Sabotaje de Nord Stream: un enigma en medio de sospechas
En esta historia, ucranianos, rusos y Occidente son sospechosos. Las autoridades danesas, competentes en la zona de la explosión, han sido herméticas, mientras Rusia pide una investigación internacional.
Erika Solomon | The New York Times
Buques militares rusos y daneses que desaparecieron en el mar Báltico pocos días antes de una explosión ocurrida en un gasoducto submarino. Un barco de alquiler alemán con rastros de explosivos y una tripulación con pasaportes falsos. Fotografías borrosas de un objeto misterioso hallado cerca de una sola línea que sobrevivió del gasoducto.
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Buques militares rusos y daneses que desaparecieron en el mar Báltico pocos días antes de una explosión ocurrida en un gasoducto submarino. Un barco de alquiler alemán con rastros de explosivos y una tripulación con pasaportes falsos. Fotografías borrosas de un objeto misterioso hallado cerca de una sola línea que sobrevivió del gasoducto.
Estas son las pistas más recientes en la investigación para saber quién hizo estallar el 26 de septiembre la mayor parte de los gasoductos Nord Stream financiados por el Kremlin, a unos 80 metros de profundidad en el mar Báltico, los cuales solían ser el mayor proveedor del gas natural de Europa.
Hace apenas unas semanas, cuando The New York Times informó acerca de los nuevos hallazgos del servicio de inteligencia y de la policía alemana que dieron a conocer los medios de comunicación alemanes, sugirió una posible solución al enigma de Nord Stream: agentes solidarios con Ucrania rentaron una embarcación recreativa y llevaron a cabo una misión encubierta inigualable.
Desde entonces, una serie de nuevos hallazgos y narrativas contrapuestas ha sembrado desconfianza entre los aliados de Occidente y ofrecido a Rusia una oportunidad para ejercer una presión a nivel diplomático que ha aumentado los riesgos geopolíticos en la región báltica de Europa.
En ninguna parte se siente más la tensión que entre los 98 residentes de Christianso, Dinamarca, una isla tan pequeña que se puede recorrer de lado a lado en diez minutos. Esta se encuentra a tan solo 22 kilómetros del lugar de la explosión y todos, desde quien encurte el arenque hasta el cocinero de la taberna, ven los cielos y los mares llenos de presagios.
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“Antes de la explosión, nadie hablaba de Nord Stream. Ni siquiera sabíamos lo cerca que estaban hasta que ocurrió esto”, afirmó Soren Thiim Andersen, gobernador de Christianso. “Después, todos nos sentimos expuestos y nos preguntamos: ¿Qué fue lo que realmente sucedió aquí?”.
La embarcación recreativa que es la parte central de la investigación alemana, la Andrómeda, atracó en el muelle de piedra de Christianso después de ser rentada el 5 de septiembre en el puerto Rostock, al norte de Alemania, y de hacer una parada nocturna en Wiek, un puerto más recóndito del norte que no cuenta con cámaras de seguridad ni con mucha vigilancia.
Un trabajador local del puerto, quien pidió no ser identificado debido a las investigaciones en curso, le dijo al Times que recordaba muy bien esa visita: en varias ocasiones trató de hablar con la tripulación, primero en alemán y luego en inglés. En vez de intentar responderle en cualquier idioma, un hombre simplemente le pagó la tarifa del puerto y se fue.
Ahora, la Andrómeda está en dique seco orientada hacia el mar Báltico y los investigadores le han extraído la parte interna. Tres funcionarios alemanes nos dijeron que los investigadores habían hallado restos de explosivos en la embarcación y descubierto que dos miembros de la tripulación habían usado pasaportes búlgaros falsos.
Esa investigación condujo hasta Christianso, donde Andersen señaló que en diciembre la policía danesa le dijo que, por medio de Facebook, les pidiera a los residentes que enviaran fotografías del puerto o de las embarcaciones tomadas del 16 al 18 de septiembre, periodo aproximado en el que se cree que la Andrómeda atracó en ese lugar. Un mes después, llegaron los investigadores a entrevistar a los residentes y a revisar las fotografías.
Los residentes de Christianso se burlaron de la idea de que una embarcación recreativa de 15 metros pudiera llevar a cabo un ataque tan espectacular… al igual que los peritos navales de Alemania, Suecia y Dinamarca.
Ellos sostienen que, incluso con buzos entrenados, sería extremadamente difícil que una tripulación de seis personas plantara en el lecho marino, a unos 80 metros bajo la superficie del mar, los explosivos necesarios para generar detonaciones que registraron 2,5 grados en la escala Richter.
“Para saber cómo sería la explosión, con la presión del mar a esas profundidades, se necesita un conocimiento muy especializado. Hay que saber cómo influye la física en eso”, comentó Johannes Riber, analista y oficial de la Marina del Instituto para Estrategias y Estudios de Guerra de Dinamarca, quien la calificó como una teoría de “James Bond”.
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Riber comentó que todavía no se sabe si la Andrómeda fue un señuelo o parte de una misión más amplia. Pero, según él, el ataque más factible requirió un dron submarino o un minisubmarino que plantara los explosivos, además de buques para perforación submarina profesionales o de la Marina.
Riber y otras personas también hicieron referencia a las fotografías de los daños resultantes —ductos doblados hacia atrás, fisuras y cráteres sobre el lecho marino— como señales de una bomba enorme, de entre 1000 y 1500 kilogramos.
“Esto no lo hicieron unas cuantas piezas de explosivos plásticos”, aseveró Riber. “Hubo una explosión muy fuerte”.
Sin embargo, no estuvieron de acuerdo un experto en oleoductos y un buzo profesional que formaron parte del equipo que colocó los ductos de Nord Stream 2 el año pasado. Tanto el experto como el buzo, quien habitualmente trabaja en el mar Báltico, insistieron en que un pequeño explosivo plástico podría servir siempre y cuando se colocara cerca de una juntura del ducto. Ambos pidieron que no se les identificara ya que estaban declarando sin autorización de Nord Stream.
“Es como encender un cerillo cerca de una bomba de gasolina que está goteando, solo necesitas el combustible”, comentó un buzo.
Para fines de marzo, los diplomáticos rusos dieron otro giro; revelaron que, en febrero, Nord Stream 2 había contratado un buque para inspeccionar sus oleoductos y descubrió un objeto no identificado cerca de una juntura de la única línea que no tuvo daños, a unos 30 kilómetros de los sitios de la explosión. La empresa alertó tanto a Rusia como a Dinamarca, país que controla las aguas donde se detectó ese objeto.
Incluso bajo la presión del principal asesor en política exterior del presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien citó en Moscú al encargado de negocios de Dinamarca, al principio este país se rehusó a darles mucha información a la empresa o a Rusia, excepto por una fotografía borrosa de un cilindro de 30 centímetros de largo cubierto de algas.
La semana pasada, las autoridades danesas permitieron que Nord Stream 2 observara su inmersión para recuperar el objeto y publicaron fotografías de un cilindro oscuro ya limpio. El ministro de Defensa de Dinamarca señaló que podría ser parte de una baliza de humo marítima.
Sin embargo, el embajador de Rusia en Dinamarca, Vladimir Barbin, le dijo al Times que los peritos de Moscú creían que el cilindro era parte de un artefacto explosivo.
“El constante hermetismo de la investigación en curso realizada por Dinamarca, Alemania y Suecia, así como la renuencia a cooperar con Rusia, perjudica su credibilidad “, escribió Barbin en un comunicado al Times.
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Y el mismo Putin sigue usando este incidente para presionar a Dinamarca con el fin de que apoye las demandas de Moscú de realizar una investigación internacional conjunta. El 5 de abril, advirtió que la situación en el mar Báltico se estaba volviendo “turbulenta en sentido literal”.
Aunque Moscú está presionando para que haya una investigación conjunta, otros hallazgos apuntan de vuelta hacia Rusia.
A fines de marzo, el sitio web alemán de noticias T-Online trabajó con Oliver Alexander, un investigador de fuentes abiertas, para presentar la trayectoria de seis buques rusos cuyos nombres obtuvieron gracias a lo que describieron como “una fuente de inteligencia de un país perteneciente a la OTAN”.
Sus descubrimientos demostraron que las embarcaciones desaparecieron de las señales satelitales el 21 de septiembre —más o menos en los mismos días que los residentes de Christianso detectaron embarcaciones que desaparecieron de sus aplicaciones— después de desviar el curso de un ejercicio marítimo de Rusia anunciado públicamente.
Esa información podría coincidir con una pista anterior que, según un funcionario alemán, el año pasado investigaron los servicios de inteligencia de Alemania que también habían monitoreado los buques rusos de los ejercicios navales, pero que no pudieron conectar la brecha de aproximadamente 37 kilómetros entre el lugar donde algunos se desviaron y los sitios de las explosiones.
La investigación en fuente abierta también descubrió un buque de la Marina danesa, el Nymfen, el cual había navegado hacia la misma zona que las embarcaciones rusas en las horas posteriores a su desaparición. La señal de este también se había apagado luego de llegar al sitio.
Un día después, un avión de combate sueco tomó una trayectoria de vuelo poco común sobre esa zona, seguido de un buque militar sueco que se quedó cerca del lugar donde más tarde explotaron los oleoductos de Nord Stream 1.
Los investigadores alegaron que quizás esas tropas fueron a revisar el sitio, e insinuaron que tal vez algunos países saben más de lo que han dicho hasta ahora.
Dinamarca es el más hermético, pero fuentes de seguridad que hablaron con nosotros a condición de mantener la reserva de su identidad nos dijeron que los investigadores daneses y suecos se han mostrado temerosos ante los descubrimientos más recientes de Alemania y sienten cierta presión para rebatir esa narrativa.
El jueves, Mats Ljungqvist, el principal fiscal sueco del caso, le dijo al periódico sueco Norrkopings Tidningar que si bien su investigación no había descartado a actores no estatales, solo “unas cuantas empresas o grupos” podían haber cometido el acto, y que lo más probable seguía siendo que fuera un agente estatal.
También insinuó que su equipo encontró algunas pistas falsas durante su investigación: “Quienes llevaron a cabo esto cuidaron muy bien los rastros que dejaron”, comentó.
En privado, los funcionarios suecos, alemanes y daneses sostuvieron que los investigadores tienen motivos para no compartir sus hallazgos, ya que pueden revelar sus conocimientos de inteligencia. Los aliados también se han vuelto cautelosos después de una serie de acciones rusas de espionaje y casos de infiltración en Europa, entre ellos uno dentro de la agencia de espionaje de Alemania.
Tampoco le conviene a nadie compartir información: señalar a un culpable podría desencadenar consecuencias imprevistas.
Afirmar que Rusia estuvo detrás del ataque significaría que habría saboteado con éxito una infraestructura muy importante y fundamental en el dominio de Europa Occidental y podría provocar que se exigiera darle una respuesta.
Culpar a los agentes ucranianos podría avivar el debate interno en Europa acerca del respaldo a su vecino del este.
Y acusar a un país o agente occidental podría generar una gran desconfianza ahora que Occidente está teniendo problemas para mantener un frente unido.
“¿Acaso las autoridades tienen algún interés en decir quién lo hizo? Existen razones estratégicas para no revelar quién lo hizo”, señaló Jens Wenzel Kristoffersen, un comandante de la Marina y experto militar danés de la Universidad de Copenhague. “Mientras no digan algo importante, no sabremos nada sobre esto… como debe ser”.
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