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Si usted quiere consumir marihuana legalmente en Uruguay, a partir de hoy puede ir a pedirla a la farmacia. Imagínese la droguería de la esquina de su casa, donde compra acetaminofén. Gracias a la legislación promovida por José Mujica, en 2013, ahora 16 farmacias uruguayas tienen marihuana a la venta.
Eso sí, para acceder a los paquetes de 5 o 10 gramos —la dosis aprobada por el Gobierno—, usted debe hacer primero una de estas dos cosas: registrarse como cultivador o inscribirse en un club supervisado por el Estado, cuya membresía vale 100 euros mensuales. Para arrancar el piloto, 4.771 personas se registraron, quienes además tienen la tranquilidad de que la marihuana que van a adquirir es directamente producida por el Estado, lo que, en teoría, pone un sello de calidad.
“Yo estoy convencido del consejo de Einstein: ‘Cuando tú quieres cambiar las cosas y vuelves a hacer lo mismo, no cambia nada’. Entonces hace tantos años que reprimimos y perseguimos y cada vez estamos peor, que empezamos a pensar otras alternativas. Y por eso uso la palabra experimentar”, le respondió Mujica al diario BBC Mundo, cuando el periodista le preguntó si creía que la legalización es el mejor camino para luchar contra el narcotráfico. También hizo un llamado a la prudencia. “Esto apenas es un experimento”, aseguró. “Para nada es lo que algunos creen: una piedra libre para que la gente salga a consumir drogas o marihuana a tambor batiente”, agregó. En efecto, la ley que permitió la venta de cannabis para uso recreativo incluye más de 100 artículos. No es así como así.
De hecho, Uruguay no es un país al que, por definición, le guste en masa la marihuana. Empecemos por decir que solo viven allí 3,4 millones de personas y únicamente 16.000 afirman que la consumen una vez al año. Lo que sí es Uruguay es un país diferente del resto de América Latina. Ha tomado decisiones importantes antes que cualquier otro país del continente.
Fueron los uruguayos los primeros en aprobar el voto para las mujeres, en 1927. Una ley aprobada en 2002 reguló la prostitución y les dio a las trabajadoras sexuales garantías impensables en otros lugares del mundo, a la fecha. La lista no termina: después de ocho años de apostarle por la energía solar, sigue por el mismo camino. Uruguay es el país más opcionado a convertirse en la primera nación sostenible del planeta. Tanto el derecho al aborto para las mujeres como el matrimonio homosexual son permitidos por la ley.
Y es que a Uruguay le fue relativamente bien en el proceso de conquista y colonización, si comparamos con lo que se vivió en el resto de Latinoamérica.
Tal como escribió Sylvia Colombia para The New York Times, es probable que de ahí venga su pensamiento progresista. Los conquistadores llamaron a Uruguay “tierra de nadie” y la Iglesia católica se interesó muy poco en ese territorio. Dice Colombia que, mientras el resto de nosotros llamamos Semana Santa a esos días festivos del año, en Uruguay los llaman “Semana del Turismo”.
“Los uruguayos tuvieron la fortuna de formar su identidad en ese relativo vacío. Y también la de contar con un puerto que, a pesar de ser más pequeño que el de la poderosa Buenos Aires, les ofrecía el contacto con inmigrantes e ideas de varias partes del mundo”, escribe Colombia.
Sin embargo, a pesar del pensamiento progresista, a Mujica y su gabinete no les tocó fácil. Tabaré Vásquez, el nuevo mandatario del país, se ha mostrado siempre crítico de la legalización y los analistas encontraron esta como una de las razones fundamentales para que la ley tardara tanto en entrar en funcionamiento. Asimismo, las farmacéuticas manifestaron su rechazo, al considerar que “experimentar” —la palabra favorita de Mujica— con la población no es correcto.
Además, estaban preocupadas por su seguridad. Este segundo punto se resolvió con instalación de un botón de pánico —el Estado se encargó de esto— que está conectado con la línea de emergencias de la Policía.
La mayoría de los registrados para este experimento tiene entre 30 y 40 años. Todos son mayores de edad y, de hecho, ya son adultos.
Así, Uruguay es, de nuevo, el primero del continente. Ahora, frente a la legalización de la marihuana. En palabras de Mujica: “A pesar de tener casi 79 años, uno tiene corazoncito y tiene capacidad de soñar. Si fuéramos capaces de descubrir algunos elementos que ayuden y que otras sociedades los tomen, los enriquezcan, les estamos haciendo un aporte. Y esa intención, en el fondo de nuestro corazón, también la tenemos”.