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El pasado 25 de marzo el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, firmó un decreto inédito para el país que sustituye la anterior doctrina militar titulado “Sobre la estrategia de seguridad militar en Ucrania”. El documento tiene dos objetivos: blindarse militarmente ante su vecino, Rusia, poniendo fin a la presunta “ocupación ilegal”, y acelerar su proceso de ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, mejor conocida como la OTAN. A poco más de un mes de la entrada en vigor del decreto, parece que el gobierno local llegó a donde quería; es decir, al borde de una guerra contra el Kremlin para poner contra las cuerdas a la comunidad internacional y generar una reacción de su parte.
El hecho de que el conflicto entre ambos países, que empezó hace siete años y ya deja más de 14.000 muertos, no esté congelado es de conocimiento público, pero los últimos movimientos militares en la región fronteriza de Donbás se salieron de cualquier normalidad y rompieron con una tregua que terminó con cuatro soldados ucranianos muertos. Desde la semana pasada, Ucrania acusó a Rusia de concentrar miles de tropas en sus fronteras norte y este, así como en la península de Crimea, que fue anexada por Moscú en 2014.
Por su parte, el gobierno ruso no ha negado los recientes movimientos de tropas, pero insistió en que no amenazan a nadie, y advirtió que tomará las medidas necesarias en caso de cualquier despliegue militar occidental en Ucrania. El portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, señaló: “Dudamos mucho que esto pueda ayudar a Ucrania a resolver su problema interno. Desde nuestro punto de vista, esto empeorará aún más la situación”.
“La OTAN es el único camino hacia el fin de la guerra en Donbás”, afirmó Zelenski hace unos días. Por eso es tan importante el decreto que reforma la doctrina militar firmado por Zelenski, porque con él se busca cumplir con los protocolos que pide la organización y lograr una “mayor integración en las estructuras de seguridad europeas y una cooperación militar internacional pragmática”, según dice el documento.
El portal Descifrando la Guerra recuerda que uno de los principales objetivos del gobierno ucraniano es elaborar “esta estrategia por el ‘desequilibrio en el potencial militar entre Ucrania y la Federación de Rusia’, aunque indican que no buscan la paridad con Moscú, pues esto supondría el agotamiento de la economía ucraniana. Aspiran a una modernización de sus fuerzas armadas y también a poder desarrollar las capacidades de ciberseguridad y ciberdefensa”. Sí, el gobierno de Zelenski afirma que Rusia ha desatado una guerra híbrida que incluye al mundo digital.
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Según el medio, las principales denuncias por parte de Ucrania se centran en afirmar que Rusia “obstruye la libre navegación en los mares Negro y Azov, ocupa ilegalmente Georgia y Ucrania, mantiene a Bielorrusia en su esfera de influencia política y utiliza la situación de Transnistria y otros conflictos congelados en el espacio postsoviético para sus propios intereses. Además, consideran que las acciones de Rusia podrían provocar una escalada en Ucrania que termine siendo una guerra internacional en Europa”.
Con las alarmas encendidas a tal grado, la OTAN ha dejado claro que no permitirá que Rusia se extralimite en sus maniobras en la región. De hecho, el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, expresó este martes una seria preocupación y reiteró su respaldo a la soberanía de Kiev. Pero un responsable de la organización, que pidió el anonimato, rebajó las expectativas de una adhesión rápida de Ucrania, al asegurar a la AFP que Kiev debía “centrarse en sus reformas y reforzar su capacidad defensiva conforme a las normas” de la Alianza. El país también ha recibido el apoyo de Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea.
Los ojos puestos en Estados Unidos
El país norteamericano es uno de los pilares de la OTAN y tiene un liderazgo histórico que lo obliga a actuar inmediatamente cuando un conflicto como este se presenta. Pero además, el presidente Joe Biden sabe muy bien lo que se espera de él para poner fin a esta escalada de tensión. Su historia con Ucrania es larga, pues durante su mandato como vicepresidente de Barack Obama fue el encargado de liderar la respuesta internacional a la anexión rusa y en la coordinación de la lucha contra la corrupción.
Eso sin contar que el país europeo fue el foco que llevó a juicio político al expresidente Donald Trump, cuando hizo un pedido a su homólogo ucraniano, a modo de presión, para que abriera una investigación contra Biden para hacerlo tambalear justo antes de las elecciones presidenciales que perdió el pasado noviembre.
La semana pasada, el Pentágono anunció que las fuerzas estadounidenses en Europa fueron puestas en alerta tras “la reciente escalada de la agresión rusa en el este de Ucrania”. Un movimiento que se esperaba desde hace tiempo por el silencio y la distancia que existía hasta el momento entre ambos gobiernos. The New York Times aseguró que Biden había hablado por teléfono con el presidente Putin en enero sobre la soberanía ucraniana, pero desde entonces la Casa Blanca había permanecido estática.
Esta semana las cosas cambiaron con la primera llamada entre el presidente Biden y Zelenski en la que le “afirmó el apoyo inquebrantable de Estados Unidos a la soberanía e integridad territorial de Ucrania frente a la agresión en curso de Rusia en Donbás y Crimea”. Para Ucrania este espaldarazo es imprescindible si quiere evitar una guerra y concretar su ingreso a la OTAN. La posición de Rusia es muy diferente, según CNN, que aseguró: “Para Putin, esta crisis es solo la última de un catálogo de agravios, que incluye el atropello de Occidente a los intereses de Rusia desde Kosovo a Irak, pasando por Libia y Siria. El objetivo final puede ser romper los supuestos postsoviéticos sobre lo que Rusia tolerará, y cambiar permanentemente la relación de Rusia con Occidente”.