Baja popularidad y sorpresivas dimisiones de ministros: la crisis de Macron
La popularidad de Macron pasó de 41% a 31% en menos de un mes. Cada vez más franceses están en desacuerdo con su gobierno, entre ellos, dos de sus ministros que renunciaron sorpresivamente la última semana y que abanderaban la nueva ola política propuesta por el presidente.
/AFP
El presidente francés, Emmanuel Macron, remodeló este martes el gobierno, después de una segunda dimisión sorpresa en una semana que coincide con una abrupta caída de su popularidad.
El actual presidente de la Asamblea Nacional, François de Rugy, de 44 años y exmiembro del partido ecologista EELV, será el nuevo ministro de la Transición Ecológica, tras la dimisión el martes pasado de Nicolas Hulot.
(Ver más: Macron, un año de reformas frenéticas y una imagen de presidente de los ricos)
Hulot -una de las figuras políticas más apreciadas por los franceses e histórico militante ecologista- dimitió la semana pasada al ver frustrada su voluntad de hacer avanzar la lucha contra el cambio climático desde el gobierno.
A su renuncia, se sumó este martes la dimisión inesperada de la ministra de Deportes, Laura Flessel, también una figura popular, y quien justificó su decisión en "motivos personales".
Pero la partida de la excampeona olímpica de esgrima, de 46 años, se produce en un momento en que el deporte francés se muestra preocupado por sus recursos, un año después de que París obtuviera la adjudicación de los Juegos Olímpicos de 2024.
La exnadadora Roxana Maracineanu fue nombrada en reemplazo de Flessel, anunció el Palacio del Elíseo.
(Le recomendamos: En imágenes: así fue el paro nacional contra Macron en Francia)
Con estas dos partidas, Macron pierde a dos ministros procedentes de la sociedad civil, emblemas de una nueva ola política abanderada por el presidente de 40 años, que ascendió al poder con un programa reformista y modernizador.
Además, las dimisiones se producen tras un verano agitado para Macron, debido al escándalo en torno a su exjefe de seguridad, Alexandre Benalla, que fue filmado cuando golpeaba a dos manifestantes durante unas protestas con motivo del 1 de mayo.
Según un sondeo Ifop publicado este martes, el nivel de popularidad de Macron se desplomó espectacularmente en un mes, pasando de 41% a 31% en agosto, el más bajo desde que asumió la presidencia en mayo de 2017.
La imagen del jefe de Estado se resiente además por las dubitaciones acerca de la implementación de una reforma fiscal, que supone cambiar el método de recaudación del impuesto sobre la renta. Aunque es un tema técnico, el asunto afecta al bolsillo de los franceses.
(Ver más: La popularidad de Macron baja tras el estallido del "caso Benalla")
¿Habrá reforma fiscal?
Macron tiene previsto reunirse este martes con el ministro de Cuentas Públicas Gérald Darmanin para decidir si finalmente se adopta o no la reforma.
El plan anunciado por el gobierno consiste en que las empresas debiten a partir del 1 de enero de 2019 el impuesto sobre la renta directamente de los salarios de los trabajadores.
Pero las dudas abundan: desde los temores a un error informático, hasta la resistencia al cambio de las empresas y los sindicatos, pasando por el temor de que la disminución del salario neto disponible cause un shock psicológico que afecte el consumo y por ende al crecimiento económico.
Francia es uno de los pocos países europeos que no utiliza el sistema de retención directa al salario para recaudar el impuesto sobre la renta.
El presidente francés, Emmanuel Macron, remodeló este martes el gobierno, después de una segunda dimisión sorpresa en una semana que coincide con una abrupta caída de su popularidad.
El actual presidente de la Asamblea Nacional, François de Rugy, de 44 años y exmiembro del partido ecologista EELV, será el nuevo ministro de la Transición Ecológica, tras la dimisión el martes pasado de Nicolas Hulot.
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Hulot -una de las figuras políticas más apreciadas por los franceses e histórico militante ecologista- dimitió la semana pasada al ver frustrada su voluntad de hacer avanzar la lucha contra el cambio climático desde el gobierno.
A su renuncia, se sumó este martes la dimisión inesperada de la ministra de Deportes, Laura Flessel, también una figura popular, y quien justificó su decisión en "motivos personales".
Pero la partida de la excampeona olímpica de esgrima, de 46 años, se produce en un momento en que el deporte francés se muestra preocupado por sus recursos, un año después de que París obtuviera la adjudicación de los Juegos Olímpicos de 2024.
La exnadadora Roxana Maracineanu fue nombrada en reemplazo de Flessel, anunció el Palacio del Elíseo.
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Con estas dos partidas, Macron pierde a dos ministros procedentes de la sociedad civil, emblemas de una nueva ola política abanderada por el presidente de 40 años, que ascendió al poder con un programa reformista y modernizador.
Además, las dimisiones se producen tras un verano agitado para Macron, debido al escándalo en torno a su exjefe de seguridad, Alexandre Benalla, que fue filmado cuando golpeaba a dos manifestantes durante unas protestas con motivo del 1 de mayo.
Según un sondeo Ifop publicado este martes, el nivel de popularidad de Macron se desplomó espectacularmente en un mes, pasando de 41% a 31% en agosto, el más bajo desde que asumió la presidencia en mayo de 2017.
La imagen del jefe de Estado se resiente además por las dubitaciones acerca de la implementación de una reforma fiscal, que supone cambiar el método de recaudación del impuesto sobre la renta. Aunque es un tema técnico, el asunto afecta al bolsillo de los franceses.
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¿Habrá reforma fiscal?
Macron tiene previsto reunirse este martes con el ministro de Cuentas Públicas Gérald Darmanin para decidir si finalmente se adopta o no la reforma.
El plan anunciado por el gobierno consiste en que las empresas debiten a partir del 1 de enero de 2019 el impuesto sobre la renta directamente de los salarios de los trabajadores.
Pero las dudas abundan: desde los temores a un error informático, hasta la resistencia al cambio de las empresas y los sindicatos, pasando por el temor de que la disminución del salario neto disponible cause un shock psicológico que afecte el consumo y por ende al crecimiento económico.
Francia es uno de los pocos países europeos que no utiliza el sistema de retención directa al salario para recaudar el impuesto sobre la renta.