Las violentas y misteriosas muertes de los secuaces y críticos de Putin
Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. Dos meses después de la humillación por el intento de motín de las fuerzas de Wagner, Vladimir Putin logra librarse de dos de sus rivales internos, entre ellos “su chef”. ¿Qué implica esto?
Camilo Gómez Forero
El miércoles, el presidente Vladimir Putin volvió a respirar tranquilo: los principales responsables y sospechosos del motín que paralizó el occidente de Rusia el pasado 23 de junio, hace exactamente dos meses, y que significó el mayor desafío a su gobierno, fueron apartados de su camino. Por un lado, Yevgeny Prigozhin, el despiadado líder del grupo paramilitar Wagner, murió en Tver, al sur de Moscú, bajo extrañas circunstancias.
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El miércoles, el presidente Vladimir Putin volvió a respirar tranquilo: los principales responsables y sospechosos del motín que paralizó el occidente de Rusia el pasado 23 de junio, hace exactamente dos meses, y que significó el mayor desafío a su gobierno, fueron apartados de su camino. Por un lado, Yevgeny Prigozhin, el despiadado líder del grupo paramilitar Wagner, murió en Tver, al sur de Moscú, bajo extrañas circunstancias.
El avión en el que iba Prigozhin con otros nueve acompañantes, entre los que estaba su mano derecha, Dmitri Utkin, cayó al suelo, aparentemente derribado por proyectiles desde tierra. Algunas fotografías del incidente parecen mostrar perforaciones en la cubierta de la aeronave. Pero poco o nada se puede confirmar sobre su deceso por ahora, debido a las reservas que hay sobre la información que sale del Kremlin. Solo una cosa es segura: será muy difícil para Putin desligarse de lo que, más que un accidente de avión, luce para el público general como un asesinato minuciosamente cocinado por él.
La historia reciente alimenta las conspiraciones de que Putin pudo ordenar el asesinato de su “chef”, como le decían a Prigozhin, quien lo había humillado a nivel internacional con el motín. Putin no ocultaba su deseo de venganza. “(Lo único que no perdono) es la traición”, dijo el presidente. Y a eso se suma una larga lista de comandantes y oligarcas, aliados o críticos del presidente, que, como el jefe de Wagner, desaparecen misteriosamente luego de enfrentársele al mandatario. Por ejemplo, Mozgovoy, ‘Batman’ Bednov, ‘Givi’, ‘Motorola’ o Zakharchenko, todos comandantes de la insurgencia rusa en el Donbás en 2014, murieron en hechos que no han sido aclarados del todo.
“Muchos creen que las muertes son el resultado de disputas internas o incluso de que los servicios de seguridad rusos intentaron eliminar del campo a figuras ‘incómodas’ e incontrolables”, escribió Shaun Walker, corresponsal de The Guardian en Rusia, en 2016 tras la muerte de ‘Givi’.
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Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la lista de muertes turbias en Rusia es más abultada. El magnate Pável Antov se cayó de la ventana de un hotel en India el año pasado, poco después de criticar la guerra. Lo mismo ocurrió con el empresario Ravil Maganov, quien cayó de una ventana en Moscú. Era dueño de una de las pocas empresas que pidió públicamente el fin de la guerra en Ucrania. El empresario Dan Rapoport también fue encontrado muerto en Washington D.C. tras criticar la invasión y luego de apoyar al líder opositor Alexei Navalny.
Antes de la invasión, Mijaíl Lesin, fundador de la versión en inglés del medio propagandístico Russia Today, fue hallado muerto por un golpe en la cabeza en 2015. Para ese momento, era investigado por corrupción y estaba considerando hacer un trato con el FBI. En 2013, Boris Berezovsky fue encontrado muerto por aparente suicidio en un baño en Reino Unido. Jugó un papel clave en el ascenso de Putin y se peleó con él antes de su muerte.
Un poco más atrás, en 2009, Stanislav Markelov, un abogado que defendía a un grupo de periodistas críticos de Putin, recibió un disparo en la cabeza a menos de un kilómetro del Kremlin. La periodista Anna Politkóvskaya, autora de “La Rusia de Putin”, también recibió un disparo a quemarropa en un ascensor. Seguéi Yuskenkov, ex coronel del Ejército, estaba reuniendo pruebas para demostrar que Putin estaría detrás de los atentados con bombas en apartamentos de Moscú para conseguir el apoyo público a la guerra en Chechenia. También fue asesinado a tiros.
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Por estos crímenes sin resolver y sus extrañas circunstancias es que Putin ha sido señalado ahora como el responsable de la muerte del jefe de Wagner. Pero matar a Prigozhin no sería una misión fácil. “Tenía un esquema de seguridad muy fuerte. Era muy difícil acceder a él. Estaba tomando todas las medidas. No es tan fácil matar a una persona sin tener acceso al círculo cercano”, sostiene el profesor Vladimir Rouvinski, experto en relaciones internacionales. “Y el veneno acá no iba a funcionar”, agrega el experto. Con esto se refiere a otras muertes de la lista, como la de Alexander Litvinenko, un exagente de la KGB, crítico de Putin, que fue envenenado en 2006.
La muerte de Prigozhin sí que sacude a Rusia. “Mucha gente va a creer que fue Putin el responsable, así haya o no participado en un atentado”, sentencia Rouvinski. Eso abre preguntas sobre la gobernabilidad del presidente y si, producto de una venganza, tendrá que enfrentarse a un nuevo desafío del Grupo Wagner en cabeza de alguien más. Rouvinski dice que no será tan difícil reemplazar a Prigozhin con otra persona, pues el esquema de lo que hacen estos paramilitares para mantener su poder trae mucho dinero y lo lucrativo obliga a llenar pronto su vacío. En especial considerando sus misiones activas en África.
Pero hubo mucho más en esta jornada. La muerte del jefe de Wagner opacó otra noticia importante: de manera paralela, Serguéi Surovikin, jefe de las Fuerzas Aeroespaciales de la Federación de Rusia y apodado como el “general Armagedón”, fue retirado de su cargo por Putin. Dos meses atrás, Surovikin, quien hasta el momento del motín de junio fue uno de los militares más populares, había sido vinculado a Prigozhin en su rebelde marcha hacia Moscú. No se le ha visto públicamente desde entonces.
“El motín es un hecho importante, pero todo esto nos está hablando sobre las cosas en Rusia y la organización del régimen de Vladimir Putin. Hay una pelea interna en el Ejército ruso, tanto política y económica, por los recursos. Sobre esto último es que se estaba quejando Prigozhin durante el motín. Él se estaba quejando de los esquemas corruptos para conseguir los contratos del Estado, para lavar el dinero. Y eso dice mucho sobre los juegos de poder en el país para tener acceso a los recursos lucrativos del Estado. Esto es una pelea entre el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el resto de los generales del Ejército, que suelen ser generales de carrera”, explica Rouvinski.
Ese es el panorama de Rusia hoy, un estado con profundas divisiones internas que, como dice el periodista Lluís Bassets, parece actuar “como la mafia” bajo la figura de Putin, quien con la muerte de Prigozhin y la salida de Surovikin buscará nuevas figuras mucho más leales a él.
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