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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió cumplir con los objetivos de la guerra contra Hamás en Gaza y contra Hezbolá en Líbano, que calificó de “misión sagrada”, en el primer aniversario del ataque más mortífero de la historia reciente del país.
En un mensaje difundido en televisión, Netanyahu, declaró que los “objetivos de la guerra” fueron definidos e incluyen “derrocar a Hamás (que gobierna Gaza)” y “traer a casa a todos los rehenes, tanto los vivos como los muertos”.
“Estamos en vías de alcanzarlos”, sostuvo. “Se trata de una misión sagrada y no nos detendremos hasta conseguirlo”, añadió el primer ministro, que prometió seguir “luchando”. Aseguró que Israel estaba cambiando “la realidad” en el terreno para que no hubiera más ataques como el del 2023.
Mientras Israel estaba de luto, el movimiento islamista palestino Hamás y el libanés Hezbolá, su aliado, lanzaron salvas de cohetes contra su territorio. El ejécito israelí, a su vez, bombardeó nuevamente la Franja de Gaza y Líbano.
Para el martes 8 de octubre, Israel aseguró que intensificó su ofensiva terrestre contra el movimiento islamista proiraní Hezbolá en el sur de Líbano, tras haber desplegado más tropas y pedir a la población que evacúe la zona costera.
“Ayer (lunes), la División 146 inició operaciones limitadas, localizadas y selectivas contra objetivos terroristas e infraestructuras de Hezbolá en el suroeste de Líbano”, indicaron los militares en Telegram.
El ejército también informó de nuevos bombardeos contra “objetivos terroristas de Hezbolá” en el sur Beirut, bastión de la milicia.
Tras haber debilitado a Hamás en su ofensiva destructora en Gaza, el ejército israelí desplazó a mediados de septiembre el grueso de sus operaciones hacia Líbano para combatir a Hezbolá, que abrió un frente el 8 de octubre de 2023 contra Israel en apoyo al movimiento palestino.
Israel quiere alejar a los milicianos proiraníes de sus zonas fronterizas, para reducir las hostilidades y permitir que regresen a casa unos 60.000 habitantes del norte que huyeron de la violencia.
Tras casi un año de fuego cruzado transfronterizo, el ejército israelí empezó el 23 de septiembre a bombardear masivamente los feudos de Hezbolá en el sur y este de Líbano, y en los suburbios del sur de Beirut. En uno de esos ataques murió el líder del movimiento, Hasan Nasralá.
El 30 de septiembre, el ejército lanzó una ofensiva terrestre en el sur de Líbano, donde tiene desplegadas actualmente cuatro divisiones, 24 años después de la retirada de sus tropas en el lugar, ocupado durante dos décadas.
Pero, a pesar de estos intensos bombardeos, la milicia chiita asegura que su situación es “buena”.
“Cada día nos anotamos numerosos éxitos: cientos de cohetes [disparados], decenas de drones, un gran número de colonias y ciudades [israelíes] bajo el fuego de los cohetes de la resistencia (...) puedo garantizarles que nuestras capacidades siguen siendo buenas, contrariamente al enemigo, que pretende habernos debilitado”, dijo el Naim Qasem, número dos del grupo.
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