El Espectador le explica en qué va la tragedia del conflicto Israel–Hamás
Han pasasdo 31 días y ya se habla de un “cementerio de niños”, de la necesidad de “pausas humanitarias” y se pide un freno a los bombardeos.
Edwin Bohórquez Aya
Es miércoles, día de El Espectador le explica. Las vidas siempre terminan en un número. Los sueños, las familias, los proyectos, la hermandad. Aunque este no es un conflicto nuevo, no, no, no; lo que ha pasado en este último mes es una de las más lamentables tragedias que ha reportado y visto el mundo en las últimas décadas: ya van más de 10.000 personas muertas en la franja de Gaza y más de 1.400 del lado de Israel, según fuentes de cada lado. Todo se va resumiendo en un número: el de los países que apoyan a uno y los que apoyan al otro; el número de armas, el número de rehenes, el número de kilómetros de la frontera, los de los túneles; el de los miles de afectados por las violentas decisiones de los terroristas de Hamás y el de los miles por los líderes de Israel que contratacan sin piedad. La tragedia se va resumiendo en números. La muerte calculada en números. Y el mundo entero es testigo, como en Ucrania, de la capacidad humana para autodestruirse. Este boletín es el resumen de eso, de lo que ha pasado desde el 7 de octubre de 2023. Recuerden entrar a todos los enlaces para entender cada detalle. Comencemos.
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El 7 de octubre integrantes del grupo terrorista Hamas entraron a territorio israelí y allí asesinaron a bebés, mujeres embarazadas, ancianos, soldados, jóvenes asistentes a un festival de música. Lanzaban granadas a habitaciones cerradas. Atacaron por aire, por tierra. Con armas de largo alcance. Con 5.000 cohetes. Y muchos de esos actos fueron premeditadamente grabados y publicados en redes sociales. Una crueldad inimaginable. Se llevaron, de acuerdo con las cifras de Israel, a más de 200 personas entre ciudadanos israelitas y extranjeros. Hoy son rehenes. Israel contestó. “Estamos en guerra. Esto no es una simple operación (...) el enemigo pagará un precio sin precedentes”, dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Contraatacó. Israel es una potencia mundial de tecnología y formación militar y de guerra. Usaron su potencial armado. A los dos días ordenaron el asedio total sobre la Franja de Gaza con cortes de agua, de electricidad, del comercio de alimentos. Pero en este contraataque, que tiene como objetivo a los militantes de Hamas, han muerto miles de civiles palestinos.
Dos colombianas en Israel: entre la resistencia y el pánico
El 18 de octubre, en uno de estos boletines de El Espectador le explica, reportábamos que el número de civiles muertos crecía, que Estados Unidos apoyaba irrestrictamente a Israel y que Arabia Saudita hablaba de un corredor humanitario pues justo esa semana Israel había enviado un mensaje contundente: conminaba a evacuar el llamado “norte del enclave”, que era el hogar de alrededor de un millón de personas. La ONU pedía revertir la decisión por las implicaciones humanitarias que eso significaba. Incluso analistas en el terreno decían que se estaría ante un desplazamiento forzado que es catalogado como un crimen contra la humanidad. Precisamente las Naciones Unidas rechazaba el que ha sido catalogado como “castigo colectivo” que se ha impuesto a toda la población civil, víctima de los bombardeos israelitas.
En ese extenso texto, apelamos a la historia para entender la situación desde el contexto, por eso volvimos a ese documento. 1947, Naciones Unidas tomó la decisión de dividir esta zona del mundo en dos: una parte para un Estado judío (Israel) y otra parte para un Estado árabe (Palestina). De acuerdo con la historia que cuenta la embajada de Israel, el 14 de mayo de 1948 (cuando ya los soldados británicos se habían retirado porque Palestina era de dominio inglés), Israel proclamó su independencia. “Menos de 24 horas más tarde, los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak lo invadieron, forzando a Israel a defender la soberanía recién recobrada en su patria ancestral”. Según Palestina, en la división se privilegió a Israel, entonces se documentaba la que fue la primera confrontación armada donde Israel salió victorioso: la que se conoce como la guerra árabe-israelí de 1948. El avance de Israel desplazó a miles de palestinos hacia lo que hoy el mundo reconoce como la Franja de Gaza, uno de los territorios más densamente poblados del mundo, pero con menos posibilidades de desarrollo: se trata de 365 kilómetros con unos 2 millones de habitantes y una de las tasas más elevadas de pobreza global.
Soldados israelíes estacionados cerca de la frontera de Gaza, 19 de octubre de 2023.
Israel tiene como objetivo acabar con Hamás y Hamás piensa lo mismo de Israel. Pero, ¿quién es Hamás? En 1987 grupos de palestinos se levantaron y crearon Hamás, “un movimiento islamista político y religioso que tiene un brazo armado, conocido como Brigadas Qassam. Esta organización desconoce los Acuerdos de Oslo y el Estado de Israel. En 2005, tras un segundo levantamiento, provocó la salida de las tropas israelíes y cerca de 7.000 colonos de la Franja de Gaza. Tras ganar en unas elecciones, y luego de un enfrentamiento violento con el partido Fatah, liderado por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Hamás se asentó en el poder hasta hoy. Como consecuencia, Egipto e Israel instauraron un bloqueo total sobre Gaza”, nos explicaron los colegas de la redacción Internacional. Hamás entonces tiene un brazo ejecutivo, que es con el que ejecuta las acciones políticas; y uno militar, comandado por Mohammed Deif, conocido como el “fantasma” por eludir múltiples intentos de asesinato, y quien fue el cerebro de los ataques del pasado 7 de octubre en la operación “Tormenta (diluvio) de Al Aqsa”.
¿Qué es lo que estamos viendo? Reporteros de The New York Times lo han descrito así: la “crisis de rehenes más complicada del mundo en los últimos tiempos”. RFI contaba que después de que el presidente de Estados Unidos viajara hasta Tel Aviv, Israel anunciaba la autorización del envío de “comida, agua y remedios” desde Egipto a la Franja de Gaza “siempre y cuando la ayuda no llegara a Hamás”, y que sería a través del paso fronterizo de Rafah:
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El 19 de octubre -doce días pasaban tras el ataque de Hamás a Israel- después de un cruce de mensajes en redes sociales entre el presidente Gustavo Petro y los embajadores de Israel y de Palestina en Colombia, donde el primer mandatario cuestionó los ataques de Israel, se supo que en la Casa de Nariño se había reunido con los dos políticos extranjeros. “En esa cita, habría reiterado su posición y observó que entiende el dolor de Israel, pero que también considera muy importante el dolor del pueblo palestino”, escribieron los colegas de la redacción Política. Se venía de una tensa relación diplomática. “Según Israel, Petro estaba avivando el antisemitismo y colocaba en riesgo a la comunidad judía. Petro amenazó con suspender las relaciones con ese país: “si hay que suspender relaciones exteriores con Israel las suspendemos”. El mandatario agregó que no apoya “genocidios” y que “al presidente de Colombia no se le insulta”, recordaron los colegas de la sección Política. De ahí la necesidad de dicho encuentro en la Casa de Nariño, pues ya se trataba de un asunto no solo de trinos en redes sino de un tema diplomático y de relaciones internacionales.
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Mientras tanto el conflicto seguía escalando y la Organización Mundial de la Salud pedía que la ayuda humanitaria fuera diaria. Esto después de la gestión del gobierno de Estados Unidos con el que se avaló el ingreso de 20 camiones desde Egipto con ayuda humanitaria. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, en una declaración desde Washington, donde fue enfático: “Putin y Hamás quieren acabar con la democracia, eso tienen en común”. Le pidió al Congreso de su país financiar el dinero necesario para apoyar a Ucrania y a Israel. Hablaba de US$100.000 millones durante el próximo año para asuntos humanitarios y gestión de fronteras.
El 20 de octubre Riyad Mansour, el enviado de Palestina al Consejo de Seguridad de la ONU, fue contundente: “Se está produciendo un desastre político y, sin embargo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es incapaz de decir lo único que de verdad importa: detengan el derramamiento de sangre”. Se refería a que la intención de un cese al fuego humanitario, la liberación de todas las personas secuestradas por Hamás, garantías para el acceso de la ayuda llevada a Gaza y una evacuación segura para todos los civiles, que debe ser aprobada por dicho Consejo en una propuesta hecha por Brasil, no ha tenido el mejor resultado, pues en uno más de los intentos, ese día se supo que “un veto de Estados Unidos hizo que una resolución con 12 votos a favor no pudiera ser aceptada”.
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La política hacía lo suyo y en paralelo los armados también hacían lo suyo. Hezbolá, que es otro grupo armado ilegal pro-Irán y aliado de Hamás en el Líbano, incrementaba sus acciones violentas. Incluso Israel había movido tropas hacia el norte de su país, preparándose para una posible acción militar. Entre tanto, en el sur del país, soldados israelitas avanzaban en busca de miembros de Hamás por medio de la “invasión” terrestre. Los civiles palestinos, que huían de la Franja de Gaza, lo hacían en camiones de ganado, como si fueran animales. De acuerdo con un informe de la agencia AFP, para ese 20 de octubre “la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el número total de desplazados dentro de la Franja “podría haber alcanzado el millón””. Ese mismo día se supo de Hamás había liberado a dos rehenes estadounidenses: Natalie Shoshana Raanan (segunda a la izquierda) y Judith Tai Raanan.
Los bombardeos de Israel hacia la Franja de Gaza no se detenían. Un hospital con más de 500 víctimas mortales ya era una más de las estadísticas, del número. Acusaban a Israel de dicha acción militar:
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El 22 de octubre fue el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, quien dijo en ABC News que a “aquellos que intenten ampliar el conflicto” entre Israel y Hamás, “nuestro consejo es: ‘No lo hagan’. Conservamos nuestro derecho a defendernos y no dudaremos en actuar en consecuencia”. Se refería, sin nombrarlos, a Irán y a Hezbolá, actores a los que Israel acusó el domingo de “arrastrar al Líbano a una guerra”, de acuerdo con la información que llegó con la agencia AFP. Ese mismo día, un domingo de octubre, un convoy de 17 camiones entraba a la Franja de Gaza, a través del cruce fronterizo con Egipto, el segundo envío humanitario.
La muerte seguía caminando, primero por Israel, luego por la Franja de Gaza. “Lo único claro es que Gaza no estará gobernada por Hamás cuando termine esta guerra”, le dijo a AFP el portavoz del gobierno israelí, Eylon Levy, mientras el ejército seguía preparando una ofensiva terrestre. Se sabía, según la Organización Internacional para las Migraciones, que este nuevo capítulo del conflicto entre Israel y Hamás ya dejaba más de 19.000 desplazados en Líbano, pues las acciones armadas contra Hezbolá obligaba a la movilización de la población civil. ¿Por qué? Contaba AFP que “el día después del ataque lanzado por Hamás contra Israel, Hezbolá comenzó a bombardear posiciones israelíes desde el sur del Líbano, a lo que Israel respondió”.
El 23 de octubre Israel tomó una nueva decisión. El titular, contado por los colegas de la sección Internacional, se leía así: “El Estado judío no permitiría la entrada de combustible a Gaza, incluso si todos los rehenes son liberados, dijo a CNN Mark Regev, asesor principal del primer ministro Benjamín Netanyahu. Él aseguró: “Por el momento, no tenemos ningún interés en que llegue más combustible a la maquinaria militar de Hamás y no hemos autorizado combustible””.
Una duda surgía, en medio de tanta zozobra, bombardeos y muerte: ¿cómo se financiaba el grupo terrorista Hamás? De acuerdo con esta investigación de RFI, las criptomonedas son otra fuente de ingresos que ha aprovechado. “Según el Wall Street Journal, entre agosto de 2021 y junio de 2023, Hamás recibió 41 millones de dólares a través de criptodivisas. En el caso de la Yihad Islámica, estas sumas ascendieron a más de 93 millones de dólares. La investigación del diario estadounidense se basa en documentos del Gobierno israelí y en datos de dos empresas especializadas en monedas digitales, BitOk, con sede en Tel Aviv, y Elliptic, con sede en el Reino Unido”.
Catar cree que Hamás liberará más rehenes pronto; sus familias están a la espera
En las calles de Gaza todo se veía trágico: familias llorando sus muertos, hospitales colapsados, edificios destruidos. Del otro lado, el Ejército israelí ofrecía recompensa a cambio de tener información que los llevara a los rehenes de Hamás. Pero no encontraba respuesta. Entonces poco a poco el mundo empezó a entender el papel de las redes de túneles que se han construido en las entrañas de Gaza. AFP decía: “Yocheved Lifshitz, que fue secuestrada por el grupo islamista el 7 de octubre y acaba de ser liberada, contó que fue llevada por unos túneles subterráneos en Gaza durante horas. Según algunos analistas, la existencia de dichos espacios son el principal obstáculo para llevar a cabo el rescate de las más de 200 personas retenidas por Hamás, mientras crece el temor por una posible incursión terrestre israelí”.
Para el 24 de octubre de anunciaba un una ayuda humanitaria donada por el Gobierno colombiano: elementos de higiene personal, de alimentos no perecederos y colchonetas, además de medicamentos y agua. El envío se haría en un avión de la FAC que desde Egipto traerá a colombianos en países árabes afectados por la guerra. Entrevistamos a los embajadores de Israel y de Palestina en Colombia. Registramos las declaraciones del secretario general de la ONU, António Guterres, quien aseguró que los ataques de Hamás no vienen “de la nada”, sino porque los palestinos han estado “sometidos a 56 años de ocupación asfixiante”. En respuesta, el embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, y el ministro de Exteriores israelí, Eli Cohen, pidieron su dimisión:
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El 25 de octubre ya estaban listos los 600 kits de higiene y 120 colchonetas provenientes de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres para ser enviados a Gaza. La ruta era República Dominicana, Portugal e Italia antes de llegar a su destino en El-Arish, norte de Egipto.
En medio de tantas muertes, se conocía la historia de Wael Al-Dahdouh, jefe de la oficina árabe de Al Jazeera en Gaza, el periodista que contaba su propia realidad: su esposa, su hijo y su morían tras un ataque aéreo israelí.
Para el 25 de octubre, según fuentes de Palestina, más de 5.000 personas habían muerto por los bombardeos en Gaza.
En la guerra entre Rusia y Ucrania, la ayuda fue casi inmediata, pero los civiles palestinos parecen haber quedado como daños colaterales en los bombardeos israelíes: redacción Mundo de El Espectador.
La ofensiva terrestre, por parte de Israel, se avisaba el 26 de octubre. “Imágenes de video en blanco y negro subidas por el ejército mostraron una columna de vehículos blindados y niveladoras que atraviesan lo que parece ser una cerca fronteriza”, escribía la agencia AFP. En la mañana de ese jueves, en este lado del mundo, pero ya la tarde en la zona de conflicto, Hamás, por medio de una cuenta de Instagram, decía: “Las brigadas Qassam estiman que el número de rehenes sionistas que murieron en la Franja de Gaza a raíz de los bombardeos y masacres sionistas alcanzó cerca de cincuenta”. De acuerdo con el ministerio de Salud de Palestina, ya se contaban más de 6.500 gazatíes muertos en los bombardeos israelíes entre los que se contaban 2.704 niños.
En medio de los análisis que se han construido desde lo que sucedió el pasado 7 de octubre, cuando los terroristas de Hamás asesinaron del lado de Israel a familias enteras, y desde la administración de Netanyahu se prometió una venganza “sin precedentes”. Por ejemplo el de Steven Erlanger, reportero de The New York Times, lanzó un postulado que merece un poco de atención: “Una cosa es el objetivo militar y otro, el político, que Israel parece no tener claro. Entre los principales retos: Hamás representa una idea política y religiosa que no puede desmantelarse y es una organización que ha prosperado gracias a su reputación entre los palestinos por adoptar la lucha armada y el “martirio” contra Israel”. Su idea con una pregunta de fondo era más que acertada y coyuntural: Israel dice que destruirá a Hamás, pero ¿quién gobernará Gaza?
Por información de fuentes diplomáticas rusas, se supo que representantes de Hamás y de Irán viajaron a Rusia para discutir sobre los rehenes en Gaza, pero no dieron más detalles. Tan solo se supo que Rusia insistió en “la liberación inmediata de los rehenes extranjeros de la Franja de Gaza” y planteó “asuntos relacionados con la evacuación de los ciudadanos rusos y de otros ciudadanos extranjeros del territorio del enclave palestino”.
La guerra de Israel y Hamás también es una guerra contra la información falsa
Hugo Santiago Caro, de la sección Internacional de El Espectador, entrevistó al exfiscal de la Corte Penal Internacional quien explicó los antecedentes del conflicto palestino-israelí desde una perspectiva de derecho internacional. Recalcó la necesidad de un cambio en el liderazgo global frente a este tipo de conflictos, por ejemplo. “La guerra genera venganza, la justicia no”, dijo Luis Moreno Ocampo. Aquí va un avance de esa conversación: “El problema es que en Palestina los moderados no pueden dialogar entre ellos y los extremistas toman la narrativa. En Palestina, es Hamás quien promueve una visión sesgada que aboga por la exterminación de todos los israelíes. El gobierno de Netanyahu básicamente optó por una postura que suena como si también deseara eliminar a los palestinos. Optó por no negociar con el Gobierno de Cisjordania, que es parte del escenario, que no participa en conflictos bélicos y busca la negociación. Sin embargo, Netanyahu no negocia con ellos y, en cambio, ‘permitió’ que se financiara a Hamás. Así que los extremismos de ambos lados han dominado la discusión. Los palestinos y los israelíes se convierten en víctimas de un liderazgo extremista y los moderados no tienen voz”.
Los palestinos buscan sobrevivientes entre los escombros de un edificio de viviendas alcanzado en un ataque israelí en el campo de refugiados de Khan Younis, al sur de Gaza.
La Unión Europea pedía “corredores humanitarios” y “pausas” para llevar ayuda a Gaza. La ONU volvía a decir que este “castigo colectivo de Israel” a Gaza era un crimen de guerra atravesado por el desplazamiento forzado y porque las víctimas de la mayoría de los bombardeos eran civiles, entre ellos niños.
El 27 de octubre, de acuerdo con los testimonios de los rehenes liberados, se decía que la cifra de israelitas retenidos eran en total de 229. En consideración del Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, conformado por 18 expertos, Israel debía condenar los discursos de odio y deshumanizadores en contra de los palestinos por considerarlos que podrían “incitar acciones genocidas”.
¿En qué iba el avance de las tropas de Israel en territorio de Gaza? ¿Qué decía Israel sobre los túneles y el por qué atacaba de la forma en la que lo estaba haciendo?
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Como sucede en todo conflicto, cada una de las partes tiene una versión de la historia: Los hospitales sirven de “centros de mando y de escondites de armas”, conectados a una red de túneles usados por Hamás, aseguró el portavoz de las Fuerzas Armadas de Israel. Sin embargo, el grupo islamista palestino negó rápidamente esta acusación, nos contaron los colegas de la redacción Internacional.
Cristian Ascencio, miembro de la Mesa Editorial de CONNECTAS, escribía una análisis para El Espectador: “El ataque terrorista de Hamás y la violenta ofensiva de Israel sobre Gaza, conmocionan al planeta con miles de víctimas civiles. A pesar de la lejanía, el conflicto genera muchos sentimientos en Latinoamérica. ¿Están asumiendo los gobiernos de la región con responsabilidad su voz en medio de este conflicto? ¿Se puede asumir un bando, ante el sufrimiento de los civiles?”. Haciendo referencia a una columna de opinión de Daniel Matamala en La Tercera, reflexionó que esto no se trata de un partido de fútbol en que se puede hinchar por un equipo, porque “quienes masacraron a israelíes indefensos y quienes masacran a palestinos igualmente inocentes, en el fondo son lo mismo. Son asesinos. Y cuando tomamos bandos irreflexivamente, jugamos su juego. Ellos siguen triunfando”.
Crónica de una escritora de origen palestino sobre la vida en una región en guerra, pero donde siempre han convivido culturas diferentes, así la actual confrontación quiera mostrarlas como enemigas.
Para el 28 de octubre se supo que Hamás, en una estrategia de guerra, pedía liberar presos palestinos a cambio de entregar rehenes israelitas. “Estamos listos para cerrar de inmediato un acuerdo de intercambio que incluya la liberación de todos los prisioneros palestinos en las cárceles israelíes a cambio de la liberación de todos los prisioneros israelíes”, dijo el líder de Hamás en la Franja de Gaza, Yahya Sinwar.
Catar, que ha ayudado en las conversaciones humanitarias, desde su Ministerio de Relaciones Exteriores, advirtió que las operaciones terrestres tendrían “consecuencias devastadoras” en la guerra con Hamás porque ponían en peligro la vida de los rehenes. El 29 de octubre se conoció un pronunciamiento, un eco, que llegaba después de que muchos advirtieran lo evidente: El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, subrayó la “responsabilidad” que Israel tiene en la muerte de civiles en Gaza y aseguró que las autoridades de EEUU están “presionando” a las israelíes para pedirles que cumplan con las leyes internacionales, contaron los colegas de Internacional.
Las historias que van llegando son todos protagonizadas por el drama y el dolor. Tanto las del lado de Israel, aquel 7 de octubre y los días siguientes a cuando se conoció el horror; como los bombardeos a Gaza. “En una hora, una aldea palestina de Cisjordania ocupada se quedó sin ningún habitante. Todos se fueron a pie, con sus cabras y sus ovejas. Cinco días después de que estallara la guerra entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza, los habitantes palestinos afirman que decenas de colonos israelíes llegaron al pueblo de Wadi al Seeq, acompañados de policías y soldados israelíes”.
Desde Irán ya soplaban vientos de guerra. Ebrahim Raisi, presidente iraní, afirmó que el asedio a la Franja de Gaza cruzó “la línea roja”. Y en una entrevista a la cadena Al Jazeera, indicó que “Irán considera que es su deber” apoyar “el eje de la resistencia”, que incluye a grupos armados como Hamás o el Hezbolá libanés.
Se supo también que el fiscal general de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Ahmad Khan, tras visitar el paso fronterizo de Rafah, que comunica la Franja de Gaza con Egipto, confirmó que ya hay investigaciones activas por crímenes cometidos tanto en la incursión contra Israel del 7 de octubre (perpetrada por Hamás), como por la respuesta militar de las fuerzas israelíes en Gaza y en Cisjordania.
Para el 30 de octubre se supo que los tanques israelíes comenzaron a realizar incursiones en la Franja de Gaza y llegaron a las afueras del distrito de Zeitun, en la periferia de la ciudad de Gaza, indicaron testigos, según la AFP. Incluso se dice que ya se bombardearon 600 objetivos.
Israel confirmó la muerte de Shani Louk, una alemana-israelí capturada por Hamás
Hugo Caro, de la sección Internacional, habló con David Cantero, líder de la misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Jerusalén. “Ese es un conflicto que no empezó el 7 de octubre, viene de muy lejos y de una situación que se venía dando desde hace muchísimos años. En el caso de Gaza, ha sufrido un bloqueo durante los últimos dieciséis años, y esa es la base desde la cual partimos con esa población. Una población que ya antes de que estallara esta última guerra, porque ha sufrido muchas otras, entre el 70 y el 80 % la gran mayoría ya vivía por debajo del umbral de la pobreza y, por lo tanto, dependía de la asistencia humanitaria externa. Esa es la base, eso es lo que creo que también tiene una cierta particularidad en este conflicto. La otra es básicamente que Gaza siempre ha sido una jaula humana, pero hoy está más cerrada que nunca desde el día en que Israel le declaró la guerra y le impuso un bloqueo completo y total de la franja”.
El conflicto, efectivamente, no es nuevo, pero desde que pasó lo del 7 de octubre, la violencia se disparó. Por eso “las comunidades árabes, musulmanas y judías alrededor del mundo temen cada vez más por su seguridad. Tras la escalada del conflicto entre Hamás e Israel, las amenazas a su bienestar se hacen más latentes, así como las voces de apoyo que piden que estas comunidades puedan vivir en tranquilidad”. Netanyahu descarta alto el fuego con Hamás en Gaza. Octubre, el mes más sangriento tanto para Israel como para Palestina, terminaba con el apagón de servicios en Gaza. “Una de las principales necesidades es la energía. La electricidad a Gaza llega a través de dos fuentes: a través de Israel (que proporciona 120 megavatios) y de la central eléctrica de Gaza (que proporciona 70 megavatios). Estas fuentes ya eran insuficientes para responder a las demandas diarias de electricidad”. Tras el ataque de Hamás, Israel cortó su suministro de energía a Gaza. Dos días después, el 11 de octubre, la central eléctrica de Gaza se quedó sin combustible para operar.
La muerte seguía dejando su estela:
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Para el 31 de octubre se reportaban 31 periodistas muertos en Gaza, mientras Israel decía que no podía garantizar la seguridad de los reporteros. Chile cita a su embajador en Israel tras bombardeo contra Jabalia en Gaza. Era evidente que Israel continuaba “matando palestinos en incursiones a Cisjordania ocupada”. Vimos imágenes del éxodo de palestinos con nacionalidad de Egipto por el paso Rafah. Israel volvía a atacar el campo de Jabaliya, en Gaza, provocando una “masacre”.
Justo comenzando noviembre, tanto Chile como Colombia llamaron a sus embajadores a consultas. “Israel espera que Colombia y Chile apoyen el derecho de un país democrático a proteger a sus ciudadanos y exijan la liberación inmediata de los secuestrados” en Gaza, y “que no se alineen con Venezuela e Irán en apoyo al terrorismo de Hamás”, dijo un portavoz del Ministerio de Exteriores de Israel, en la primera reacción del país a los pasos tomados hoy por los dos países latinoamericanos.
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El 2 de noviembre de supo de tres colombianos que esperaban poder salir de Gaza hacia Egipto. Se trataba de una madre y sus dos hijos, quienes según pudo confirmar El Espectador, siguen a la espera de que se autorice el paso de nuevos grupos por Rafah. Israel decía, desde portavoces del ministerio de Exteriores, que creían que la posición del Gobierno no representaba la del pueblo de Colombia. Se conocían declaraciones de Estados Unidos en Colombia. “Es importante mantener a los embajadores en el país para tener los canales de comunicación abiertos y en búsqueda de la paz”. Así habló el embajador de Estados Unidos en Bogotá, Francisco Palmieri, tras el llamado a consultas por parte de Colombia y Chile a sus representantes diplomáticos en Israel. Israel también anunciaba el cerco total a la ciudad de Gaza. También informaba que expulsaría a todos los trabajadores palestinos que estaban aquel 7 de octubre en Israel trabajando.
Entre tanto, la Cámara de Representantes de Estados Unidos le aprobaba a Biden la ayuda para Israel pero no para Ucrania. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, llegaba el viernes 3 de noviembre a Israel para pedir “medidas concretas” en la protección de los civiles en la Franja de Gaza.
Uno a uno, los líderes de Hamás que Israel tiene en la mira
El líder supremo del grupo islámico Hezbolá, Hasán Nasrala, reapareció en público para dar declaraciones contundentes sobre la guerra en Israel con Hamás y lo que puede venir: “Todas las posibilidades están abiertas en Líbano”. El presidente Gustavo Petro, quien se reunía con su homólogo de Estados Unidos, aseguró: “Le dije a Biden que no se podía seguir permitiendo la masacre”. Y ese 3 de noviembre Israel admitió su autoría en el ataque a las afueras del hospital Al-Shifa.
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Ya vamos en que “en Jerusalén y Tel Aviv, cientos de israelíes se congregaron para protestar en contra del gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu”, en Washington, por ejemplo, hubo quienes le reclamaron al presidente Joe Biden el apoyo que Estados Unidos le ha dado a Israel. Y en que el 5 de noviembre el mundo se enteraba de una noticia que parecía de no creer. De acuerdo con la agencia AFP, “en una entrevista el responsable de la cartera israelí de Patrimonio dijo que era una opción usar una bomba atómica en contra del enclave palestino. Aunque posteriormente afirmó que esa declaración fue “metafórica”, la oficina del primer ministro salió a desmentir lo dicho y Netanyahu lo alejó, por el momento, de las reuniones del gobierno”.
Se sabe que Álvaro Leyva, canciller colombiano, conversó con su homólogo saudí: “Debemos lograr una paz justa”, dijo el ministro colombiano. También que Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, le dijo al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que los palestinos de Gaza “no deben ser desplazados por la fuerza”, según un portavoz del Departamento de Estado.
Esta semana ya se hablaba de 10.022 personas muertas del lado de Gaza por causa de los bombardeos de Israel, que los palestinos con doble nacionalidad seguían saliendo hacia Egipto, que Sudáfrica también retiraba se representación diplomática de Israel, que Médico sin Fronteras rogaba porque pararan el castigo colectivo y el “baño de sangre”, y hasta António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, ha vuelto a decir incluso una dura realidad: Gaza se está convirtiendo en un “cementerio de niños”.
Ya van 31 días en los que el contador de muertes no se detiene. Más de 1.400 israelitas muertos. Hamás sigue teniendo en su poder a los más de 200 rehenes. Más de 10.000 gazatíes también muertos a punta de bombardeos. Israel no quiere dar su brazo a torcer. Estados Unidos ya se opuso a que Israel ocupe Gaza, que ya es territorio de guerra de soldados israelitas y terroristas de Hamás en el terreno. Cancilleres del G7 piden “pausas humanitarias” para que puedan llegar las ayudas a los civiles. Israel sigue argumentando sus ataques a una legítima defensa por lo que pasó el 7de octubre. Pero los civiles palestinos no deberían pagar con sus vidas por lo que hizo Hamás. Como lo dijo Daniel Matamala en La Tercera, aquí hay una sola y cruel verdad: “Quienes masacraron a israelíes indefensos y quienes masacran a palestinos igualmente inocentes, en el fondo son lo mismo. Son asesinos. Y cuando tomamos bandos irreflexivamente, jugamos su juego. Ellos siguen triunfando”.
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