500 colombianos podrían ser expulsados de Israel desde este viernes
Ese gobierno aprobó nuevos criterios de residencia que podrían causar la deportación de empleados extranjeros y sus hijos.
Adriana Cooper / Especial Para el Espectador/ Jerusalén
Ellos ya no quieren regresar. Muchos abordaron un avión en Bogotá hace varios años con la intención de llegar a Israel y trabajar para reunir el dinero que se necesita para comprar una casa, educar los hijos y vivir sin saldo rojo en la cuenta del banco. Sin embargo, el tiempo pasó a la velocidad frenética de Israel, se casaron, los niños nacieron y algunos aprendieron incluso a comunicarse en hebreo. Cuando terminó la visa de turista que les otorgaron en el aeropuerto israelí, muchos no fueron capaces de irse.
De acuerdo con información suministrada por la sección consular de la Embajada de Colombia en Tel Aviv y basada en un informe de la Cancillería del pasado 30 de junio, de los 7.500 colombianos que viven en Israel, 500 son personas que llegaron y se quedaron en situación migratoria irregular, es decir, sin papeles. Según datos oficiales, en Israel hay cerca de 3.000 colombianos con permiso de trabajo. La mayoría de los colombianos ilegales trabajan en la limpieza o cuidan niños. Esas labores pueden resultar mejor pagadas que incluso trabajar como secretaria.
Alba trabaja en labores domésticas. Esta colombiana cuenta que llegó a Israel hace varios años y aquí se convirtió en mamá. Desde el primer año ha sido ilegal y aunque le gustaría legalizar su situación, dice no saber aún cómo lograrlo. Aunque su hija ya habla bien hebreo y estudia en una escuela local, no reúne todos los criterios del Ministerio del Interior israelí necesarios para recibir la residencia. De acuerdo con ese organismo, los niños que hayan vivido en Israel más de cinco años consecutivos, hablen hebreo y estén como mínimo en primer grado, tienen derecho a quedarse en el país junto a sus papás. El resto de los trabajadores extranjeros debían abandonar el país este jueves, pues este viernes 1° de octubre comienza a regir la nueva ley.
Según las actuales disposiciones de Israel, se otorga la nacionalidad a niños con papá o mamá israelí, a quienes se les haya dado un permiso de residencia o hayan sido naturalizados. Asimismo se concede la nacionalidad a aquellas personas de origen judío o que se hayan convertido al judaísmo a través de un proceso de conversión reconocido por el Estado.
Para el ministro de Interior israelí , Eli Yishai, la medida es justificada porque si el gobierno permite que una persona permanezca ilegalmente en el país está enviando el mensaje equivocado. Y agrega que los extranjeros son un peligro para la existencia de Israel, que es un Estado judío. “Por eso el gobierno se preocupa que los judíos sean mayoría en la población para que no pierda ese carácter”.
Según información suministrada por la organización Hotline for Migrant Workers, más conocida en español como Línea de Atención para los Trabajadores Extranjeros, entre 700 y 1.200 niños en edad escolar y sus padres están en riesgo de ser deportados. Este número incluye a trabajadores provenientes de China, África, Filipinas, Rumania, Colombia, entre otros.
Algunos de ellos llegaron con permisos de trabajo o visas de trabajo que expiraron. Según datos publicados por los diarios israelíes Haaretz o The Jerusalem Post, alrededor de 400 niños con sus familias saldrían de Israel al no cumplir los requisitos fijados por el gobierno. Para Yishai, “el hecho de que un niño de un trabajador extranjero hable hebreo no es suficiente para que se le otorgue la nacionalidad israelí”.
El ministro del Interior ya había causado polémica con sus declaraciones cuando dijo que los trabajadores extranjeros traen enfermedades y anunció su decisión de deportar a aquéllos que no cumplan con los criterios establecidos por su cartera. “Están usando a sus niños para quedarse”, le dijo el funcionario al periodista Yair Lapid, quien escribe para el diario Yediot Aharonoth.
Finalmente, agregó que el asunto va más allá. “¿Una vez se concede un permiso, no autorizaré el de su hermano que tiene dos años? Luego se lo concedo a su hermano. ¿Puedo dejar a los papás de los niños sin uno? Y así llegamos a 3.000 ó 4.000 niños. ¿Y cuántos de los infiltrados por la frontera en el sur son niños? El director de inmigración me dice que esos infiltrados están animando a sus mujeres a quedar embarazadas”.
Sabine Hadad, portavoz del Ministerio del Interior israelí dijo a El Espectador que actualmente se está revisando la documentación que presentaron los trabajadores extranjeros, de acuerdo con lo cual se decidirá quiénes deberán irse. Aún no tiene cifras exactas ni las nacionalidades. Lo claro es que “el gobierno tomó una decisión y habrá que adaptarse a ella”.
Ellos ya no quieren regresar. Muchos abordaron un avión en Bogotá hace varios años con la intención de llegar a Israel y trabajar para reunir el dinero que se necesita para comprar una casa, educar los hijos y vivir sin saldo rojo en la cuenta del banco. Sin embargo, el tiempo pasó a la velocidad frenética de Israel, se casaron, los niños nacieron y algunos aprendieron incluso a comunicarse en hebreo. Cuando terminó la visa de turista que les otorgaron en el aeropuerto israelí, muchos no fueron capaces de irse.
De acuerdo con información suministrada por la sección consular de la Embajada de Colombia en Tel Aviv y basada en un informe de la Cancillería del pasado 30 de junio, de los 7.500 colombianos que viven en Israel, 500 son personas que llegaron y se quedaron en situación migratoria irregular, es decir, sin papeles. Según datos oficiales, en Israel hay cerca de 3.000 colombianos con permiso de trabajo. La mayoría de los colombianos ilegales trabajan en la limpieza o cuidan niños. Esas labores pueden resultar mejor pagadas que incluso trabajar como secretaria.
Alba trabaja en labores domésticas. Esta colombiana cuenta que llegó a Israel hace varios años y aquí se convirtió en mamá. Desde el primer año ha sido ilegal y aunque le gustaría legalizar su situación, dice no saber aún cómo lograrlo. Aunque su hija ya habla bien hebreo y estudia en una escuela local, no reúne todos los criterios del Ministerio del Interior israelí necesarios para recibir la residencia. De acuerdo con ese organismo, los niños que hayan vivido en Israel más de cinco años consecutivos, hablen hebreo y estén como mínimo en primer grado, tienen derecho a quedarse en el país junto a sus papás. El resto de los trabajadores extranjeros debían abandonar el país este jueves, pues este viernes 1° de octubre comienza a regir la nueva ley.
Según las actuales disposiciones de Israel, se otorga la nacionalidad a niños con papá o mamá israelí, a quienes se les haya dado un permiso de residencia o hayan sido naturalizados. Asimismo se concede la nacionalidad a aquellas personas de origen judío o que se hayan convertido al judaísmo a través de un proceso de conversión reconocido por el Estado.
Para el ministro de Interior israelí , Eli Yishai, la medida es justificada porque si el gobierno permite que una persona permanezca ilegalmente en el país está enviando el mensaje equivocado. Y agrega que los extranjeros son un peligro para la existencia de Israel, que es un Estado judío. “Por eso el gobierno se preocupa que los judíos sean mayoría en la población para que no pierda ese carácter”.
Según información suministrada por la organización Hotline for Migrant Workers, más conocida en español como Línea de Atención para los Trabajadores Extranjeros, entre 700 y 1.200 niños en edad escolar y sus padres están en riesgo de ser deportados. Este número incluye a trabajadores provenientes de China, África, Filipinas, Rumania, Colombia, entre otros.
Algunos de ellos llegaron con permisos de trabajo o visas de trabajo que expiraron. Según datos publicados por los diarios israelíes Haaretz o The Jerusalem Post, alrededor de 400 niños con sus familias saldrían de Israel al no cumplir los requisitos fijados por el gobierno. Para Yishai, “el hecho de que un niño de un trabajador extranjero hable hebreo no es suficiente para que se le otorgue la nacionalidad israelí”.
El ministro del Interior ya había causado polémica con sus declaraciones cuando dijo que los trabajadores extranjeros traen enfermedades y anunció su decisión de deportar a aquéllos que no cumplan con los criterios establecidos por su cartera. “Están usando a sus niños para quedarse”, le dijo el funcionario al periodista Yair Lapid, quien escribe para el diario Yediot Aharonoth.
Finalmente, agregó que el asunto va más allá. “¿Una vez se concede un permiso, no autorizaré el de su hermano que tiene dos años? Luego se lo concedo a su hermano. ¿Puedo dejar a los papás de los niños sin uno? Y así llegamos a 3.000 ó 4.000 niños. ¿Y cuántos de los infiltrados por la frontera en el sur son niños? El director de inmigración me dice que esos infiltrados están animando a sus mujeres a quedar embarazadas”.
Sabine Hadad, portavoz del Ministerio del Interior israelí dijo a El Espectador que actualmente se está revisando la documentación que presentaron los trabajadores extranjeros, de acuerdo con lo cual se decidirá quiénes deberán irse. Aún no tiene cifras exactas ni las nacionalidades. Lo claro es que “el gobierno tomó una decisión y habrá que adaptarse a ella”.