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El 1 de febrero las fuerzas armadas de Birmania, lideradas por Min Aung Hlaing, de 64 años, el hombre más poderoso del país. Acusado de abusos sistemáticos contra los derechos humanos y de una fiebre de poder desmedida, este general no tuvo problema en sumir al país, de nuevo, en un régimen militar, condenado por la comunidad internacional.
Una vez tomó el poder envió a prisión a la líder birmana y premio Nobel de Paz, Aung San Suu Kyi, quien fue condenada a prisión por la compra “ilegal” de unos intercomunicadores. Según el militar violó normas comerciales y la envió a prisión domiciliaria. Detrás de todo está las intenciones del militar de quedarse con todo el poder, algo que se frustró en las elecciones de noviembre del año pasado cuando su partido perdió y fue el de Aung San Suu Kyi el que ganó las mayorías.
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Incapaz de aceptar la derrota, denunció fraude y, ante la falta de pruebas, se tomó el poder a la fuerza. Con un efecto que no esperaba, el liderazgo de San Suu Kyi se consolida con el paso de los días, después de haber sido criticada por su papel pasivo durante la masacre de los rohinyás, también coordinada por el general Min Aung Hlaing.
En otra jugada, un tribunal de Birmania presentó nuevos cargos contra la líder depuesta Aung San Suu Kyi, cuando se cumple un mes del golpe militar y en medio de más protestas, a pesar de la muerte de una veintena de manifestantes el domingo.
Nadie había visto a Suu Kyi desde el golpe del pasado 1 de febrero, pero hoy uno de sus abogados pudo verla a través de la videoconferencia en la que compareció en aparente buen estado de salud ante el tribunal en la capital, Naipyidó, indicó a Efe Khin Maung Zaw, miembro de su equipo de defensa.
Las claves del golpe (si está de afán)
- El 1 de febrero, el ejército de Birmania dio un golpe de Estado. El que planeó la toma del poder fue el hombre más poderoso del país, general y comandante en Jefe de los militares: Min Aung Hliang.
- El poder estaba en manos del gobierno civil de Aung San Suu Kyi, la Nobel de Paz y líder más conocida del país, al frente del país desde 2018.
- El golpe se venía gestando desde las elecciones generales de noviembre, cuando los militares perdieron en las urnas y fue le partido de Aung San Suu Kyi, el que obtuvo la mayoría parlamentaria. El 1 de febrero comenzaba justo la nueva legislatura.
- Los militares han sembrado el miedo entre los birmanos, que han sufrido tres golpes de Estado en su historia. Aún así han sallido a protestar por la toma del poder por parte de los militares. Van 30 muertos.
Lo coordinó el general
El tribunal acusó a Suu Kyi, de 75 años y quien se encuentra detenida desde el día del levantamiento militar, de vulnerar el artículo 505(b) del Código Penal, que castiga la publicación de mensajes que inciten “miedo o alarma” o que alguna persona cometa algún crimen contra el Estado, así como de violar la Ley de Telecomunicaciones.
El pasado 3 de febrero, la nobel de la paz y líder de facto del país fue acusada de la importación ilegal de un dispositivo telefónico y 14 días más tarde de un delito relacionado con la ley de desastres naturales a causa de la pandemia de COVID-19.
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Los cargos pueden suponer una condena de varios años de cárcel para Suu Kyi, antigua consejera de Estado y exministra de Exteriores.
Khin Maung Zaw agregó que el presidente derrocado Win Myint, también detenido desde el 1 de febrero, fue acusado igualmente de vulnerar el artículo 505(b).
Nuevas protestas
La comparecencia se produjo mientras los birmanos volvieron a salir a las calles este lunes para protestar contra el golpe y pedir la liberación de Suu Kyi y el resto de los detenidos, en desafío a las fuerzas de seguridad, que el domingo mataron a disparos a una veintena de manifestantes en el día más sangriento de las protestas.
Algunas personas en primera línea se protegían con cascos de plástico y rudimentarios escudos para desafiar un día más a las autoridades, que ayer dispararon munición real en al menos siete ciudades contra el movimiento pacífico de oposición.
“Abajo el régimen militar”, son algunas de las proclamas que entonan los manifestantes, quienes prometen “luchar hasta el final”, conforme a los vídeos de medios locales que retransmiten en directo las protestas.
Este lunes, la Policía lanzó botes de gas lacrimógeno en las calles de Rangún, antigua capital y ciudad más poblada, mientras que varios medios locales informan además del despliegue sobre el terreno de militares en tareas de apoyo a la Policía.
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La Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania indicó en su última actualización que durante el domingo se registraron víctimas mortales en al menos las ciudades de Rangún, Mandalay, Dawei, Bago, Magwe, Pakokku y Kyaukse, además de 200 personas que resultaron heridas.
Con las muertes del domingo se elevan a 30 las víctimas mortales desde el golpe militar, conforme a las cifras de la AAPP, en medio de protestas por diversas ciudades del país que han llegado a reunir a centenares de miles de personas.
El relator especial de Naciones Unidas para Birmania, Tom Andrews, condenó la violencia y reclamó una acción más severa contra el Ejército, como sanciones específicas y coordinadas contra los responsables del golpe de Estado y contra los negocios de los militares, además de un embargo global de armas contra el país.
En este sentido, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá ya han impuesto sanciones a los líderes castrenses birmanos y a las empresas que dependen del Ejército, mientras que la Unión Europea está estudiando hacer lo mismo.
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Los vecinos de Birmania, incluidos sus 9 socios en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), han sido menos contundentes en condenar el golpe militar, aunque sí han pedido la liberación de Suu Kyi y los otros detenidos y el respeto a los manifestantes.