Gaza e Israel, según el nobel de literatura José Saramago
Fragmentos del blog “El cuaderno”, columnas de opinión que el escritor portugués publicó entre 2008 y 2009.
José Saramago * / Especial para El Espectador
Gaza, 22 de diciembre de 2008
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Gaza, 22 de diciembre de 2008
La sigla ONU, todo el mundo lo sabe, significa Organización de Naciones Unidas, es decir, a la luz de la realidad, nada o muy poco. Que lo digan los palestinos de Gaza a quienes se les están agotando los alimentos, o se les han agotado ya, porque así lo ha impuesto el bloqueo israelí, decidido, por lo vistos, a condenar al hambre a las 750 mil personas registradas allí como refugiados. Ni pan tiene ya, la harina se ha acabado, y el aceite, las lentejas y el azúcar van por el mismo camino. Desde el día 9 de diciembre los camiones de la agencia de Naciones Unidas, cargados de alimentos, aguardan a que el ejército israelí les permita la entrada en la faja de Gaza, una autorización una vez más negada o que será pospuesta hasta la última desesperación y la última exasperación de los palestinos hambrientos. ¿Naciones Unidas? ¿Unidas? Contando con la complicidad o la cobardía internacional, Israel se ríe de recomendaciones, decisiones y protestas, hace lo que viene en gana, cuando le viene en gana y como le viene en gana. Ha llegado hasta el punto de impedir la entrada de libros e instrumentos musicales como si se tratase de productos que iban a poner en riesgo la seguridad de Israel. Si el ridículo matara no quedaría de pie ni un solo político o un solo soldado israelí, esos especialistas en crueldad, esos doctorados en desprecio que miran el mundo desde lo alto de la insolencia que es la base de su educación. Comprendemos mejor a su dios bíblico cuando conocemos a sus seguidores. Jehová, o Yahvé, o como se le diga, es un dios rencoroso y feroz que los israelíes mantienen permanentemente actualizado. (Recomendamos: entrevista de Nelson Fredy Padilla a Pilar del Río, la escritora que fue la esposa y traductora al español de José Saramago).
Con Gaza, 11 de enero de 2009
Las manifestaciones públicas no son estimadas por el poder, que a veces las prohíbe o las reprime. Afortunadamente no es el caso de España, donde se han visto en la calle algunas de las mayores manifestaciones realizadas en Europa. Honra le sea dada por eso a los habitantes de un país en que la solidariedad internacional nunca ha sido una palabra vana y que ciertamente así lo expresará en el acto multitudinario previsto para el domingo en Madrid. El objeto inmediato de esta manifestación es la acción militar indiscriminada, criminal y atentatoria de todos los derechos humanos básicos, desarrollada por el gobierno de Israel contra la población de Gaza, sujeta a un bloqueo implacable, privada de los medios esenciales de vida, desde los alimentos a la asistencia médica. Objeto inmediato, pero no único. Que cada manifestante tenga en mente que la violencia, la humillación y el desprecio del que son víctima los palestinos por parte de los israelíes llevan ya sesenta años sin interrupción. Y que en sus voces, en las voces de la multitud que sin duda estará presente en Madrid, irrumpa la indignación por el genocidio, lento aunque sistemático, que Israel viene ejerciendo sobre el martirizado pueblo palestino. Y que esas voces, oídas en toda Europa, lleguen también a la franja de Gaza y a toda Cisjordania. No esperan de nosotros menos quienes en esos lugares sufren cada día y cada noche. Interminablemente.
Israel y sus derivados, 22 de enero de 2009
El proceso de extorsión violenta de los derechos básicos del pueblo palestino y de su territorio por parte de Israel ha proseguido imparable ante la complicidad o la indiferencia de la mal llamada comunidad internacional. El escritor israelí David Grossmann, cuyas críticas, en todo caso siempre cautelosas, al gobierno de su país han subido de tono, escribió un artículo publicado hace algún tiempo que Israel no conoce la compasión. Ya lo sabíamos. Con la Tora como paño de fondo, gana pleno significado la terrible e inolvidable imagen de un militar judío partiéndole a martillazos los huesos de la mano a un joven palestino capturado en la primera intifada por tirar piedras contra los tanques israelíes. Menos mal que no se la cortaron. Nada ni nadie, ni siquiera organizaciones internacionales que tendrían esa obligación, como es el caso de la ONU, han conseguido, hasta ahora, frenar las acciones más que represivas, criminales, de los sucesivos gobiernos de Israel y de sus fuerzas armadas contra el pueblo palestino. Visto lo que acaba de pasar en Gaza, no parece que la situación vaya a mejorar. Por el contrario. Enfrentados a la heroica resistencia palestina, los gobiernos israelíes han ido modificando ciertas estrategias iniciales, considerando que todos los medios pueden y deben ser utilizados, incluso los más crueles, incluso los más arbitrarios, desde asesinatos selectivos a bombardeos indiscriminados, para doblegar y humillar la ya legendaria resistencia del pueblo palestino, que todos los días añade nuevas pérdidas a la interminable suma de sus muertos y todos los días los resucita en la pronta respuesta de los que siguen vivos.
Israel, enero de 2009
No es el mejor augurio que el futuro presidente de Estados Unidos repita una y otra vez, sin que le tiemble la voz, que mantendrá con Israel la “relación especial” que une los dos países, en particular el apoyo incondicional que la Casa Blanca dispensa a la política represiva (represiva es decir poco) con que los gobernantes (¿y porqué no también los gobernados?) israelíes han venido martirizando por todos los modos y medios al pueblo palestino. Si a Barack Obama no le repugna tomar su té con verdugos y criminales de guerra, buen provecho le haga, pero que no cuente con la aprobación de la gente honesta. Otros presidentes colegas suyos lo hicieron antes sin necesitar otra justificación que la tal “relación especial” con la que se da cobertura a cuantas ignominias fueron tramadas por los dos países contra los derechos nacionales de los palestinos. A lo largo de la campaña electoral Barack Obama, ya fuera por vivencia personal o por estrategia política, supo dar de sí mismo la imagen de un padre dedicado. Eso me permite sugerirle que le cuente esta noche una historia a sus hijas antes de que se duerman, la historia de un barco que transportaba cuatro toneladas de medicamentos para socorrer a la población de Gaza en la terrible situación sanitaria en que se encuentra, y que ese barco, Dignidade era su nombre, ha sido destruido por un ataque de fuerzas navales israelíes con el pretexto de que no tenía autorización para atracar en sus costas (creía yo, ignorante redomado, que las costas de Gaza eran palestinas…). Y que no se sorprenda si una de las hijas, o las dos a coro, le dicen: “No te canses, papá, ya sabemos qué es una relación especial, se llama complicidad en el crimen”.
* José Saramago: En España, a partir de la primera publicación de El año de la muerte de Ricardo Reis, en 1985, su trabajo literario recibió la mejor acogida de los lectores y de la crítica. Otros títulos importantes son La viuda, Manual de pintura y caligrafía, Levantado del suelo, Memorial del convento, Casi un objeto, La balsa de piedra, Historia del cerco de Lisboa, El Evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres, La caverna, El hombre duplicado, Ensayo sobre la lucidez, Las intermitencias de la muerte, El viaje del elefante, Caín, Claraboya y Alabardas. Alfaguara ha publicado también Poesía completa, Cuadernos de Lanzarote I y II, Viaje a Portugal, el relato breve El cuento de la isla desconocida, el cuento infantil La flor más grande del mundo, el libro autobiográfico Las pequeñas memorias, El Cuaderno, José Saramago en sus palabras, un repertorio de declaraciones del autor recogidas en la prensa escrita, El último Cuaderno, Qué haréis con este libro. Teatro completo y El Cuaderno del año del Nobel.