El talibán dejó libres a miles de afganos que cometieron delitos contra mujeres
El talibán sacó de la cárcel a miles de hombres, muchos de ellos condenados por delitos de violencia de género, según datos de Amnistía Internacional. La organización advirtió que muchas mujeres sobrevivientes quedaron expuestas a diferentes tipos de violencia, o incluso a la muerte.
El talibán no solo cerró los albergues para las sobrevivientes de violencia de género en Afganistán, también excarceló a miles de hombres, muchos de ellos condenados por delitos contra las mujeres, informó esta semana Amnistía Internacional. Aquí algunas claves del documento publicado por la organización (por si está de afán):
- Amnistía realizó cerca de 30 entrevistas a mujeres sobrevivientes, así como a personas que trabajaron en los albergues. La principal preocupación: muchas quedaron expuestas a diferentes tipos de violencia, o incluso a la muerte.
- Antes de la toma del talibán en Afganistán, las mujeres y niñas sobrevivientes accedieron a una red nacional de albergues y servicios gratuitos, entre ellos representación jurídica, tratamiento médico y apoyo psicosocial. Sin embargo, tras su llegada al poder, el régimen desmanteló el sistema de servicios de protección. “En algunos casos, hostigaron o amenazaron al personal”, se lee en el documento de Amnistía.
- El talibán también excarceló a muchas personas condenadas por delitos de violencia de género. Un abogado le comentó a la organización que, un año antes de la toma en Afganistán, él intervino en la sentencia condenatoria de más de 3.000 perpetradores de violencia contra la mujer.
- “[Los talibanes] excarcelaron a presos allá donde fueron […] ¿Se lo imaginan? Dejaron en libertad a más de 3.000 en todas las provincias de Afganistán en el plazo de un mes”, explicó el abogado a la organización.
- Nueve de cada diez mujeres en ese país sufren de al menos una forma de violencia de género a lo largo de su vida, según datos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán.
¿Qué dice el talibán?
El portavoz talibán Suhail Shaheen dijo a Amnistía Internacional por teléfono: “En el islam no hay lugar para la violencia contra las mujeres y las niñas […] Las mujeres que sufren violencia de género en el ámbito familiar pueden ser remitidas a los tribunales, y los tribunales verán sus casos […] y atenderán sus quejas”. Sin embargo, muchas de las promesas del régimen, han quedado en entredicho.
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En agosto, a las afueras de Kabul, los talibanes cerraron algunas clínicas de mujeres y escuelas para niñas; una realidad que no es de ahora, pues la toma en Afganistán se venía gestando desde hace años.
De hecho, entre 1996 y 2001, cuando los talibanes controlaron por última vez el país, aplicaron una dura interpretación de la ley islámica: las mujeres no podían estudiar, ir al médico, dejarse ver los tobillos y las obligaban a usar burkas, el vestido que las cubre de pies a cabeza; hablar, dar la mano y reír eran pecados castigados con azotes. Quienes violaron las reglas fueron ejecutadas públicamente o apedreadas.
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“En Afganistán, las mujeres y las niñas sobrevivientes de violencia de género han sido abandonadas, básicamente. Su red de apoyo ha sido desmantelada, y sus lugares de refugio prácticamente han desaparecido”, comentó Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, tras la publicación del informe.
¿Sin protección alguna?
Según datos de la organización, el talibán cerró los albergues, y saqueó y ocupó muchos de ellos. “El sistema distaba de ser perfecto, pero atendía a miles de mujeres al año en Afganistán”, se lee en documento publicado por Aminstía Internacional.
¿El resultado? El personal que atendía estos sitios se vio obligado a enviar a muchas mujeres y niñas sobrevivientes de violencia de regreso con sus familias. Incluso, muchas de ellas quedaron sin un hogar.
“Vinimos solo con lo puesto. No tenemos con qué calentarnos y nos vamos a dormir con hambre (...) Mi hermano es mi enemigo, y mi esposo es mi enemigo. Si nos ven a mí y a mis hijos nos matarán”, contó una mujer afgana a la organización.
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“Cuesta creer que los talibanes hayan abierto las prisiones en todo el país, sin pensar en el riesgo que suponen los perpetradores condenados para las mujeres y las niñas a las que victimizaron, y para quienes trabajaron defendiendo a las sobrevivientes”, dijo Agnès Callamard.
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El talibán no solo cerró los albergues para las sobrevivientes de violencia de género en Afganistán, también excarceló a miles de hombres, muchos de ellos condenados por delitos contra las mujeres, informó esta semana Amnistía Internacional. Aquí algunas claves del documento publicado por la organización (por si está de afán):
- Amnistía realizó cerca de 30 entrevistas a mujeres sobrevivientes, así como a personas que trabajaron en los albergues. La principal preocupación: muchas quedaron expuestas a diferentes tipos de violencia, o incluso a la muerte.
- Antes de la toma del talibán en Afganistán, las mujeres y niñas sobrevivientes accedieron a una red nacional de albergues y servicios gratuitos, entre ellos representación jurídica, tratamiento médico y apoyo psicosocial. Sin embargo, tras su llegada al poder, el régimen desmanteló el sistema de servicios de protección. “En algunos casos, hostigaron o amenazaron al personal”, se lee en el documento de Amnistía.
- El talibán también excarceló a muchas personas condenadas por delitos de violencia de género. Un abogado le comentó a la organización que, un año antes de la toma en Afganistán, él intervino en la sentencia condenatoria de más de 3.000 perpetradores de violencia contra la mujer.
- “[Los talibanes] excarcelaron a presos allá donde fueron […] ¿Se lo imaginan? Dejaron en libertad a más de 3.000 en todas las provincias de Afganistán en el plazo de un mes”, explicó el abogado a la organización.
- Nueve de cada diez mujeres en ese país sufren de al menos una forma de violencia de género a lo largo de su vida, según datos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán.
¿Qué dice el talibán?
El portavoz talibán Suhail Shaheen dijo a Amnistía Internacional por teléfono: “En el islam no hay lugar para la violencia contra las mujeres y las niñas […] Las mujeres que sufren violencia de género en el ámbito familiar pueden ser remitidas a los tribunales, y los tribunales verán sus casos […] y atenderán sus quejas”. Sin embargo, muchas de las promesas del régimen, han quedado en entredicho.
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En agosto, a las afueras de Kabul, los talibanes cerraron algunas clínicas de mujeres y escuelas para niñas; una realidad que no es de ahora, pues la toma en Afganistán se venía gestando desde hace años.
De hecho, entre 1996 y 2001, cuando los talibanes controlaron por última vez el país, aplicaron una dura interpretación de la ley islámica: las mujeres no podían estudiar, ir al médico, dejarse ver los tobillos y las obligaban a usar burkas, el vestido que las cubre de pies a cabeza; hablar, dar la mano y reír eran pecados castigados con azotes. Quienes violaron las reglas fueron ejecutadas públicamente o apedreadas.
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“En Afganistán, las mujeres y las niñas sobrevivientes de violencia de género han sido abandonadas, básicamente. Su red de apoyo ha sido desmantelada, y sus lugares de refugio prácticamente han desaparecido”, comentó Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, tras la publicación del informe.
¿Sin protección alguna?
Según datos de la organización, el talibán cerró los albergues, y saqueó y ocupó muchos de ellos. “El sistema distaba de ser perfecto, pero atendía a miles de mujeres al año en Afganistán”, se lee en documento publicado por Aminstía Internacional.
¿El resultado? El personal que atendía estos sitios se vio obligado a enviar a muchas mujeres y niñas sobrevivientes de violencia de regreso con sus familias. Incluso, muchas de ellas quedaron sin un hogar.
“Vinimos solo con lo puesto. No tenemos con qué calentarnos y nos vamos a dormir con hambre (...) Mi hermano es mi enemigo, y mi esposo es mi enemigo. Si nos ven a mí y a mis hijos nos matarán”, contó una mujer afgana a la organización.
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“Cuesta creer que los talibanes hayan abierto las prisiones en todo el país, sin pensar en el riesgo que suponen los perpetradores condenados para las mujeres y las niñas a las que victimizaron, y para quienes trabajaron defendiendo a las sobrevivientes”, dijo Agnès Callamard.
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