Así es Al Bashir, el carnicero de Darfur al que espera la CPI

Sudán acordó que entregará al exdictador Omar al-Bashir, apodado como “el carnicero de Darfur”, a la Corte Penal Internacional en la Haya para que enfrente un juicio por crímenes de guerra y contra la humanidad.

José Luis Paniagua / Efe
11 de febrero de 2020 - 11:43 p. m.
Sudán acordó entregar al autócrata derrocado Omar al-Bashir y otros a la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en Darfur.
Sudán acordó entregar al autócrata derrocado Omar al-Bashir y otros a la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en Darfur.

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Menos de un año después de haber sido depuesto en un golpe de Estado incruento, el dictador Omar al Bashir está más cerca de la Corte Penal Internacional (CPI), el organismo que desde hace más de una década le espera para que rinda cuentas por los crímenes en Darfur que le valieron el apodo de "carnicero".

Gobierno y guerrillas saben que para pasar página en la historia reciente de Sudán hay que pasar página con Al Bashir, el hombre que durante 30 años gobernó con mano de hierro la nación africana y llenó de crímenes el país, con especial saña en Darfur (oeste).

Despiadado y duro, Omar al Bashir resistió tres décadas al conflicto y las sanciones, pero no al agotamiento de sus militares, que le dieron la espalda el año pasado, en medio de un clamor popular que pedía el final de un Gobierno que hace tiempo no iba hacia ninguna parte.

Los mismos militares en los que se apoyó para cometer las atrocidades en Darfur, por las que se le acusa de genocidio, fueron los que terminaron sacándolo del poder. Eso no le ha hecho menguar su altanera y soberbia actitud. Con ropa y turbante blancos sigue caminando desafiante cada vez que ha tenido que ser procesado en un tribunal, donde ya ha recibido su primera condena.

Sin embargo, el bastón que una vez zarandeaba ostentosamente cómo báculo para manifestar su poder y ordenar los ataques de sus acólitos es ahora la excusa para no ir a prisión a los 76 años en un país que no permite cumplir cárcel a partir de los 70. Bashir se fue como gobernó, ordenando el ataque contra civiles en las protestas que durante meses reclamaron soluciones económicas en un país ahogado en la inflación y la falta de suministro.

"Todos somos Darfur", rezaba una pancarta instalada en las concentraciones populares en las inmediaciones de la sede del Ejército, para recordar al "rais" sudanés los crímenes por los que, en la última década, ha sido tratado como un paria por buena parte de la comunidad internacional. Le puede interesar: En medio de protestas, el ejército de Sudán destituyó a su presidente

Al Bashir nació el 1 de enero de 1944 en el seno de una familia humilde de la tribu árabe Yaalín, en la aldea de Hosh Banaqa, situada a unos 150 kilómetros al norte de Jartum, donde el Nilo ya se adentra de lleno en el desierto del Sáhara.

Hizo la carrera militar y ascendió en el escalafón al participar en la guerra del Yom Kipur de 1973, del lado de Egipto, y en los conflictos de su propio país. Respaldado por el Ejército y los partidos islámicos, Al Bashir ascendió al poder mediante un golpe de Estado en 1989 contra el único Gobierno democrático de la historia del país.

Luego impuso la ley islámica, la sharia, agravando el resentimiento de las provincias del sur, de religiones cristiana y animista, y alimentando una guerra que se desató en 1983 y solo se cerró en 2005, con un acuerdo que conduciría a la independencia de Sudán del Sur en 2011.

Pero mientras cerraba el conflicto con el sur, se levantaron los rebeldes de Darfur, a los que aplastó a sangre y fuego, en lo que la Fiscalía de la Corte Penal Internacional describe como "actos de exterminio" de las tribus Fur, Masalit y Zaghawa. La CPI emitió dos órdenes de arresto en su contra, en 2009 y 2010, por crímenes de lesa humanidad y de genocidio, convirtiéndole en un paria en la comunidad internacional.

Desde entonces, Al Bashir solo ha podido viajar a las capitales árabes y a unos contados países africanos, como el caso de Sudáfrica, de donde regresó en 2015 celebrando de forma triunfalista su impunidad ante la CPI, tribunal cuya autoridad desprecia por considerar que está politizado.

En la práctica, el dictador vivía en un régimen de aislamiento desde los años 90 por parte de los países occidentales por haber dado cobijo a terroristas como Osama bin Laden o el venezolano Ilich Ramírez, más conocido como "El Chacal".

Por José Luis Paniagua / Efe

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