Ucrania, el as bajo la manga de nadie, ¿por qué es tan complicado su futuro?
La pregunta de muchos hoy es: ¿por qué dejaron sola a Ucrania? El presidente ucraniano ha enfatizado en este discurso buscando ganar algo de apoyo en casa. Responder a la situación no es tan fácil como se cree.
Camilo Gómez Forero
Se puede sentir el desespero y la angustia en las palabras de Volodímir Zelenski. El jueves, cuando su país quedó completamente rodeado por las fuerzas rusas, el presidente ucraniano sugirió que el mundo había dejado a su pueblo “solo”.
“Nos han dejado solos para defender nuestro Estado. ¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo a dar a Ucrania la garantía de una adhesión a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo”, dijo en una alocución.
Pero antes de que nos apresuremos a condenar a la comunidad internacional, en especial a las potencias occidentales, por dejar “sola” a Ucrania, y también anticipándonos a esos comentarios que van catalogando a Zelenski como un “mártir que quedó aislado mientras intentaba defender la soberanía de su país”, necesitamos poner las cosas en contexto. La situación no es tan sencilla como parece.
“Ucrania, lastimosamente, y lo digo con todo el dolor del alma, no es un miembro de la OTAN y, por lo tanto, no debería recibir ayuda. No debería recibir ningún tipo de apoyo militar. Y eso es algo muy difícil de entender porque las personas dicen: ‘pero hay ataques, ha habido violaciones y seguirán pasando. Sí, todo eso es cierto. Pero yo pienso que esta era la provocación, o una de las muchas provocaciones, que quería producir Vladimir Putin para que los aliados de la OTAN se comprometieran militarmente. Y eso no ha sucedido”, explica Rafael Piñeros, profesor de la Universidad Externado de Colombia y experto en relaciones internacionales.
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A pesar de lo difícil y cruel que puede ser la situación para las personas hoy en Ucrania, hay que entender que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) más que un mecanismo reaccionario es uno que permite y aboga por la prevención. No busca, y no debería buscar, una confrontación militar con Rusia. Putin estaba deseando ese choque, pero el presidente estadounidense, Joe Biden, se la ha jugado por una postura legalista, con la aplicación literal de las leyes de la OTAN, para no iniciar una confrontación militar con Moscú que hundiría al mundo en una crisis mucho más profunda. Y ahí, según Piñeros, Biden ha acertado.
“La OTAN ha resistido a muchas crisis. Ahora, así como se le ha criticado mucho a Biden, el presidente ha logrado cohesionar unas lógicas en las que las declaraciones de todos los líderes tanto en Europa como en EE. UU. buscan asegurar un consenso: estamos unidos frente a las agresiones rusas (aunque no lanzamos operaciones militares)”, dice Piñeros.
Si Ucrania no es miembro, como explica nuestro experto, Zelenski no debería esperar ayuda militar. Así que esa soledad de la que habla el presidente ucraniano en la que ha quedado sumida su nación no es por simple desentendimiento de la OTAN: hay una razón de fondo, el cumplimiento de las leyes, que hace que la alianza no pueda prestar apoyo militar, y el grupo respeta estas normas precisamente para cumplir con el objetivo de prevenir una mayor confrontación militar, en este caso con Rusia. Complejo, desolador, tal vez indignante considerando que el problema central era la adhesión de Ucrania a este organismo, pero esta es la realidad con la que se enfrentan los ucranianos.
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La retórica que ha manejado Zelenski, entonces, desconoce los límites que encierran a la alianza transatlántica y les impide a las potencias actuar, pero el presidente ha buscado refugio en estas palabras para ocultar su pobre apoyo popular tanto en casa como en el extranjero.
“La actitud que ha tomado me parece perjudicial: vengan y me defienden porque Europa y Ucrania están en riesgo, y si Kiev cae es un problema para Occidente. Esa necesidad de mostrarles a los países de Europa occidental que necesita protección como si fuera la causa central de la situación es problemática y poco efectiva. Le había dado buenos resultados antes, era un gran aliado del presidente Donald Trump, por ejemplo. Pero ante la forma en la que se fueron desenvolviendo los hechos es perjudicial. No es una persona reconocida por su capacidad intelectual y diplomacia. Por eso, más de un gobierno quisiera que el presidente de Ucrania no fuera Zelenski”, dice Piñeros.
El profesor pide recordar que durante mucho tiempo Zelenski se dedicó al espectáculo, era un comediante que entretenía los fines de semana al pueblo, y que a partir de ese descontento con la política tradicional y sin más opciones para poder acceder a las instituciones europeas llegó de rebote a la presidencia. Seguramente por todo esto, dice Piñeros, a Biden, Macron y Scholz les gustaría tener a otro interlocutor al frente para negociar. Su inexperiencia es notable, pero “es lo que hay”. No es el más fuerte, no es el más débil, es el gobernante con el que hay que negociar. Lo idóneo sería que fuera otro más calificado.
Las palabras de Zelenski no solo esconden algo de ignorancia y esa necesidad por tratar de conseguir legitimidad para mostrarle a Rusia que cuenta con cierto respaldo popular, sino que encierran el error más garrafal de su política: por mucho tiempo pensó y jugó a ser el “as bajo la manga de Europa”, asumiendo que tenía tanto poder de negociación que irían a su rescate en caso de que se desarrollara un escenario como el que estamos viviendo, pero Ucrania no era el as bajo la manga de nadie.
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Si bien constituía un interés enorme para los europeos en cuanto a estabilidad política, seguridad y asuntos económicos relacionados especialmente con la energía, al ser un corredor de tránsito clave para el gas ruso, Zelenski no supo dimensionar cuánto era su verdadero valor frente a los europeos. Su creencia era fantasiosa, pues ningún país europeo estaría dispuesto a irse a la guerra por Kiev.
Esto no se trata de echarle la culpa a Zelenski de la crisis: es inobjetable que la responsabilidad de la crisis humanitaria y este teatro de operaciones bélicas en Ucrania es de Putin, quien decidió, como muchos venían advirtiendo, usar un pretexto simple para invadir a sus vecinos. Pero se debe reconocer en medio de todo y ante las palabras del presidente ucraniano que Kiev no tiene al líder más idóneo para afrontar esta emergencia. Que Zelenski leyó mal la mesa y actuó como el as bajo la manga de las potencias occidentales cuando era, en realidad, un comodín.
La inexperiencia de Zelenski también se siente ahora en la degradación del conflicto: al decir que Ucrania se ha quedado sola, ha invitado a los civiles a armarse con rifles y defender su patria.
“De una u otra forma, está incitando a que personas que no deben hacer parte de las intervenciones militares lo hagan. Hacerlo un asunto nacional es una forma de ganar legitimidad, pero es significativamente peligroso. En el juego de los militares no debería haber participación civil”, concluye Piñeros.
Los errores de este discurso pueden ser catastróficos. En definitiva, Ucrania requería un gobernante mejor calificado.
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Se puede sentir el desespero y la angustia en las palabras de Volodímir Zelenski. El jueves, cuando su país quedó completamente rodeado por las fuerzas rusas, el presidente ucraniano sugirió que el mundo había dejado a su pueblo “solo”.
“Nos han dejado solos para defender nuestro Estado. ¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo a dar a Ucrania la garantía de una adhesión a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo”, dijo en una alocución.
Pero antes de que nos apresuremos a condenar a la comunidad internacional, en especial a las potencias occidentales, por dejar “sola” a Ucrania, y también anticipándonos a esos comentarios que van catalogando a Zelenski como un “mártir que quedó aislado mientras intentaba defender la soberanía de su país”, necesitamos poner las cosas en contexto. La situación no es tan sencilla como parece.
“Ucrania, lastimosamente, y lo digo con todo el dolor del alma, no es un miembro de la OTAN y, por lo tanto, no debería recibir ayuda. No debería recibir ningún tipo de apoyo militar. Y eso es algo muy difícil de entender porque las personas dicen: ‘pero hay ataques, ha habido violaciones y seguirán pasando. Sí, todo eso es cierto. Pero yo pienso que esta era la provocación, o una de las muchas provocaciones, que quería producir Vladimir Putin para que los aliados de la OTAN se comprometieran militarmente. Y eso no ha sucedido”, explica Rafael Piñeros, profesor de la Universidad Externado de Colombia y experto en relaciones internacionales.
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A pesar de lo difícil y cruel que puede ser la situación para las personas hoy en Ucrania, hay que entender que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) más que un mecanismo reaccionario es uno que permite y aboga por la prevención. No busca, y no debería buscar, una confrontación militar con Rusia. Putin estaba deseando ese choque, pero el presidente estadounidense, Joe Biden, se la ha jugado por una postura legalista, con la aplicación literal de las leyes de la OTAN, para no iniciar una confrontación militar con Moscú que hundiría al mundo en una crisis mucho más profunda. Y ahí, según Piñeros, Biden ha acertado.
“La OTAN ha resistido a muchas crisis. Ahora, así como se le ha criticado mucho a Biden, el presidente ha logrado cohesionar unas lógicas en las que las declaraciones de todos los líderes tanto en Europa como en EE. UU. buscan asegurar un consenso: estamos unidos frente a las agresiones rusas (aunque no lanzamos operaciones militares)”, dice Piñeros.
Si Ucrania no es miembro, como explica nuestro experto, Zelenski no debería esperar ayuda militar. Así que esa soledad de la que habla el presidente ucraniano en la que ha quedado sumida su nación no es por simple desentendimiento de la OTAN: hay una razón de fondo, el cumplimiento de las leyes, que hace que la alianza no pueda prestar apoyo militar, y el grupo respeta estas normas precisamente para cumplir con el objetivo de prevenir una mayor confrontación militar, en este caso con Rusia. Complejo, desolador, tal vez indignante considerando que el problema central era la adhesión de Ucrania a este organismo, pero esta es la realidad con la que se enfrentan los ucranianos.
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La retórica que ha manejado Zelenski, entonces, desconoce los límites que encierran a la alianza transatlántica y les impide a las potencias actuar, pero el presidente ha buscado refugio en estas palabras para ocultar su pobre apoyo popular tanto en casa como en el extranjero.
“La actitud que ha tomado me parece perjudicial: vengan y me defienden porque Europa y Ucrania están en riesgo, y si Kiev cae es un problema para Occidente. Esa necesidad de mostrarles a los países de Europa occidental que necesita protección como si fuera la causa central de la situación es problemática y poco efectiva. Le había dado buenos resultados antes, era un gran aliado del presidente Donald Trump, por ejemplo. Pero ante la forma en la que se fueron desenvolviendo los hechos es perjudicial. No es una persona reconocida por su capacidad intelectual y diplomacia. Por eso, más de un gobierno quisiera que el presidente de Ucrania no fuera Zelenski”, dice Piñeros.
El profesor pide recordar que durante mucho tiempo Zelenski se dedicó al espectáculo, era un comediante que entretenía los fines de semana al pueblo, y que a partir de ese descontento con la política tradicional y sin más opciones para poder acceder a las instituciones europeas llegó de rebote a la presidencia. Seguramente por todo esto, dice Piñeros, a Biden, Macron y Scholz les gustaría tener a otro interlocutor al frente para negociar. Su inexperiencia es notable, pero “es lo que hay”. No es el más fuerte, no es el más débil, es el gobernante con el que hay que negociar. Lo idóneo sería que fuera otro más calificado.
Las palabras de Zelenski no solo esconden algo de ignorancia y esa necesidad por tratar de conseguir legitimidad para mostrarle a Rusia que cuenta con cierto respaldo popular, sino que encierran el error más garrafal de su política: por mucho tiempo pensó y jugó a ser el “as bajo la manga de Europa”, asumiendo que tenía tanto poder de negociación que irían a su rescate en caso de que se desarrollara un escenario como el que estamos viviendo, pero Ucrania no era el as bajo la manga de nadie.
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Si bien constituía un interés enorme para los europeos en cuanto a estabilidad política, seguridad y asuntos económicos relacionados especialmente con la energía, al ser un corredor de tránsito clave para el gas ruso, Zelenski no supo dimensionar cuánto era su verdadero valor frente a los europeos. Su creencia era fantasiosa, pues ningún país europeo estaría dispuesto a irse a la guerra por Kiev.
Esto no se trata de echarle la culpa a Zelenski de la crisis: es inobjetable que la responsabilidad de la crisis humanitaria y este teatro de operaciones bélicas en Ucrania es de Putin, quien decidió, como muchos venían advirtiendo, usar un pretexto simple para invadir a sus vecinos. Pero se debe reconocer en medio de todo y ante las palabras del presidente ucraniano que Kiev no tiene al líder más idóneo para afrontar esta emergencia. Que Zelenski leyó mal la mesa y actuó como el as bajo la manga de las potencias occidentales cuando era, en realidad, un comodín.
La inexperiencia de Zelenski también se siente ahora en la degradación del conflicto: al decir que Ucrania se ha quedado sola, ha invitado a los civiles a armarse con rifles y defender su patria.
“De una u otra forma, está incitando a que personas que no deben hacer parte de las intervenciones militares lo hagan. Hacerlo un asunto nacional es una forma de ganar legitimidad, pero es significativamente peligroso. En el juego de los militares no debería haber participación civil”, concluye Piñeros.
Los errores de este discurso pueden ser catastróficos. En definitiva, Ucrania requería un gobernante mejor calificado.
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