió paso en España y en Grecia.
El tradicional desfile popular por la Avenida de la Libertad, punto culminante de cientos de iniciativas a lo largo de varias semanas, reunió a una inmensa multitud por la tarde.
“25 de abril, ¡siempre! ¡Fascismo, nunca más!”, gritaron los manifestantes, con claveles rojos en la mano o en el ojal.
¿Cómo empezó la dictadura en Portugal?
Desde 1926 a 1974, Portugal estuvo subyugado por la dictadura más larga de Europa, instaurada tras un golpe de Estado militar contra una república políticamente inestable.
En 1932, el dictador Antonio de Oliveira Salazar fundó “el Estado nuevo”, un régimen de inspiración fascista asentado en tres pilares: la censura, el partido único y la policía política (PIDE).
La Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE) —que practicaba la tortura y los asesinatos de opositores— fue el principal instrumento de la dictadura, durante la cual hubo 30.000 presos políticos.
Entre los opositores ejecutados figura el general Humberto Delgado, un dirigente de la oposición democrática asesinado de un disparo en la cabeza en España.
En la memoria colectiva quedaron los recuerdos de los opositores encarcelados, deportados o condenados al exilio, como Mario Soares, futuro fundador del Partido Socialista y presidente de la república de 1986 a 1996.
Gravemente enfermo, Salazar cedió el relevo a Marcelo Caetano en 1968, dos años antes de morir. El país se enfrentaba entonces a una grave crisis económica y a las ruinosas guerras coloniales en África desde 1961, lo cual sirvió de antesala para la caída de la dictadura.
La historia detrás de los claveles rojos
Más de una década de guerras en Angola, Mozambique o Guinea-Bisáu configuró el escenario para una revuelta de parte del ejército, partidario de una solución pacífica y no militar.
El 25 de abril de 1974, el “movimiento de los capitanes”, formado por militares que participaron en esas guerras coloniales, logró acabar con un régimen que ya estaba agotado.
Agotados del régimen, militares se abrieron paso por las calles del país en los mismos vehículos de transporte de tropas, utilizados en las guerras coloniales que Portugal estaba librando en África. Estos se convirtieron en íconos de un golpe de Estado que no tuvo derramamiento de sangre.
En los cañones de los tanques, los soldados pusieron claveles rojos, una flor de temporada que les fue ofrecida espontáneamente por civiles. Este, finalmente, se convirtió en el símbolo de la revolución.
En Lisboa, los insurgentes ocuparon la radio, la televisión y el aeropuerto y la población sale a las calles para aplaudirlos.
En aquel momento, “todo podía haber salido mal”, recuerda José Climaco, uno de los soldados que salieron del cuartel en Santarém, a unos 100 km al norte de la capital, con el capitán Salgueiro Maia.
“En el camino no encontramos ningún obstáculo”, cuenta este hombre de 75 años, al recordar esa jornada que él vivió a bordo de otro blindado antiguo, aislado del mundo porque el equipo de transmisión de radio no funcionaba.
Después de horas de tensión, las unidades hostiles se alinearon del lado del revolucionario Movimiento de las Fuerzas Armadas, consagrando la derrota de la dictadura.
La democracia llegó de la mano de numerosas conquistas políticas y sociales: sufragio universal, libertad de expresión, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, derecho de huelga, creación de un salario mínimo, seguridad social para todos.
El fin del imperio
El levantamiento conllevó también el desmantelamiento del último imperio colonial de Europa. Entre 1974 y 1975, cinco países africanos (Guinea-Bisáu, Mozambique, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe y Angola) alcanzaron la independencia. Por otro lado, Macao fue devuelta a China en 1999.cIndonesia, por otro lado, logró su independencia recién en 2002, gracias a una intervención de la ONU.
Portugal repatrió a casi un millón de personas de sus colonias, más del 10 % de su población.
Vientos de cambio en Europa
En los años 1970 cayeron las últimas dictaduras de Europa Occidental. Además de Portugal, los vientos de libertad llegaron también a Grecia y España.
Vecina de Portugal, España pasó página de la sombría dictadura de Francisco Franco fallecido el 20 de noviembre de 1975 tras una larga agonía.
La desaparición del último dictador de extrema derecha en Europa terminó con 36 años de régimen autoritario y reaccionario.
Juan Carlos de Borbón, designado como su sucesor desde 1969, fue proclamado rey dos días después y optó por avanzar hacia la democracia.
La dictadura quedó formalmente abolida en 1978 con la adopción de la actual Constitución.
En Grecia, la libertad se abrió paso tras el levantamiento el 17 de noviembre de 1973 de los estudiantes de la Escuela Politécnica de Atenas, cuya represión dejó 44 muertos.
Ese hecho condujo un año después a la caída de la dictadura instaurada en 1967 con un golpe de Estado militar.
El destino del régimen había quedado sellado el verano boreal de 1974 por la intervención turca en Chipre, tras un intento de golpe ultranacionalista griego en Nicosia.
Cada 17 de noviembre, los griegos celebran el regreso de la democracia con una marcha entre la escuela ateniense y la embajada estadounidense para protestar contra el respaldo de Washington, y de la CIA en particular, a la dictadura militar.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com