“Alto al genocidio”: la bandera a favor de Palestina que se desplegó por El Campín

Primero fue un recibimiento multitudinario en el Aeropuerto El Dorado, el domingo: varias personas se reunieron en el terminal para darle la bienvenida al equipo chileno Club Deportivo Palestino, que esta noche se enfrentó al local Millonarios, en medio de la Copa Libertadores. Hoy fue el despliegue de una bandera enorme, sobre la carrera 30 de Bogotá, que decía alto al genocidio, a propósito del asedio que vive la Franja de Gaza desde el 7 de octubre, cuando el grupo islamista palestino Hamás atacó a Israel, dejando cerca de 1.200 personas asesinadas y alrededor de 250 secuestradas.

Desde hace siete meses, en medio de la contraofensiva, el Ejército israelí ha bombardeado el enclave, de norte a sur, dejando una cifra de víctimas mortales, en su mayoría civiles, de más de 35.000 personas, de acuerdo con los datos que recientemente dio a conocer el Ministerio de Salud, controlado por Hamás, considerado como grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. Hace apenas unas horas también se supo que, según cálculos de la ONU, unas 450.000 personas han sido desplazadas desde el 6 de mayo, cuando Israel dio la orden de evacuar la zona este de la ciudad sureña de Rafah, un punto clave para la entrada de la ayuda humanitaria, que escasea.

Cerca de 1,4 millones de desplazados internos se encuentran hacinados en dicha zona, en las proximidades con Egipto, donde la semana pasada se supo que Israel tomó control del punto fronterizo del lado palestino. Desde hace varios meses, Israel ha mostrado intención de llevar a cabo una incursión terrestre en Rafah, además de los bombardeos casi diarios que realiza, pues, según el gobierno de Benjamin Netanyahu, ahí están escondidos algunos batallones de Hamás. Estados Unidos ha mostrado su oposición a que algo así ocurra y, entretanto, las negociaciones para alcanzar una tregua parecida a la de noviembre, en la que se logró la liberación de unos rehenes por presos palestinos en Israel, parecen cada vez más estancadas. De hecho, según Catar, país mediador, la operación israelí en Rafah hizo “retroceder” las conversaciones.

Pero Colombia no ha sido el único epicentro de manifestaciones a favor de la causa palestina: las universidades estadounidenses, entre ellas Columbia, NYU, Harvard y muchas más, fueron escenarios de protestas en contra de las acciones de Israel en la Franja, además de que muchos de sus estudiantes empezaron a exigir el cese de los lazos con empresas vinculadas a Israel o con el esfuerzo bélico. En muchas de ellas la Policía incursionó y cientos de estudiantes resultaron detenidos, algunos de los cuales no podrán graduarse o continuar con sus estudios. Se juntó el apoyo a Palestina con la oposición a los arrestos estudiantiles y se propagó una oposición que puede perjudicar al presidente Joe Biden en sus aspiraciones electorales de noviembre.

Pero ahí no acaba la situación: la Policía suiza desalojó este martes a unos 50 estudiantes que ocupaban la Universidad de Ginebra en solidaridad con los palestinos de Gaza. El lunes, tras el fracaso de las negociaciones con los estudiantes, la institución anunció que iba a presentar una denuncia penal por violación de domicilio. En una carta, citada por la AFP, el recinto educativo decía comprender “el apoyo del colectivo hacia las víctimas del conflicto”, pero les pedía que abandonaran las instalaciones y les sugería otras formas de mostrar su solidaridad dentro de la universidad.

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Desde hace siete meses, en medio de la contraofensiva, el Ejército israelí ha bombardeado el enclave, de norte a sur, dejando una cifra de víctimas mortales, en su mayoría civiles, de más de 35.000 personas, de acuerdo con los datos que recientemente dio a conocer el Ministerio de Salud, controlado por Hamás, considerado como grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. Hace apenas unas horas también se supo que, según cálculos de la ONU, unas 450.000 personas han sido desplazadas desde el 6 de mayo, cuando Israel dio la orden de evacuar la zona este de la ciudad sureña de Rafah, un punto clave para la entrada de la ayuda humanitaria, que escasea.

Cerca de 1,4 millones de desplazados internos se encuentran hacinados en dicha zona, en las proximidades con Egipto, donde la semana pasada se supo que Israel tomó control del punto fronterizo del lado palestino. Desde hace varios meses, Israel ha mostrado intención de llevar a cabo una incursión terrestre en Rafah, además de los bombardeos casi diarios que realiza, pues, según el gobierno de Benjamin Netanyahu, ahí están escondidos algunos batallones de Hamás. Estados Unidos ha mostrado su oposición a que algo así ocurra y, entretanto, las negociaciones para alcanzar una tregua parecida a la de noviembre, en la que se logró la liberación de unos rehenes por presos palestinos en Israel, parecen cada vez más estancadas. De hecho, según Catar, país mediador, la operación israelí en Rafah hizo “retroceder” las conversaciones.

Pero Colombia no ha sido el único epicentro de manifestaciones a favor de la causa palestina: las universidades estadounidenses, entre ellas Columbia, NYU, Harvard y muchas más, fueron escenarios de protestas en contra de las acciones de Israel en la Franja, además de que muchos de sus estudiantes empezaron a exigir el cese de los lazos con empresas vinculadas a Israel o con el esfuerzo bélico. En muchas de ellas la Policía incursionó y cientos de estudiantes resultaron detenidos, algunos de los cuales no podrán graduarse o continuar con sus estudios. Se juntó el apoyo a Palestina con la oposición a los arrestos estudiantiles y se propagó una oposición que puede perjudicar al presidente Joe Biden en sus aspiraciones electorales de noviembre.

Pero ahí no acaba la situación: la Policía suiza desalojó este martes a unos 50 estudiantes que ocupaban la Universidad de Ginebra en solidaridad con los palestinos de Gaza. El lunes, tras el fracaso de las negociaciones con los estudiantes, la institución anunció que iba a presentar una denuncia penal por violación de domicilio. En una carta, citada por la AFP, el recinto educativo decía comprender “el apoyo del colectivo hacia las víctimas del conflicto”, pero les pedía que abandonaran las instalaciones y les sugería otras formas de mostrar su solidaridad dentro de la universidad.

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