“Soy humana”: primera ministra de Finlandia sobre el escrutinio a su vida privada
La funcionaria ha sido objeto de críticas por un video que se filtró mientras estaba de fiesta con sus amigos. Mientras lo que hace con su vida privada ha sido cuestionada en varias ocasiones, ella dijo: “No he faltado a un solo día de trabajo, no he faltado a una sola tarea, y no lo haré”.
Sanna Marin es una política formada y ha hecho del trabajo en lo público algo propio. Su preocupación por el cuidado del medioambiente y los derechos de las mujeres la han llevado a imponerse metas ambiciosas, como la de que Finlandia deje de producir emisiones netas de carbono para 2035 y la de mejorar la licencia de paternidad para hombres y mujeres por igual. A su mando, Helsinki sobrellevó la pandemia del Covid-19 y aseguró su entrada a la OTAN. En medio del debate que se ha gestado alrededor de su vida privada, dijo: “Quiero confiar y creer que la gente mirará lo que hacemos en el trabajo, en lugar de lo que hacemos en nuestro tiempo libre. Soy humana y también echo de menos la alegría, la luz y la diversión en medio de estas nubes oscuras (...). No he faltado a un solo día de trabajo, no he faltado a una sola tarea, y no lo haré”.
Su vida privada llevada al escrutinio público
Las imágenes que se filtraron de ella mientras estaba de fiesta con unos amigos, tomando y bailando, la han puesto en el ojo del huracán, aunque ella ha tratado de defender su derecho a socializar fuera del horario laboral. En una entrevista de 2020 a British Vogue, afirmó: “Solo quiero ser honesta y ser yo misma. Lo encuentro mucho más fácil”.
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Ahora bien, varios cuestionamientos se le han presentado en el camino. En Davos, en 2020, recién se estrenaba como mandataria, fue abordada por una persona que le preguntó cómo funcionaba su gobierno, a lo que respondió: “[Funciona] como cualquier otro. No nos reunimos en un vestuario femenino y tenemos una charla de vestuario”. Además, el año pasado fue criticada por no ponerse un brassier debajo de un blazer negro para una sesión de fotos.
Las personas que están a su favor dicen que en medio de todo el revuelo hay misoginia y sexismo. Minna Alander, analista de política exterior y de seguridad de Finlandia, escribió en una columna de opinión publicada en DW, algo de eso. “Es mucho de asimilar que una primera ministra competente pueda ser una mujer de 36 años, madre de un niño pequeño, que a pesar de tener uno de los trabajos más duros del país, también logra tener una vida social, ir a festivales, e incluso a fiesta de vez en cuando”. No en vano, en forma de solidaridad, sus seguidores, sobre todo las mujeres, compartieron videos de ellas mismas festejando, bajo el hashtag #solidaritywithsanna.
Unas cifras que distan de alcanzar la igualdad en la participación política
Lo sucedido con Marin responde a una problemática más global: si el mundo quiere cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030, se debe trabajar por aumentar la participación de las mujeres en la política y la vida pública, según ONU Mujeres. Ahora bien, lo cierto es que, según la organización, solo 22 países tienen jefa de Estado o de Gobierno, mientras que 119 nunca han sido presididos por mujeres.
Además, según la Unión Interparlamentaria, la violencia política en contra de las mujeres se traduce en que aquellas que participan en los congresos sufren violencia psicológica (81,8 %), violencia física (25,5 %) y acoso sexual (21,2 %), además de intimidación a través de las redes sociales y de un trato sexista en los medios de comunicación.
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Sanna Marin es una política formada y ha hecho del trabajo en lo público algo propio. Su preocupación por el cuidado del medioambiente y los derechos de las mujeres la han llevado a imponerse metas ambiciosas, como la de que Finlandia deje de producir emisiones netas de carbono para 2035 y la de mejorar la licencia de paternidad para hombres y mujeres por igual. A su mando, Helsinki sobrellevó la pandemia del Covid-19 y aseguró su entrada a la OTAN. En medio del debate que se ha gestado alrededor de su vida privada, dijo: “Quiero confiar y creer que la gente mirará lo que hacemos en el trabajo, en lugar de lo que hacemos en nuestro tiempo libre. Soy humana y también echo de menos la alegría, la luz y la diversión en medio de estas nubes oscuras (...). No he faltado a un solo día de trabajo, no he faltado a una sola tarea, y no lo haré”.
Su vida privada llevada al escrutinio público
Las imágenes que se filtraron de ella mientras estaba de fiesta con unos amigos, tomando y bailando, la han puesto en el ojo del huracán, aunque ella ha tratado de defender su derecho a socializar fuera del horario laboral. En una entrevista de 2020 a British Vogue, afirmó: “Solo quiero ser honesta y ser yo misma. Lo encuentro mucho más fácil”.
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Ahora bien, varios cuestionamientos se le han presentado en el camino. En Davos, en 2020, recién se estrenaba como mandataria, fue abordada por una persona que le preguntó cómo funcionaba su gobierno, a lo que respondió: “[Funciona] como cualquier otro. No nos reunimos en un vestuario femenino y tenemos una charla de vestuario”. Además, el año pasado fue criticada por no ponerse un brassier debajo de un blazer negro para una sesión de fotos.
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Unas cifras que distan de alcanzar la igualdad en la participación política
Lo sucedido con Marin responde a una problemática más global: si el mundo quiere cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030, se debe trabajar por aumentar la participación de las mujeres en la política y la vida pública, según ONU Mujeres. Ahora bien, lo cierto es que, según la organización, solo 22 países tienen jefa de Estado o de Gobierno, mientras que 119 nunca han sido presididos por mujeres.
Además, según la Unión Interparlamentaria, la violencia política en contra de las mujeres se traduce en que aquellas que participan en los congresos sufren violencia psicológica (81,8 %), violencia física (25,5 %) y acoso sexual (21,2 %), además de intimidación a través de las redes sociales y de un trato sexista en los medios de comunicación.
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