30 años de los Acuerdos de Oslo: relatos de frustración y desesperanza
A partir de entrevistas propias, el autor recopila voces que explican por qué estos acuerdos trajeron más desgracia que beneficio para la comunidad palestina.
Felipe Medina Gutiérrez*
Se cumplen 30 años de los Acuerdos de Oslo, entre políticos palestinos e israelíes con mediación de Estados Unidos y otras naciones. Técnicamente llamado “Declaración de Principios”, para algunos fue un momento cumbre que labraría el terreno para un arreglo definitivo hacia la paz. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que trajeron más desgracia que beneficio para la comunidad palestina. A continuación, algunas reflexiones desde voces de distinto origen.
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Se cumplen 30 años de los Acuerdos de Oslo, entre políticos palestinos e israelíes con mediación de Estados Unidos y otras naciones. Técnicamente llamado “Declaración de Principios”, para algunos fue un momento cumbre que labraría el terreno para un arreglo definitivo hacia la paz. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que trajeron más desgracia que beneficio para la comunidad palestina. A continuación, algunas reflexiones desde voces de distinto origen.
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El mito de Oslo
Rawan Damen es directora de documentales y una de las voces femeninas más importantes de Palestina. Hace 10 años produjo el documental El precio de Oslo, disponible en línea. Cuando le pregunté qué debería saber cualquier colombiano o latinoamericano que no esté familiarizado con el tema, ella dijo: “La idea de que los Acuerdos de Oslo trajeron libertad, dignidad o una vida mejor a los palestinos que viven bajo la ocupación israelí, es un mito. Las fotos de palestinos e israelíes sentados juntos, negociando en persona y dándose la mano, fueron solo imágenes ‘mediáticas’ utilizadas para dar la falsa idea de que hay ‘paz’. La realidad es que estos acuerdos no pusieron fin a la ocupación, la limpieza étnica y el apartheid contra los palestinos, que hoy, además, sufren masacres colectivas, homicidios a sangre fría, encarcelamientos, toques de queda, imposibilidad de desplazarse, opresión y discriminación”.
Rawan también enfatiza en algo clave, y es la dimensión económica: “Oslo permitió a Israel conseguir que empresas internacionales vinieran a invertir más y continuar construyendo asentamientos israelíes que acabaron con la solución de los dos Estados y así disfrutar del statu quo de tener una ocupación rentable”.
De Ras Karkar a Bogotá
Las percepciones negativas sobre Oslo no están lejos de nuestro país. Desde el centro de Bogotá, Ali Nofal, quien llegó de Palestina a la capital en 1980, compartió su percepción en retrospectiva. “¿Quién no anhela la paz? Los palestinos deseamos estabilidad y seguridad para vivir tranquilamente ante tanto sufrimiento y desalojo de nuestra tierra a manos del ejército israelí. Sin embargo, Oslo nació muerto porque lo primero que hizo Israel fue infringir el contenido de las conversaciones con la construcción de asentamientos. Palestina es nuestro territorio y es inalienable. Debemos llamar a una conferencia internacional para resolver el conflicto”.
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Oslo y Gaza, la voz de la mujer gazatí
Desde la franja, uno de los territorios con condiciones más difíciles, la opinión no es distinta. Wafa es una periodista palestina que vive allí y ante cada operación militar israelí intenta comunicarle al mundo la situación de viva voz. Respecto a Oslo su sentimiento es franco. “Creemos que los Acuerdos de Oslo fueron el mayor error de la causa palestina. No creemos en ninguna solución de este tipo, porque la ocupación se lo lleva todo y sigue violando las leyes internacionales, mientras que el equipo de negociación de la Autoridad Palestina sigue comprometiéndose con los acuerdos y sigue protegiendo al Estado ocupante”.
¿Y los refugiados? Reflexión desde Líbano
Uno de los puntos más criticables de Oslo fue no darles voz a los refugiados palestinos. Son cerca de seis millones de víctimas del desplazamiento forzado y de la limpieza étnica de 1948. Es un tema que está “vetado” siempre en las diferentes mesas y rondas de “negociaciones”. Una parte de ellos se ubica en Líbano, particularmente en el campo de refugiados Ein el-Helwe, en Saida. Marianna nació allí, pero con mucho esfuerzo y amor por la robótica, intenta buscar un mejor futuro. Desde el exilio comparte su valioso testimonio: “Como mujer palestina que creció en un campo de refugiados, mis sentimientos hacia los Acuerdos de Oslo son muy negativos. Muchos de nosotros consideramos que fueron un marco fallido que no trató adecuadamente las cuestiones fundamentales del conflicto, como el derecho al retorno de los que más han sufrido en los campos de refugiados. No condujeron a una paz genuina y a la autodeterminación palestina, sino que perpetuaron la ocupación israelí. La violencia y el desplazamiento de los palestinos continúan”.
¿Cristianos palestinos? “Nos afecta a todos por igual”
Desde Colombia y América Latina es común pensar que la ocupación israelí solo afecta a los musulmanes. Alrededor del 20 % de los palestinos profesan el cristianismo. Amir, un cristiano árabe palestino que vive en Belén, controvierte aquella idea de que estamos ante un conflicto religioso, afirmando que su comunidad sufre por igual las políticas de ocupación israelí. “Los Acuerdos de Oslo tuvieron un impacto directo sobre todos los palestinos, de los cuales los cristianos son considerados una parte esencial.
Recuerdo los tiempos de la segunda intifada. El ejército israelí asedió la ciudad de Belén, impuso un cierre total y atacó la Iglesia de la Natividad. Producto de los acuerdos y la división territorial, tenemos problemas para movernos entre ciudades para estudiar o trabajar. Los cristianos palestinos son acosados. A pesar de ello, hay muchos que fueron privilegiados con cargos públicos y se les inculcó por parte de las autoridades palestinas una idea de no volver al pasado sino contentarse con una política de hechos consumados para preservar los privilegios, lo que impide la oposición al régimen existente y a involucrarse en la lucha nacional contra la ocupación israelí”.
Los anteriores relatos reflejan la frustración y desesperanza que viven los palestinos y que muchas personas aún desconocen. Sucesos recientes demuestran que Oslo no trajo beneficio alguno para la población y que hay líderes palestinos que desean mantener el statu quo para su propio beneficio. Los asaltos israelíes a Yenín y Nablus en julio y febrero, respectivamente, de este año; las usuales incursiones militares a Gaza; hechos de desplazamiento forzado como en Sheij Yarraj en Jerusalén, homicidios extrajudiciales a periodistas (el caso de Shireen Abu Akle) y otro mar de problemas día a día en Palestina. Para cerrar, la icónica frase de Edward Said, uno de los intelectuales palestinos más reconocidos, para quien Oslo fue “un instrumento de rendición palestina, el Versalles palestino”.
*El Colegio de México.
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