Todo o nada: la apuesta de Pedro Sánchez y su ruta a las elecciones del 23J
El presidente del gobierno español adelantó las elecciones generales con el objetivo de que no se desangre más la coalición de izquierdas.
Camilo Gómez Forero
“Hostia” pudo haber sido una de las palabras más repetidas por los españoles el lunes. Al menos lo fue en Twitter, donde se volvió tendencia pocos minutos después de que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunciara un adelanto de las elecciones generales, originalmente planeadas para diciembre. Más de 20.000 trinos en una hora. Nadie esperaba una medida así. La reacción general fue como la de la periodista Àngels Barceló, quien llevó sus brazos al aire, incrédula y con la boca abierta, al enterarse de la noticia durante una transmisión en vivo.
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“Hostia” pudo haber sido una de las palabras más repetidas por los españoles el lunes. Al menos lo fue en Twitter, donde se volvió tendencia pocos minutos después de que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunciara un adelanto de las elecciones generales, originalmente planeadas para diciembre. Más de 20.000 trinos en una hora. Nadie esperaba una medida así. La reacción general fue como la de la periodista Àngels Barceló, quien llevó sus brazos al aire, incrédula y con la boca abierta, al enterarse de la noticia durante una transmisión en vivo.
La razón de adelanto es simple: la derecha, encabezada por el Partido Popular (PP), arrasó en las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo y le propinó un severo golpe al gobierno izquierdista del presidente Sánchez en casi todo el mapa. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), del presidente, sufrió derrotas menos nítidas que otros partidos de izquierda, como Podemos. Esto se debe a que obtuvo malos resultados a nivel de poder político -perdió los gobiernos regionales de Valencia, Aragón, Extremadura y Baleares, además de ciudades como Sevilla y Valencia-, pero no tanto en porcentaje de votos.
Aun así, aunque la derrota no fue tan pronunciada en el PSOE, la debacle del partido en general es notoria. Los resultados fueron peores respecto a las elecciones de 2019 y desastrosos respecto a 2015. La tendencia es a la baja. ¿Por qué? Primero está el desgaste del poder, desde luego, y la economía. La inflación, aunque menor que en otros países de Europa, ha sacudido los bolsillos de los españoles. Pero sobre todo está la imagen del gobierno, notablemente afectada por las constantes peleas entre los socios de la coalición: los socialistas y la izquierda radical de Podemos.
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Según analistas, como Oriol Bartomeus, politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona, si las cosas seguían el actual curso, el gobierno se iba a desangrar de acá a diciembre y sufriría una derrota mucho más amplia en las generales. Sánchez modifica el calendario por eso: para evitar el desmoronamiento total. Ahora las elecciones serán el 23 de julio.
“La alternativa era seis meses de sangría del gobierno. (Sánchez) optó por jugársela al todo por el todo”, dijo Bartomeus.
Paloma Román, de la Universidad Complutense de Madrid, coincide con Bartomeus: “Si aguantan cuatro meses hubiese sido peor”. Para unos es un cálculo estratégico y para otros una apuesta muy arriesgada. En lo positivo, Sánchez gana tiempo y acorta el desgaste de su coalición. También obliga a la oposición a negociar de manera apresurada cómo acomodan sus fichas y bajo quién se centraliza el liderazgo para las elecciones. La derecha solo podrá gobernar si el PP, gran ganador de la jornada del domingo, y Vox alcanzan conjuntamente la mayoría absoluta.
Pero la medida obliga a la izquierda a adecuarse al nuevo escenario en una contrarreloj. El lunes, tras el anuncio de Sánchez, Ione Belarra, secretaria general del partido de izquierda Podemos, señaló que ya se abrieron las negociaciones con la plataforma Sumar, de la vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz, para consolidar una izquierda unida que se presente a las generales.
El primer problema en la agenda es el tiempo. Tienen menos de dos semanas para alcanzar un acuerdo, pues el plazo para registrar una coalición vence entre el 9 y 10 de junio, cuando deberá ser publicada en el Boletín Oficial del Estado. Por otro lado, también está la disposición de Podemos a recalcular sus posturas de cara a las generales.
“Unidas Podemos debe entender que su declive no es consecuencia solamente de la maldad congénita de los grupos mediáticos y empresariales, sino de haber perdido la capacidad de influir en el debate público y de ofrecer un programa político reconocible y mínimamente realista”, afirmó Ignacio Sánchez-Cuenca en El País de España.
Con los datos de los resultados del domingo, el PSOE mira fijamente a la plataforma Sumar, más que a Podemos. “(El PSOE) Necesita a su lado un Sumar fuerte y unido. La cosa es si el adelanto facilita este escenario, obligándoles a pactar rápido y sin ruido, o lo complica por la falta de tiempo, estructura, etc.”, aseguró Jaime Bordel, politólogo de la Universidad Carlos III de España.
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Quizás es precisamente lo que buscaba Sánchez: que el tiempo, en lugar de jugar en contra, fuerce la voluntad para negociar. Adelantando las elecciones, “Sánchez no deja que Podemos y Sumar se enzarcen en negociaciones estériles que no vayan a ningún sitio. Esto va a ser: ‘O van o no van’, pero dejen de matarse”, señaló Verónica Fumanal, experta en comunicación política, a la cadena Ser.
Esa es la ruta de Sánchez. Todo o nada. Aun así, aparece un problema para él: nada asegura que la unidad de la izquierda, forzada por el tiempo, sea suficiente para lograr una victoria. La ultraderecha de Vox, que llegó en tercera posición en las municipales y entrando en varios parlamentos regionales, donde su apoyo será decisivo para que la derecha desbanque a la izquierda. Como dice Bordel, “con Vox ya presente en gobiernos autonómicos no sé qué capacidad de movilización tendrá el ‘frenar a la ultraderecha’. Creo que es complicado volver al marco que le hizo ganar las elecciones al PSOE en 2019. Mi sensación es que la gente le ha perdido el miedo a Vox”. Es la apuesta que el presidente aceptó.
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