Boicot a los Olímpicos de China: ¿La politización del deporte?
Además de rechazar la represión de China contra los uigures, hay otros asuntos políticos por los que los países decidirán si unirse o no al boicot: la guerra comercial, la independencia de Taiwán e incluso el desarrollo de misiles nucleares.
María Paula Ardila
Los Olímpicos de 1968 nos dejaron una imagen icónica: los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos levantaron los puños en el podio de esos Juegos en México. Un símbolo del poder negro y de la lucha por los derechos civiles de las minorías en su país. El antecedente: una amenaza de boicot a los Juegos de ese año que funcionó para rechazar la segregación racial y la discriminación. En ese momento, más de 40 países presionaron al Comité Olímpico Internacional (COI) para frenar la participación de la Sudáfrica del Apartheid en las Olimpiadas mexicanas.
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Los Olímpicos de 1968 nos dejaron una imagen icónica: los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos levantaron los puños en el podio de esos Juegos en México. Un símbolo del poder negro y de la lucha por los derechos civiles de las minorías en su país. El antecedente: una amenaza de boicot a los Juegos de ese año que funcionó para rechazar la segregación racial y la discriminación. En ese momento, más de 40 países presionaron al Comité Olímpico Internacional (COI) para frenar la participación de la Sudáfrica del Apartheid en las Olimpiadas mexicanas.
Toda esa escena cobra relevancia tras el anuncio de EE. UU. de un boicot diplomático a los Juegos de Pekín del próximo año. Una represalia a la que se unieron Australia, Reino Unido y Canadá para rechazar la represión de China contra los uigures y otras minorías étnicas musulmanas en la región de Xinjiang. Organizaciones de derechos humanos señalan al gobierno chino de genocidio, detenciones masivas, abuso, violencia sexual, uso forzado de anticonceptivos y esterilizaciones.
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La presión contra el gobierno de Xi Jinping tomó más fuerza tras las denuncias de la tenista Peng Shuai, quien desapareció varios días luego de señalar al exviceprimer ministro Zhang Gaoli de abuso sexual. Pero, ¿funcionará esta vez un boicot diplomático?
Para Kurt Streeter, columnista de deportes de The New York Times, la decisión del presidente estadounidense, Joe Biden, fue un acierto: “Imagínese la señal de reverencia enviada por el mandatario de EE. UU. si hubiera asistido a los Juegos de Pekín, como lo hizo el presidente George W. Bush cuando China organizó los Juegos Olímpicos en 2008, una medida que dio legitimidad a una nación involucrada en una brutal represión en el Tíbet”.
Una decisión de EE. UU. que, además, va por la misma línea de confrontación directa, a través de una guerra comercial que planteó Donald Trump. “Biden es consciente de que la administración de Trump, si bien fue caótica, hizo un cambio que no se puede pasar por alto. Y es que, a nivel interno, en Estados Unidos se espera que haya una mayor presión de la que hubo en el pasado sobre las acciones de China. Y ahora el deporte es parte de ese nuevo escenario de confrontación entre ambos países”, explicó Rafael Piñeros, profesor de la Universidad Externado.
Sin embargo, hay dudas sobre si la decisión de Biden será suficiente para presionar a China. Y es que la historia nos ha dado varios ejemplos de boicots fallidos.
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En 1980, el presidente Jimmy Carter encabezó el boicot contra los Juegos de Moscú. Toda la junta del Comité Olímpico de Estados Unidos respaldó la decisión en respuesta a la invasión soviética de Afganistán, en diciembre de 1979. Al final, unos 60 países se unieron a la medida y no viajaron a la Olimpiada. “En retrospectiva, queda muy claro que la decisión de no enviar un equipo a Moscú no tuvo ningún impacto en la política global de la época y, en cambio, solo los perjudicó a ustedes, atletas estadounidenses, que se habían dedicado a la excelencia”, escribió en 2020 Sarah Hirshland, directora ejecutiva del Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos.
Sin embargo, Piñeros explica que hay una diferencia clave entre la decisión de Biden y los boicots de los años 80: “Esta vez los atletas no van a dejar de competir. Sabemos que un profesional del deporte se prepara cuatro años para cinco minutos de gloria, por lo que, por cuestiones políticas, no le pueden quitar la posibilidad de batir su marca y representar a su país”, sostuvo el experto, quien agregó que el boicot diplomático funciona como un punto intermedio, “y es señalar el inconformismo político por las acciones que lleva a cabo China”.
Con todo y eso, para Patrick Wintour, editor de temas diplomáticos y política de The Guardian, hay otros asuntos cruciales que no pueden dejarse de lado a la hora de elegir las peleas con Xi Jinping. “Con temas como la libertad de navegación en el mar del Sur de China, la independencia de Taiwán, la represión en Hong Kong o el avance inesperado de China en misiles nucleares hipersónicos en juego, puede parecer imprudente ofender a Pekín por cuestiones relativamente triviales como el número de dignatarios de Estados Unidos que van a ver a John Shuster competir para retener su oro en el curling estadounidense de 2018″, escribió el experto en ese diario británico.
Y aquí es clave entender qué hay detrás de la decisión de otros países de sumarse al boicot (o de no hacerlo). “A pesar de que China y Australia tuvieron muy buenas relaciones hace unos 20 años, China ve con preocupación no solo cómo ese país se acerca a Estados Unidos, sino también cómo el proyecto de submarinos nucleares (que causó tensiones hace unos meses con Francia) puede ser peligroso para sus intereses en materia de seguridad”, comentó Piñeros.
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¿A qué hay que ponerle atención? A si los países de la Unión Europea se unen al boicot diplomático. “El cambio en la política alemana, por ejemplo, puede generar que tal vez para Olaf Scholz, que acaba de llegar, sea riesgoso generar un bloqueo a los múltiples intereses de las compañías alemanas en ese país”, sostuvo Rafael Piñeros.
De hecho, Francia y Alemania ya sentaron una posición clara: ambos aseguran que la violación de derechos humanos en China debe ser condenada, pero insisten en que un boicot diplomático no es la respuesta correcta. “El deporte es un mundo en sí mismo que debe protegerse de la interferencia política”, comentó el ministro de Educación francés, Jean-Michel Blanquer. Incluso, la Confederación Olímpica de Deportes de Alemania sostuvo que un escenario como el de los Juegos de 2022 debería ser aprovechado para discutir temas como el de las libertades civiles.
Todo esto, en un escenario en el que China se está tomando muy en serio ese tipo de desaires. “Si el gobierno Xi Jinping ha mostrado un rasgo recientemente, es su determinación de tomar represalias si siente que ha sido tratado injustamente”, agregó Wintour.
¿Funcionará el boicot diplomático?
Kurt Streeter dice que no será suficiente. Sí, es un comienzo, pero los patrocinadores también deben actuar. “Luego de conversar con Clare Egan, la biatleta estadounidense, ella destacó el complejo papel de las grandes empresas en los Juegos Olímpicos. Los atletas y los equipos reciben una financiación crucial de las corporaciones. Al mismo tiempo, las corporaciones también ayudan a pagar los Juegos y los utilizan para marketing, y ejercen una gran influencia”. En otras palabras, Streeter dice que las corporaciones están anteponiendo las ganancias a la moralidad.
Sin embargo, otros recuerdan la naturaleza de los Juegos: “Los líderes del G20 en su reunión en Roma declararon conjuntamente que miran hacia los Juegos Olímpicos de Invierno y Paralímpicos de 2022 como una oportunidad de competencia para los atletas de todo el mundo, y que además funcionan como símbolo de la resiliencia de la humanidad”, se lee en el artículo de Wintour.
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