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Vladimir Putin puso a prueba al mundo. Cuando comenzó a movilizar tropas hacia la frontera con Ucrania, el año pasado, el presidente de Rusia midió con frialdad matemática qué tipo de castigo o resistencia militar podría enfrentar. Tras desplegar más de 150.000 militares cerca de la región de Donbás y de reconocer la independencia de Lugansk y Donetsk, él sabía que llegarían las sanciones.
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En el Kremlin, explican analistas, se esperaba un paquete completo de sanciones e interrupciones de exportaciones tecnológicas, insuficiente para hacer a Putin cambiar su plan de invasión, que concretó la madrugada del jueves cuando explosiones, bombas y tropas cayeron sobre Járkov, la segunda ciudad en la frontera con Rusia, pero también en Odesa o Mariúpol, a orillas del mar Negro y el mar de Azov.
Los guardias fronterizos ucranianos admitieron que las tropas rusas habían penetrado desde Bielorrusia y que hubo más incursiones terrestres por el sur, en la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014, dejando un saldo de 40 soldados y 18 civiles muertos, según datos ucranianos. También se reportó la toma de la planta nuclear de Chérnobil, así como la llegada de soldados rusos a la capital, Kiev.
¿Por qué las sanciones no lo detuvieron si la economía rusa es tan inestable? Porque Putin está convencido de que “no durarán mucho tiempo”. De hecho, este jueves, luego de que el G7 acordara sanciones “devastadoras” contra Rusia por su invasión a Ucrania, Putin aseguró que “Rusia forma parte de la economía mundial y no tenemos intención de dañar un sistema del que somos parte”.
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En un discurso aún más retador, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que la ofensiva durará el tiempo que sea necesario, en función de sus “resultados”.
“Asistimos por el momento a una campaña militar rápida que busca dividir, rodear y destruir las fuerzas ucranianas mediante varios asaltos simultáneos lanzados durante la noche” desde el norte, el este y el sur, estima el experto militar francés Franz-Stefan Gady.
Moscú parte del principio que los países de la OTAN no intervendrán para impedir su acción militar en Ucrania, que desde hace años busca integrar esta organización militar. “Un 75 % de las fuerzas terrestres rusas están en Ucrania o en sus alrededores. Si temieran un ataque de la OTAN o de un país occidental, Moscú no habría hecho eso”, agrega Gady.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, confirmó que la Alianza no tiene tropas en Ucrania ni planes de desplegarlas en ese país, aunque anunció un refuerzo de sus tropas en los aliados vecinos de Rusia.
¿Qué busca Putin?
En sesiones informativas con funcionarios del Congreso de Estados Unidos y miembros de inteligencia del Pentágono describieron el escenario que se avecina, según reportes de The New York Times. Serán dos semanas de terror, ataques constantes con misiles y combates en las calles para terminar con una persecución sin cuartel a cualquiera que apoye al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
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Alemania pintó un panorama aún más preocupante: El jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, dijo que la invasión podría incluso “borrar un país entero del mapa”. “Somos testigos del inicio de una guerra de una magnitud que no hemos visto en Europa en más de 75 años”, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, dijo el canciller alemán en un discurso al país. “Este es un intento de cambiar con el uso de la fuerza las fronteras en Europa, quizás incluso de borrar un país entero del mapa”, agregó.
¿Se pudo hacer más para detener la invasión?, es la pregunta del momento. Expertos militares dicen que el ataque de Rusia sobre Ucrania no es sorpresa y que Putin lo planeó a la vista de muchos países, que seguían muy escépticos frente a lo que Estados Unidos venía denunciando con insistencia.
Hace apenas dos días el presidente Joe Biden lo expresó fuerte y claro: Putin ya decidió atacar Ucrania en “los próximos días”. Muchos guardaron silencio frente a la orden del Kremlin de invadir. “La Casa Blanca reconoció que su campaña para detener a Vladimir Putin podría no impedir realmente que Rusia invadiera Ucrania. Pero, según los funcionarios del gobierno estadounidense, al menos Biden dejó al descubierto a Putin y sus verdaderas intenciones, lo que ayudó a unir, al menos por ahora, a la fracturada alianza de la OTAN”, resaltaba The Guardian.
Biden, quien no está en su mejor momento, es blanco de críticas por unas declaraciones que dio al comienzo de diciembre y que, según expertos, le dio carta blanca a Putin para actuar. Entonces, el estadounidense reconoció abiertamente que no enviaría tropas estadounidenses a luchar en Ucrania.
“EE. UU. había podido haberse negado a dilucidar sus compromisos de seguridad con Ucrania, como lo ha hecho con Taiwán durante décadas. La amenaza implícita de la intervención de EE. UU. y la OTAN habría obligado a Putin a enfrentarse a riesgos de mayor escala, en cambio Putin le dio vía libre”, señala a The Atlantic Alexander Vindman, teniente retirado de Estados Unidos y exdirector de asuntos europeos del Consejo de Seguridad Nacional. Otros analistas condenan la posición de Occidente con Ucrania, pues no se firmaron acuerdos de asociación con la Unión Europea ni un plan para que se integrara a la Alianza Atlántico Norte (OTAN) ni se protegió a esa nación.
¿Y ahora qué sigue?
Si Putin logra obtener el control total de Ucrania se abrirá un nuevo frente de conflicto en Europa, explica Robert Kagan, de Brookings Institution y columnista de The Washington Post.
“Hasta ahora las fuerzas rusas podían desplegarse solo hasta la frontera este de Ucrania, a varios cientos de kilómetros de Polonia y otros países de la OTAN al oeste de Ucrania. Cuando los rusos completen su operación, podrán apostar fuerzas (terrestres, aéreas y de misiles) en bases al oeste de Ucrania, así como en Bielorrusia, que ya se ha convertido en una satrapía rusa”.
El panorama es preocupante. Según Kagan, las fuerzas rusas se desplegarían a lo largo de toda la frontera este de Polonia, de 1.040 kilómetros, así como a lo largo de las fronteras del este de Eslovaquia y Hungría, y la frontera norte de Rumania (es probable que Moldavia también quede bajo control ruso, cuando las tropas rusas puedan formar un puente terrestre desde Crimea hasta Transnistria, la región disidente de Moldavia).
Rusia con Ucrania es asunto estratégico totalmente distinto… y peligroso, concluyen.