Seis años más de la Rusia de Vladimir Putin
Es más que seguro que Vladimir Putin volverá a ser presidente de Rusia. Mientras la guerra en Ucrania sigue en curso, aliados y enemigos de Putin se preparan para otros seis años del régimen personalista que amenaza con una guerra nuclear.
María José Barrios Figueroa
Las elecciones presidenciales que ocurrieron desde el 15 de marzo hasta este domingo tienen un resultado claro: Vladimir Putin, el mandatario ruso, obtendrá la victoria. Sin ningún otro candidato que realmente se le oponga y en medio de un régimen sin libertad de expresión, desde que fueron anunciadas las votaciones el mundo entero se preparó para otros seis años de Putin como la cabeza del Estado ruso.
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Las elecciones presidenciales que ocurrieron desde el 15 de marzo hasta este domingo tienen un resultado claro: Vladimir Putin, el mandatario ruso, obtendrá la victoria. Sin ningún otro candidato que realmente se le oponga y en medio de un régimen sin libertad de expresión, desde que fueron anunciadas las votaciones el mundo entero se preparó para otros seis años de Putin como la cabeza del Estado ruso.
El 7 de mayo se posesionará por quinta vez como presidente. Después de una casi que inexistente campaña presidencial, en la que no presentó programas electorales ni tuvo mítines políticos, lo más seguro es que Putin mantenga el enfoque que ha llevado todo su mandato.
Lo más cercano a un evento de campaña fue su discurso del estado de la nación a finales de febrero, que dio algunas luces sobre lo que se podría esperar de estos próximos años: una amenaza de atacar a Europa con “armas nucleares capaces de destruir a la civilización” si mandan tropas a Ucrania y también innumerables críticas a Occidente por engañar a Rusia con el “truco de los años ochenta”, refiriéndose a una carrera armamentista.
“El presidente Putin mantendrá su esfuerzo de guerra y su oposición al llamado ‘imperialismo occidental’ que tiene cierta popularidad entre los electores y, sobre todo, le da una clara identidad a Rusia en el sistema internacional. En otras palabras, el liderazgo internacional ruso se está posicionando justamente como una voz alternativa a esta tradicional dominación occidental que, según el discurso ruso, ha generado enormes problemas en el sistema”, explica Jesús Agreda, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
Si bien hay ciertas pistas sobre lo que planea el presidente, todavía puede guardar muchas sorpresas. De acuerdo con Vladimir Rouvinski, profesor de la Universidad Icesi, “después de lo que pasó en febrero de 2022 con la guerra de Rusia contra Ucrania, yo creo nadie tiene una visión sobre lo que es capaz de hacer”. En temas domésticos, señala que todos los actores políticos rusos están mirando al jefe de Estado para saber cómo actuar, pues en “una dictadura muy personalizada” como la de él, “la palabra de Putin es la ley”.
“Yo creo que todo el mundo está preparándose para que el régimen sea más duro, más cruel, para que haya aún menos derechos reales para los rusos”, afirma.
El mundo, a la expectativa
Rouvinski explica que, referente a Rusia, los Estados pueden estar en una de tres posiciones definidas. En la primera se encuentran Estados Unidos, potencias europeas y algunos países de Asia que rechazan por completo los planteamientos de Putin sobre un nuevo orden internacional. En la segunda están los “regímenes iliberales”, es decir, países gobernados con sistemas muy parecidos al de Rusia, como Cuba y Nicaragua, que comparten la perspectiva del “imperialismo occidental”. Por último, aquellos que deciden posicionarse de desde “una mal llamada ‘neutralidad’”, esperando “que otros definan las nuevas reglas del juego” y sin pronunciarse al respecto, como algunos países latinoamericanos.
Sobre la primera categoría, Occidente se prepara para seguir con sus esfuerzos, enfocados en la victoria de Ucrania. Así, se mantendrán las reuniones entre los miembros de la OTAN, ahora con Suecia oficialmente adentro, discursos sobre la necesidad de seguir enviando municiones al Ejército ucraniano y la situación de vida o muerte a la que se enfrentan con la posibilidad de que otros países tomen el ejemplo de Rusia y deseen hacer lo propio.
“Si decidimos ser débiles frente a alguien como Putin, que no tiene límites, si le decimos de forma ingenua que no superaremos este o ese límite, no sería buscar la paz; sería asumir la derrota”, afirmó Emmanuel Macron, presidente de Francia.
Sin embargo, Europa podría tener en los próximos meses una piedra en el zapato: Donald Trump. El virtual candidato del Partido Republicano a las elecciones presidenciales en Estados Unidos ha amenazado con dejar de seguir las obligaciones de la OTAN si vuelve a ascender a la presidencia e incitar a Rusia a atacar a cualquier país miembro que no cumpla con la cuota de defensa. Ante la posibilidad de que el mayor contribuyente de la alianza de defensa no esté, la misma organización ha comenzado por anunciar la nueva Estrategia Europea de Defensa Industrial, un plan con el que los 27 miembros de la Unión Europea cooperarán para la producción y distribución de armas.
“Europa tiene que reforzar su base industria”, dijo Ursula von der Leyden, presidenta de la Comisión Europea, en un panel sobre seguridad en Múnich. “Soy una transatlántica convencida y al mismo tiempo tenemos que construir una Europa fuerte y eso va de la mano”.
La segunda categoría será clave en estos próximos años, según los expertos. Más que “alianzas”, Rouvinski califica estas relaciones entre Estados con los mismos objetivos una “cooperación forzada o coqueteo”, teniendo en cuenta la debilidad de Rusia por las sanciones económicas y con un territorio masivo al que proteger. Como ejemplo está el caso de China, con quien solía llevar una relación de iguales que cambió con la crisis económica rusa en los noventa. Además de compartir una frontera de 4.200 kilómetros, el gigante asiático ha sido el salvavidas económico de Rusia después de la invasión a Ucrania, al ser el mayor comprador de recursos energéticos y un gran socio comercial.
Se suman también otros proveedores de armas esenciales para la guerra, como Corea del Norte, que ha enviado más de 6.700 contenedores con municiones a Rusia, e Irán, que suministra misiles balísticos de corto alcance y participa en ejercicios navales en el golfo de Omán, junto con China.
No obstante, en estas dos relaciones “hay más problemas que cualquier otra cosa”, señala Rouvinski. Por el lado de Irán, que llama un “matrimonio por conveniencia”, están aumentando las críticas al régimen de Putin. El periódico Jomhouri Eslami, que había estado relacionado con Alí Jamenei, el líder supremo de Irán, acusó al mandatario ruso de haber asesinado a Navalni; y otros medios lo señalan de interferir en asuntos estatales iraníes. Incluso el exdiplomático iraní Fereydoun Majlesi ha dicho que hay un “conflicto” entre los intereses de Rusia e Irán.
En el caso de Corea del Norte, está aumentando la cooperación, pero específicamente en temas militares. En otras instancias hay unas “líneas rojas”, según Rouvinski, que Rusia no está dispuesta a cruzar, ejemplificadas en la estrecha relación entre Xi Jinping y Kim Jong Un.
Tras unas votaciones en la que la victoria de Putin está cantada, el lunes ocurrirá el único acto multitudinario de la campaña del mandatario: en la plaza Roja de Moscú, este se reunirá con sus seguidores para celebrar su reelección, que coincide con el décimo aniversario de la anexión de Crimea. Mientras tanto, el mundo entero se preparará para otros seis años de la Rusia de Putin.
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