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                                                                                                                                  Afganistán: la “segunda madre” que no se abandona ni olvida

                                                                                                                                  Colombia y Ecuador ya tienen afganos viviendo en sus territorios. Ante la llegada de sus compatriotas a Latinoamérica, recomiendan tener traductores y entender que ellos tienen otro estilo de vida, para así lograr una acogida positiva, aunque su paso sea temporal.

                                                                                                                                  Tras una guerra de décadas, los afganos sobrevivientes del conflicto están regados por el mundo y llevan su tierra en la memoria y el corazón.
                                                                                                                                  Foto: AFP - Agencia AFP

                                                                                                                                  Para Abdul Aziz Shakeri, aun en medio del conflicto interno y la violencia armada que vive, Colombia es un lugar en el que siente paz y respira tranquilidad. En cambio Afganistán, su patria y segunda madre, se convirtió en un lugar insostenible para vivir. En 1996, un par de años después de su nacimiento, el talibán tomó control de la capital afgana, estableciendo un régimen del terror hasta 2001.

                                                                                                                                  A partir de entonces, el grupo, desde la clandestinidad y la retaguardia, se reagrupó y perpetró ataques contra objetivos gubernamentales y civiles, teniendo, según se lee en la BBC, presencia en el 70 % del país en 2018. A la par, el aumento de la violencia ejercida por el Estado Islámico acrecentó la guerra en el territorio. Recordando la incertidumbre que significaba salir de su casa, ante el temor de las bombas, Shakeri cuenta que cada mañana oraba y se despedía de sus seres queridos, esperando volver a casa y encontrarlos a todos allí.

                                                                                                                                  Ahora, muchos de ellos están alrededor del mundo, llevando su tierra en la memoria, mientras que otros ya murieron. A la espera de los casi 4.000 afganos que llegarán a territorio colombiano huyendo de su país, en un contexto en el que parece que la vida humana no tiene valor alguno, Shakeri teme que el mundo que sus compatriotas conocieron ya no será posible.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Vea también: Se acerca el fin de las evacuaciones en Afganistán

                                                                                                                                  Mientras conversamos, reconoce que extraña la comida de su patria, como kabuli palaw, mantou y kebab. Cuenta, además, que está dedicado a su negocio de ropa y joyería de Afganistán y otros países asiáticos, como India y Turquía, lamenta haber tenido que abandonar su lugar de origen, pues ni la guerra ha logrado acabar el amor que siente por su patria. Hoy, a kilómetros de distancia, y teniendo a su hermano allá, sufre el terror que vive su país, admitiendo que la tristeza no lo ha dejado dormir y que el agotamiento se ha vuelto constante.

                                                                                                                                  “Quiero a mi país y ese lazo no se rompe, siempre lo llevo conmigo”, confiesa Yabar Bajarami desde Ecuador, otro de los países latinoamericanos que recibirá a los afganos. A pesar de dicho sentimiento, y tras haber dejado Afganistán para vivir algunos años en Pakistán, previo a su estadía en el país suramericano, en donde ya lleva viviendo 18 años, admite que en sus recuerdos permanece la convicción de que en su patria no hay respeto por la vida humana. “Nos preguntamos: ¿por qué nosotros? Por eso llegar a Ecuador fue lindo: por lo menos hay derechos básicos”, agrega.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  La llegada de afganos parece ser un hecho. México ya recibió a un grupo de 124 personas, conformado por reporteros que trabajaban en Afganistán (junto con sus familiares), horas después de acoger a cinco jóvenes afganas de un equipo de robótica. Estando Colombia a la espera de la llegada de otros más y sabiendo que los gastos serán cubiertos por Estados Unidos, la acogida de la población, desde el respeto a sus costumbres y creencias, implica un gran reto para el país. Michelle Barakay, una mujer turca que huyó de su tierra cuando la querían casar con un hombre mayor, después de pasar por varias partes del mundo, llegó a Colombia hace seis años.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Le puede interesar: ¿Podría Colombia recibir a 4.000 refugiados de Afganistán?

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Bajarami, hablando sobre cómo ha sido vivir como afgano y musulmán en un continente ajeno a sus preceptos de vida, confiesa que ha tratado de mantener las costumbres de los rezos y el ayuno, y comenta que la ayuda que se les puede dar a sus compatriotas está, por un lado, en contar con traductores que sirvan de vehículo para la comunicación y, por otro, entender que los estilos de vida son diferentes y que no por ello el encuentro con el otro es negativo. “El estigma es falta de información, no tengan miedo”, agrega.

                                                                                                                                  La cuestión, ahora, está en los miles de afganos que vivirán por un tiempo en Latinoamérica, llevando consigo una identidad que supera los límites geográficos. Ir más allá de los estereotipos de nacionalidad y religión en las conversaciones, para elevarse a discusiones éticas, desde la naturaleza humana, como lo plantea Gabriel Pastor Mallo, magíster en Filosofía Contemporánea y analista internacional, es la tarea a la que nos enfrentamos hoy.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Dolor y muerte, eso es lo que Bajarami y Shakeri ven de aquí en adelante para su tierra. Por eso, el último de ellos contempla con preocupación la inseguridad y la falta de confianza en el otro que hay en Colombia y el primero analiza con sospecha la inestabilidad política que hay a lo largo del continente; hechos que, a pesar de todo, no les restan la tranquilidad con la que han vivido en los últimos años. Según Bajarami, no se puede hablar de un gobierno talibán, pues el grupo llegó al poder a través del temor y la violencia. Además, a su parecer, “Afganistán seguirá en el ojo de las potencias y otras fuerzas estarán interesadas en intervenir allí, dados los recursos que posee el país”. Entre tanto, sin saber quiénes son los afganos que llegarán, vale recordar los versos del poeta palestino Mahmoud Darwish, cuyos escritos expresan el sentimiento de tener que dejar la patria: “Saldréis de una peregrinación para entrar a otra. / Se estreche o no la tierra para nosotros, / andaremos este largo camino / hasta el fin del arco”.

                                                                                                                                  ¿Ya está enterado de las últimas noticias en el mundo? Lo invitamos a ver las últimas noticias internacionales en El Espectador.

                                                                                                                                  Tras una guerra de décadas, los afganos sobrevivientes del conflicto están regados por el mundo y llevan su tierra en la memoria y el corazón.
                                                                                                                                  Foto: AFP - Agencia AFP

                                                                                                                                  Para Abdul Aziz Shakeri, aun en medio del conflicto interno y la violencia armada que vive, Colombia es un lugar en el que siente paz y respira tranquilidad. En cambio Afganistán, su patria y segunda madre, se convirtió en un lugar insostenible para vivir. En 1996, un par de años después de su nacimiento, el talibán tomó control de la capital afgana, estableciendo un régimen del terror hasta 2001.

                                                                                                                                  A partir de entonces, el grupo, desde la clandestinidad y la retaguardia, se reagrupó y perpetró ataques contra objetivos gubernamentales y civiles, teniendo, según se lee en la BBC, presencia en el 70 % del país en 2018. A la par, el aumento de la violencia ejercida por el Estado Islámico acrecentó la guerra en el territorio. Recordando la incertidumbre que significaba salir de su casa, ante el temor de las bombas, Shakeri cuenta que cada mañana oraba y se despedía de sus seres queridos, esperando volver a casa y encontrarlos a todos allí.

                                                                                                                                  Ahora, muchos de ellos están alrededor del mundo, llevando su tierra en la memoria, mientras que otros ya murieron. A la espera de los casi 4.000 afganos que llegarán a territorio colombiano huyendo de su país, en un contexto en el que parece que la vida humana no tiene valor alguno, Shakeri teme que el mundo que sus compatriotas conocieron ya no será posible.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Vea también: Se acerca el fin de las evacuaciones en Afganistán

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  La llegada de afganos parece ser un hecho. México ya recibió a un grupo de 124 personas, conformado por reporteros que trabajaban en Afganistán (junto con sus familiares), horas después de acoger a cinco jóvenes afganas de un equipo de robótica. Estando Colombia a la espera de la llegada de otros más y sabiendo que los gastos serán cubiertos por Estados Unidos, la acogida de la población, desde el respeto a sus costumbres y creencias, implica un gran reto para el país. Michelle Barakay, una mujer turca que huyó de su tierra cuando la querían casar con un hombre mayor, después de pasar por varias partes del mundo, llegó a Colombia hace seis años.

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Bajarami, hablando sobre cómo ha sido vivir como afgano y musulmán en un continente ajeno a sus preceptos de vida, confiesa que ha tratado de mantener las costumbres de los rezos y el ayuno, y comenta que la ayuda que se les puede dar a sus compatriotas está, por un lado, en contar con traductores que sirvan de vehículo para la comunicación y, por otro, entender que los estilos de vida son diferentes y que no por ello el encuentro con el otro es negativo. “El estigma es falta de información, no tengan miedo”, agrega.

                                                                                                                                  La cuestión, ahora, está en los miles de afganos que vivirán por un tiempo en Latinoamérica, llevando consigo una identidad que supera los límites geográficos. Ir más allá de los estereotipos de nacionalidad y religión en las conversaciones, para elevarse a discusiones éticas, desde la naturaleza humana, como lo plantea Gabriel Pastor Mallo, magíster en Filosofía Contemporánea y analista internacional, es la tarea a la que nos enfrentamos hoy.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Dolor y muerte, eso es lo que Bajarami y Shakeri ven de aquí en adelante para su tierra. Por eso, el último de ellos contempla con preocupación la inseguridad y la falta de confianza en el otro que hay en Colombia y el primero analiza con sospecha la inestabilidad política que hay a lo largo del continente; hechos que, a pesar de todo, no les restan la tranquilidad con la que han vivido en los últimos años. Según Bajarami, no se puede hablar de un gobierno talibán, pues el grupo llegó al poder a través del temor y la violencia. Además, a su parecer, “Afganistán seguirá en el ojo de las potencias y otras fuerzas estarán interesadas en intervenir allí, dados los recursos que posee el país”. Entre tanto, sin saber quiénes son los afganos que llegarán, vale recordar los versos del poeta palestino Mahmoud Darwish, cuyos escritos expresan el sentimiento de tener que dejar la patria: “Saldréis de una peregrinación para entrar a otra. / Se estreche o no la tierra para nosotros, / andaremos este largo camino / hasta el fin del arco”.

                                                                                                                                  ¿Ya está enterado de las últimas noticias en el mundo? Lo invitamos a ver las últimas noticias internacionales en El Espectador.

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