Así busca el papa hacer justicia a víctimas de abusos
A partir de este jueves y hasta el domingo, los presidentes de 114 conferencias episcopales del mundo discutirán sobre las medidas a tomar para garantizar la protección de los menores en la Iglesia.
redacción internacional
La Iglesia católica nunca, en toda su historia, había vivido un evento como el que empieza hoy en el Vaticano. El papa Francisco sabía que para superar la profunda crisis que vive la institución a raíz de los escándalos de abuso sexual a menores por parte de sacerdotes tenía que convocar un evento de magnitudes inéditas, en el que participaran todos los actores del problema.
La urgencia se debe no solo a las críticas que recaen sobre el pontífice por una supuesta falta de acción para reparar a las víctimas, sino porque las denuncias aumentaron de forma estrepitosa en 2018. Según el diario El País, cada año se reciben entre 400 y 500 casos, pero el año pasado se dispararon a 900, casi todos los denunciantes, varones mayores de 14 años, que aseguraban haber sido violadas por algún funcionario de la institución.
(Le puede interesar: Las exigencias de las víctimas de abusos a la Iglesia)
¿En qué consiste?
En el encuentro, que durará hasta el domingo, estarán presentes los presidentes de 114 conferencias episcopales de todo el mundo, 14 representantes de las iglesias católicas orientales, 12 superiores generales de instituciones y 10 superioras de instituciones femeninas, 10 prefectos de dicasterios vaticanos y otros obispos y expertos, en total 190 personas.
Las expectativas son altas desde todo punto de vista. Por un lado la Iglesia buscará fortalecer la credibilidad institucional y, por el otro, las víctimas exigen resultados palpables de sanción y reparación por sus casos.
El primer día del encuentro, el tema principal a tratar será la responsabilidad de los obispos en su tarea pastoral, espiritual y jurídica, y en las jornadas posteriores se abordará sobre todo la “rendición de cuentas” y se discutirán las soluciones que deben adoptarse de acuerdo con el Derecho Canónico, para concluir con el compromiso de transparencia en los procedimientos internos de la Iglesia.
Durante los días de reunión se presentarán tres exposiciones diarias, tres de ellas por mujeres, dos laicas y una religiosa, a las que seguirán preguntas y respuestas por la mañana y trabajos de grupo por las tardes. Además, habrá lugar para testimonios de víctimas y momentos de oración en apertura y cierre de las jornadas.
“El tiempo de las palabras ha pasado”
El arzobispo Charles Scicluna, investigador y mano derecha del papa en la persecución de curas culpables de este delito, recibió ayer a 11 víctimas en el Instituto Agustiniano, donde se reunieron por más de dos horas.
(Lea también: Abuso sexual: el tema que divide a la Iglesia católica)
Uno de los integrantes del grupo de víctimas era el español Miguel Hurtado, quien denunció los abusos que sufrió por parte de un monje del monasterio catalán de Montserrat y su encubrimiento. Tras la reunión aseguró: “Ha sido una reunión honesta, pero me voy decepcionado, porque no me han presentado un proyecto concreto para luchar con esta pandemia global”.
Otra de las víctimas fue el chileno Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes del cura Fernando Karadima y quien pidió a los obispos de la cumbre que obedezcan al pontífice argentino. “Es muy importante que los funcionarios apliquen las leyes que ya existen, y que están muy claras, pero que no lo hacen”, señaló.
Cruz aseguró que el papa, con quien ya se reunió el pasado año, está haciendo lo que se puede y afirmó que en la reunión las víctimas pidieron “transparencia, que se coopere con la justicia civil y se entregue a los criminales abusadores y a los encubridores”.
Peter Isely, fundador de la asociación Ending Clergy Abuse (ECA) también asistió al encuentro y manifestó su inconformidad por la ausencia de Francisco. “Queremos ser muy claros, eso no estuvo bien. ¿Dónde estaba? ¿Qué sucederá desde el lunes? No tengo ni idea. ¿Más reuniones o debates? ¿Pero cuál es el plan? Hemos hablado del hecho de que es necesario actuar”, aseguró el estadounidense.
¿Funcionará la cumbre?
La Iglesia católica y el papa han hecho énfasis en que si bien el objetivo de la cumbre es avanzar en el problema, se deben ajustar las expectativas a la realidad y entender que la solución no se encontrará en tres días.
Uno de los miembros del comité organizador, el cardenal y arzobispo de Chicago Blase J. Cupich, señaló que lo que se espera es “que los presidentes de las conferencias episcopales entiendan cuáles son sus responsabilidades para evitar que se repita lo ocurrido”.
(Le puede interesar: El silencio sobre los abusos de la Iglesia en España comienza a quebrarse)
El Vaticano también advirtió: “El objetivo de esa reunión será identificar las propuestas presentadas durante el encuentro y las tareas que han de llevarse a cabo para que esas propuestas puedan ponerse en práctica sin dilaciones”.
Por el momento, la posición de la institución no convence. Tanto es así, que Juan Carlos Cruz, junto con otro grupo de víctimas y el apoyo de organizaciones internacionales antipederastia como Survivors Network of those Abused by Priests (Snap) y ECA, se citaron allí mismo para una suerte de “contracumbre”, la cual incluirá una serie de conferencias públicas y marchas en la capital italiana los mismos días que la cumbre oficial.
La Iglesia católica nunca, en toda su historia, había vivido un evento como el que empieza hoy en el Vaticano. El papa Francisco sabía que para superar la profunda crisis que vive la institución a raíz de los escándalos de abuso sexual a menores por parte de sacerdotes tenía que convocar un evento de magnitudes inéditas, en el que participaran todos los actores del problema.
La urgencia se debe no solo a las críticas que recaen sobre el pontífice por una supuesta falta de acción para reparar a las víctimas, sino porque las denuncias aumentaron de forma estrepitosa en 2018. Según el diario El País, cada año se reciben entre 400 y 500 casos, pero el año pasado se dispararon a 900, casi todos los denunciantes, varones mayores de 14 años, que aseguraban haber sido violadas por algún funcionario de la institución.
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¿En qué consiste?
En el encuentro, que durará hasta el domingo, estarán presentes los presidentes de 114 conferencias episcopales de todo el mundo, 14 representantes de las iglesias católicas orientales, 12 superiores generales de instituciones y 10 superioras de instituciones femeninas, 10 prefectos de dicasterios vaticanos y otros obispos y expertos, en total 190 personas.
Las expectativas son altas desde todo punto de vista. Por un lado la Iglesia buscará fortalecer la credibilidad institucional y, por el otro, las víctimas exigen resultados palpables de sanción y reparación por sus casos.
El primer día del encuentro, el tema principal a tratar será la responsabilidad de los obispos en su tarea pastoral, espiritual y jurídica, y en las jornadas posteriores se abordará sobre todo la “rendición de cuentas” y se discutirán las soluciones que deben adoptarse de acuerdo con el Derecho Canónico, para concluir con el compromiso de transparencia en los procedimientos internos de la Iglesia.
Durante los días de reunión se presentarán tres exposiciones diarias, tres de ellas por mujeres, dos laicas y una religiosa, a las que seguirán preguntas y respuestas por la mañana y trabajos de grupo por las tardes. Además, habrá lugar para testimonios de víctimas y momentos de oración en apertura y cierre de las jornadas.
“El tiempo de las palabras ha pasado”
El arzobispo Charles Scicluna, investigador y mano derecha del papa en la persecución de curas culpables de este delito, recibió ayer a 11 víctimas en el Instituto Agustiniano, donde se reunieron por más de dos horas.
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Uno de los integrantes del grupo de víctimas era el español Miguel Hurtado, quien denunció los abusos que sufrió por parte de un monje del monasterio catalán de Montserrat y su encubrimiento. Tras la reunión aseguró: “Ha sido una reunión honesta, pero me voy decepcionado, porque no me han presentado un proyecto concreto para luchar con esta pandemia global”.
Otra de las víctimas fue el chileno Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes del cura Fernando Karadima y quien pidió a los obispos de la cumbre que obedezcan al pontífice argentino. “Es muy importante que los funcionarios apliquen las leyes que ya existen, y que están muy claras, pero que no lo hacen”, señaló.
Cruz aseguró que el papa, con quien ya se reunió el pasado año, está haciendo lo que se puede y afirmó que en la reunión las víctimas pidieron “transparencia, que se coopere con la justicia civil y se entregue a los criminales abusadores y a los encubridores”.
Peter Isely, fundador de la asociación Ending Clergy Abuse (ECA) también asistió al encuentro y manifestó su inconformidad por la ausencia de Francisco. “Queremos ser muy claros, eso no estuvo bien. ¿Dónde estaba? ¿Qué sucederá desde el lunes? No tengo ni idea. ¿Más reuniones o debates? ¿Pero cuál es el plan? Hemos hablado del hecho de que es necesario actuar”, aseguró el estadounidense.
¿Funcionará la cumbre?
La Iglesia católica y el papa han hecho énfasis en que si bien el objetivo de la cumbre es avanzar en el problema, se deben ajustar las expectativas a la realidad y entender que la solución no se encontrará en tres días.
Uno de los miembros del comité organizador, el cardenal y arzobispo de Chicago Blase J. Cupich, señaló que lo que se espera es “que los presidentes de las conferencias episcopales entiendan cuáles son sus responsabilidades para evitar que se repita lo ocurrido”.
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El Vaticano también advirtió: “El objetivo de esa reunión será identificar las propuestas presentadas durante el encuentro y las tareas que han de llevarse a cabo para que esas propuestas puedan ponerse en práctica sin dilaciones”.
Por el momento, la posición de la institución no convence. Tanto es así, que Juan Carlos Cruz, junto con otro grupo de víctimas y el apoyo de organizaciones internacionales antipederastia como Survivors Network of those Abused by Priests (Snap) y ECA, se citaron allí mismo para una suerte de “contracumbre”, la cual incluirá una serie de conferencias públicas y marchas en la capital italiana los mismos días que la cumbre oficial.