La oración del presidente Volodímir Zelenski: “Dios salve a Ucrania”
Capítulo del libro “Un mensaje desde Ucrania. Discursos 2019-2022″, en Colombia con el sello editorial Debate. Este se convirtió allí en una plegaria más que vigente.
Volodímir Zelenski * / Especial para El Espectador
Discurso pronunciado el día de Pascua en Kíev, 24 de abril de 2022
Hoy es un día festivo muy especial, y yo estoy en un sitio muy especial: la catedral de Santa Sofía. Se construyó hace unos mil años y se erige en el lugar donde la Rus de Kíev derrotó a los pechenegos. La invasión de las hordas mongolas no la destruyó, ni tampoco la ocupación nazi. Lo resistió todo. Hoy tenemos fe en una nueva victoria de Ucrania. (Siga las noticias de la visita del presidente de Ucrania a Estados Unidos aquí).
Tenemos fe en que, como en anteriores ocasiones, no la destruirá ningún mal invasor. Son tiempos oscuros. Hoy es un día luminoso, pero muchos no llevamos ropa colorida. Eso sí: estamos luchando por la luz. Estamos luchando por la verdad. Y en eso, Dios y la luz del cielo están de nuestra parte. Sobre mí está la Oranta, la patrona de la humanidad (Mosaico de la Virgen María en la catedral de Santa Sofía). Igual que está por encima de mí, está por encima de todos nosotros. Está aquí, en el muro inquebrantable de la principal fortaleza de nuestra nación, Kíev...
Sobre la Oranta hay unas palabras de los Salmos. «Dios mora en esa ciudad; no puede ser destruida. Desde que nace el día, Dios la protegerá». Hoy, todos creemos que nuestro amanecer está cerca. «Oranta» significa «la que reza». Todos llevamos meses rezando. La resurrección de Cristo simboliza la victoria de la vida sobre la muerte. Y hoy cada uno de nosotros reza por lo mismo. Pedimos que Dios salve a Ucrania.
Protege a quienes nos protegen: los militares, la guardia nacional, los guardias de las fronteras, los servicios de Inteligencia. Sálvalos, salva a nuestros guerreros de luz. Ayuda a quienes los ayudan: los voluntarios y a todos los que se preocupan por Ucrania, aquí y en cualquier lugar del mundo...
Salva las vidas de quienes salvan las vidas de los demás: los médicos, los bomberos, los socorristas, los zapadores. Que la vida no solo sea un símbolo de la Pascua. Que la vida gane la batalla contra la muerte todos los días del año.
Protege a nuestras madres. Da fortaleza a quienes esperan que su hijo o su hija vuelvan del frente. Da valor a quienes han perdido a hijos en las apacibles ciudades y pueblos a los que Rusia ha llevado la muerte.
Concede salud a nuestras abuelas por muchos años. Concédeles la oportunidad de ver de nuevo a sus seres queridos. De ver la paz y la victoria. De ver la justicia. Y de ver la vejez feliz que quieren robarles los invasores. Porque hoy, en lugar de estar tejiendo bufandas y jerséis para sus nietos, cosen redes de camuflaje.
Protege a nuestros padres y a nuestros abuelos. Los hombres que una vez les contaron a sus nietos historias de la última guerra y ahora los ven partir a la nueva. Los hombres que construyeron este país y hoy ven cómo otros lo destruyen. Que vean la liberación y la reconstrucción de nuestro pueblo, y nos den la fuerza para volver a erigirlo.
Protege a nuestros hijos. Da a todos los niños y las niñas una infancia, una madurez y una vejez felices; una vida larga para que puedan librarse de los terribles recuerdos de la guerra que habrán vivido en su juventud. Los juegos de horror en los que se han visto obligados a participar no tienen lugar en la vida de un niño. Al escondite, pero escondiéndose de las bombas. No corren por el patio de un colegio, sino para resguardarse de los disparos. Viajan por el país no hacia un destino vacacional, sino porque se marchan de sus casas destruidas.
Salva a todos los ucranianos. No hemos atacado a nadie; por ello, defiéndenos. Nunca hemos arrasado otra nación; por ello, no dejes que nadie nos arrase. Nunca hemos tomado la tierra de otro pueblo; por ello, no dejes que nadie tome la nuestra.
Y salva a Ucrania. Sálvanos, a derecha e izquierda del Dnipró. Porque, cuando terminó el invierno, la primavera no llegó. El hielo del invierno se metió en nuestras casas y el amanecer no nos trajo nada más que oscuridad.
Dios, sabemos que no olvidarás las acciones de quienes no han acatado tus mandamientos. Sabemos que no olvidarás las atrocidades de Bucha, Irpín, Borodianka, Hostómel. También sabemos que no olvidarás a quienes han sobrevivido a estos crímenes brutales. Regálales alegría a ellos y a todo el pueblo de Ucrania.
Sabemos que no olvidarás el ruido de las bombas que cayeron en Cherníhiv, Mikolaiv, Jersón, Sumi, Járkiv, Izium, Kramatorsk y Volnovaja, Popasna. Que estas ciudades oigan el sonido de la victoria ucraniana. Sabemos que no olvidarás a Mariúpol ni a sus heroicos defensores. Los invasores tal vez destruyan los muros de la ciudad, pero no sus cimientos: la moral de nuestros guerreros, la moral del país entero.
Hoy vemos imágenes terribles de la guerra. Que pronto veamos un paisaje feliz de paz. Hoy estamos pasando por el peor de los juicios. Que pronto lleguemos a un veredicto justo: el regreso de la vida, la felicidad y la prosperidad a Ucrania.
Hoy tenemos el corazón lleno de furia atroz y el alma desbordada de odio hacia los invasores. Que esta furia no nos destroce por dentro. Conviértela en victorias ahí afuera. Transforma nuestra rabia en una fuerza con la que derrotar al mal.
Sálvanos del conflicto y de la división. No dejes que perdamos la unidad. Fortalécenos la voluntad y el espíritu. No dejes que nos perdamos. No dejes que perdamos el deseo de libertad. Y no dejes que perdamos la pasión por esta lucha justa. No dejes que perdamos la esperanza en la victoria, la autoestima, la libertad. No dejes que perdamos a nuestra Ucrania. No dejes que perdamos la fe.
Ucranianos, el año pasado celebramos la Pascua en casa por culpa de la pandemia. Este año, de nuevo, no podemos celebrar la Resurrección como siempre. Nos aqueja otro virus: la plaga de la guerra. Pero debéis saber que la enfermedad del año pasado y la de este tienen en común una verdad: que nada puede vencer a Ucrania. Y así, esta gran festividad nos da esperanza. Nos da fe en que la luz se impondrá sobre las tinieblas, el bien se impondrá al mal, la vida se impondrá a la muerte. Y nos da fe en que Ucrania vencerá.
* Se publica por cortesía de Penguin Random House Grupo Editorial, sello Debate. Traducción de Raquel Marqués García. Todas las ganancias que perciba el presidente Zelenski por Un mensaje desde Ucrania se destinarán a United24, su iniciativa de recaudación de donaciones
en apoyo a Ucrania.
Discurso pronunciado el día de Pascua en Kíev, 24 de abril de 2022
Hoy es un día festivo muy especial, y yo estoy en un sitio muy especial: la catedral de Santa Sofía. Se construyó hace unos mil años y se erige en el lugar donde la Rus de Kíev derrotó a los pechenegos. La invasión de las hordas mongolas no la destruyó, ni tampoco la ocupación nazi. Lo resistió todo. Hoy tenemos fe en una nueva victoria de Ucrania. (Siga las noticias de la visita del presidente de Ucrania a Estados Unidos aquí).
Tenemos fe en que, como en anteriores ocasiones, no la destruirá ningún mal invasor. Son tiempos oscuros. Hoy es un día luminoso, pero muchos no llevamos ropa colorida. Eso sí: estamos luchando por la luz. Estamos luchando por la verdad. Y en eso, Dios y la luz del cielo están de nuestra parte. Sobre mí está la Oranta, la patrona de la humanidad (Mosaico de la Virgen María en la catedral de Santa Sofía). Igual que está por encima de mí, está por encima de todos nosotros. Está aquí, en el muro inquebrantable de la principal fortaleza de nuestra nación, Kíev...
Sobre la Oranta hay unas palabras de los Salmos. «Dios mora en esa ciudad; no puede ser destruida. Desde que nace el día, Dios la protegerá». Hoy, todos creemos que nuestro amanecer está cerca. «Oranta» significa «la que reza». Todos llevamos meses rezando. La resurrección de Cristo simboliza la victoria de la vida sobre la muerte. Y hoy cada uno de nosotros reza por lo mismo. Pedimos que Dios salve a Ucrania.
Protege a quienes nos protegen: los militares, la guardia nacional, los guardias de las fronteras, los servicios de Inteligencia. Sálvalos, salva a nuestros guerreros de luz. Ayuda a quienes los ayudan: los voluntarios y a todos los que se preocupan por Ucrania, aquí y en cualquier lugar del mundo...
Salva las vidas de quienes salvan las vidas de los demás: los médicos, los bomberos, los socorristas, los zapadores. Que la vida no solo sea un símbolo de la Pascua. Que la vida gane la batalla contra la muerte todos los días del año.
Protege a nuestras madres. Da fortaleza a quienes esperan que su hijo o su hija vuelvan del frente. Da valor a quienes han perdido a hijos en las apacibles ciudades y pueblos a los que Rusia ha llevado la muerte.
Concede salud a nuestras abuelas por muchos años. Concédeles la oportunidad de ver de nuevo a sus seres queridos. De ver la paz y la victoria. De ver la justicia. Y de ver la vejez feliz que quieren robarles los invasores. Porque hoy, en lugar de estar tejiendo bufandas y jerséis para sus nietos, cosen redes de camuflaje.
Protege a nuestros padres y a nuestros abuelos. Los hombres que una vez les contaron a sus nietos historias de la última guerra y ahora los ven partir a la nueva. Los hombres que construyeron este país y hoy ven cómo otros lo destruyen. Que vean la liberación y la reconstrucción de nuestro pueblo, y nos den la fuerza para volver a erigirlo.
Protege a nuestros hijos. Da a todos los niños y las niñas una infancia, una madurez y una vejez felices; una vida larga para que puedan librarse de los terribles recuerdos de la guerra que habrán vivido en su juventud. Los juegos de horror en los que se han visto obligados a participar no tienen lugar en la vida de un niño. Al escondite, pero escondiéndose de las bombas. No corren por el patio de un colegio, sino para resguardarse de los disparos. Viajan por el país no hacia un destino vacacional, sino porque se marchan de sus casas destruidas.
Salva a todos los ucranianos. No hemos atacado a nadie; por ello, defiéndenos. Nunca hemos arrasado otra nación; por ello, no dejes que nadie nos arrase. Nunca hemos tomado la tierra de otro pueblo; por ello, no dejes que nadie tome la nuestra.
Y salva a Ucrania. Sálvanos, a derecha e izquierda del Dnipró. Porque, cuando terminó el invierno, la primavera no llegó. El hielo del invierno se metió en nuestras casas y el amanecer no nos trajo nada más que oscuridad.
Dios, sabemos que no olvidarás las acciones de quienes no han acatado tus mandamientos. Sabemos que no olvidarás las atrocidades de Bucha, Irpín, Borodianka, Hostómel. También sabemos que no olvidarás a quienes han sobrevivido a estos crímenes brutales. Regálales alegría a ellos y a todo el pueblo de Ucrania.
Sabemos que no olvidarás el ruido de las bombas que cayeron en Cherníhiv, Mikolaiv, Jersón, Sumi, Járkiv, Izium, Kramatorsk y Volnovaja, Popasna. Que estas ciudades oigan el sonido de la victoria ucraniana. Sabemos que no olvidarás a Mariúpol ni a sus heroicos defensores. Los invasores tal vez destruyan los muros de la ciudad, pero no sus cimientos: la moral de nuestros guerreros, la moral del país entero.
Hoy vemos imágenes terribles de la guerra. Que pronto veamos un paisaje feliz de paz. Hoy estamos pasando por el peor de los juicios. Que pronto lleguemos a un veredicto justo: el regreso de la vida, la felicidad y la prosperidad a Ucrania.
Hoy tenemos el corazón lleno de furia atroz y el alma desbordada de odio hacia los invasores. Que esta furia no nos destroce por dentro. Conviértela en victorias ahí afuera. Transforma nuestra rabia en una fuerza con la que derrotar al mal.
Sálvanos del conflicto y de la división. No dejes que perdamos la unidad. Fortalécenos la voluntad y el espíritu. No dejes que nos perdamos. No dejes que perdamos el deseo de libertad. Y no dejes que perdamos la pasión por esta lucha justa. No dejes que perdamos la esperanza en la victoria, la autoestima, la libertad. No dejes que perdamos a nuestra Ucrania. No dejes que perdamos la fe.
Ucranianos, el año pasado celebramos la Pascua en casa por culpa de la pandemia. Este año, de nuevo, no podemos celebrar la Resurrección como siempre. Nos aqueja otro virus: la plaga de la guerra. Pero debéis saber que la enfermedad del año pasado y la de este tienen en común una verdad: que nada puede vencer a Ucrania. Y así, esta gran festividad nos da esperanza. Nos da fe en que la luz se impondrá sobre las tinieblas, el bien se impondrá al mal, la vida se impondrá a la muerte. Y nos da fe en que Ucrania vencerá.
* Se publica por cortesía de Penguin Random House Grupo Editorial, sello Debate. Traducción de Raquel Marqués García. Todas las ganancias que perciba el presidente Zelenski por Un mensaje desde Ucrania se destinarán a United24, su iniciativa de recaudación de donaciones
en apoyo a Ucrania.