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Yevgueni Prigozhin, jefe del grupo Wagner, tiene tantas facetas como negocios que le dieron el apodo de “chef de Putin” y actividades ilegales que le acarrearon sanciones internacionales. Es empresario, fundador de una fábrica de trolls, mercenario y ahora el rebelde que desafía al presidente ruso.
Con más de 25.000 hombres de su ejército privado, considerado ilegal en Rusia, pero que lucha del lado de las tropas del Kremlin en Ucrania, inició el viernes una sublevación contra el mando militar por el “caos” en el que, según él, se ha convertido la guerra y los “100.000 soldados rusos” que han muerto por culpa del Ministerio de Defensa.
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Prigozhin ha criticado duramente en los últimos meses al jefe de esa cartera, Serguéi Shoigú, y al jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, a los que ha desafiado constantemente con audios y videos plagados de insultos, gritos y acusaciones de incompetencia y desorganización en la estrategia bélica en el país vecino.
Su experiencia como jefe de los temidos mercenarios rusos, conocidos por su brutalidad y el uso de mazos y métodos de tortura contra propios y enemigos, según las denuncias de excombatientes y videos del grupo de la calavera, la labró en países como Sudán, Mali, la República Centroafricana o Libia.
Sin embargo, no siempre fue el líder de miles de combatientes de Wagner, grupo que solo reconoció en septiembre de 2022 haber creado en 2014, cuando “comenzó el genocidio en el Donbás”, según dijo, en línea con el argumento que utilizó Putin para lanzar su guerra contra Ucrania.
De estar en la cárcel a vender perros calientes
Nacido hace 62 años en San Petersburgo, Prigozhin, antes de ser empresario, durante la década de los 90, pasó 10 años en prisión, aunque nunca reveló la razón. Al salir de la cárcel, vendió perros calientes, mezclando la mostaza en la cocina de su familia y ganando 1.000 dólares al mes, según dijo en 2011 a un portal de su ciudad natal, en una de las raras entrevistas que dio por ese entonces. Sin embargo, aspiraba a más, a mucho más, y supo cómo hacer buenos contactos entre la comunidad empresarial y más tarde entre la élite política rusa.
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El ultranacionalista consiguió abrir su primer restaurante y entrar en el mundo del cáterin para cenas de gala o de ilustres invitados de Rusia. Para entonces, Putin ya era presidente y a veces llevaba a sus invitados, mandatarios extranjeros, como George Bush, a restaurantes de Prigozhin en San Petersburgo, según fotografías de esa época. Pronto se adjudicó, a través de su empresa Concord, contratos gubernamentales de cáterin y para escuelas en Moscú. En ese momento, ya se había ganado el apodo de “chef de Putin”.
Según una investigación del 2017, realizada por el encarcelado líder opositor ruso, Alexéi Navalni, Prigozhin habría logrado contratos estatales por un valor de al menos 2.500 millones de euros, entre ellos, uno para distribuir comida al Ejército ruso.
Fabricante de trolls y las tensiones con Estados Unidos
Sus aspiraciones no pararon ahí. Aunque nunca implicó en público a Putin en sus iniciativas ilegales, decidió servir al Estado ruso en otra faceta cuando creó la famosa fábrica de trolls de San Petersburgo, la cual Estados Unidos acusó de haber interferido en las elecciones presidenciales de 2016.
Hasta febrero de 2023 reconoció haber sido el fundador de esta estructura, que lanzó una campaña en las redes sociales para manipular a la opinión pública estadounidense antes de los comicios presidenciales en los que ganó Donald Trump. “Nunca he sido simplemente el financiero de la Internet Research Agency. Lo inventé, lo creé, lo manejé durante mucho tiempo. Fue creado para proteger el espacio de información ruso de la propaganda grosera y agresiva de las tesis antirrusas de Occidente”, señaló Prigozhin a través de su servicio de prensa.
En noviembre de 2022 respondió por primera vez a las acusaciones de presunta injerencia en las elecciones de Estados Unidos, diciendo que Rusia “lo ha hecho y lo hará”. “Señores, lo hemos hecho, lo seguimos haciendo y lo haremos en el futuro”, aseguró ante una pregunta sobre la supuesta interferencia en los comicios legislativos del año pasado en Estados Unidos. El país sancionó a Prigozhin y a tres de sus compañías, entre ellas Concord Management y Concord Catering, por influir en sus procesos políticos.
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El líder de mercenarios en la guerra de Ucrania
En febrero de 2022, el empresario decidió volver a centrarse en su compañía de mercenarios y enviar a sus combatientes a Ucrania, donde empezaron los problemas con el mando militar de Rusia, que inicialmente no le dio el crédito a los wagneritas cuando se tomaron algunas localidades, lo que enfureció a Prigozhin.
El conflicto estalló este año en torno a la lucha por Bajmut, finalmente tomada por el grupo Wagner en mayo, en lo que ha sido la batalla más larga hasta el momento en Ucrania. En ese entonces, acusó a Shoigú y Guerásimov de dejar morir sin suficiente munición a sus hombres.
A partir de ahí, solo han aumentado las arremetidas del empresario contra el ministro de Defensa, incluido por los ataques con drones supuestamente ucranianos contra el Kremlin y el sur de Moscú, o la incapacidad de Rusia de defender las regiones fronterizas con Ucrania, como Bélgorod, de incursiones enemigas y bombardeos.
Acusa al mando militar de mentir y engañar a los rusos y a Putin sobre la situación real en el frente. Para algunos rusos y bloques militares, es el único que dice la verdad, para otros es peligroso e impertinente. Ahora, incluso, se atreve a protagonizar otra faceta: la de rebelde que se subleva contra las máximas estructuras del poder.
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