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China, único país en nombrar a un embajador en Afganistán desde la vuelta al poder de los talibanes, cuyo gobierno no está reconocido internacionalmente, aprovecha el vacío dejado por las potencias occidentales para acelerar su estrategia económica en su vecino de Asia central.
Pekín mantiene relaciones con un país que está ampliamente considerado como un paria en el mundo, con reuniones ministeriales, discusiones sobre el auge del comercio bilateral y una gigantesca inversión china en cobre o la apertura de una carretera entre ambos países.
“Estados Unidos le ha dado totalmente la espalda a Afganistán, la Unión Europea permanece inflexible sobre los ataques a los derechos de las mujeres afganas, mientras que los chinos se dicen ‘es nuestro turno’”, explica un exdiplomático familiarizado con este país.
“Fundamentalmente, a China le dan igual los derechos de las mujeres, no va a poner condiciones si su intención es acercarse al régimen talibán”, estima Valérie Niquet, de la Fundación para la Investigación Estratégica en París.
En la esfera diplomática, China otorgó su apoyo a Afganistán a finales de diciembre, siendo el único de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, junto con Rusia, en abstenerse durante la votación de una resolución sobre el nombramiento de un enviado especial.
El Ministerio chino de Relaciones Exteriores intentó en diciembre minimizar el alcance del nombramiento del embajador Zhao Xing en Kabul, con la esperanza de que Afganistán respondiera “mejor a las expectativas de la comunidad internacional”.
Pero el método chino —un intercambio de embajadores sin reconocimiento oficial— permite a Pekín mantener relaciones diplomáticas con un país aislado, cuyos bienes están congelados en Occidente y sus dirigentes se encuentran bajo sanciones internacionales.
El Emirato islámico de Afganistán “es un terreno difícil, pero la característica de los chinos es la de ir ahí donde nadie va, intentando obtener ventajas”, apunta Valérie Niquet.
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Recursos naturales
“Los vastos recursos naturales de Afganistán, como el cobre, el litio o las tierras raras tienen un enorme potencial económico para China”, subraya por su parte Jalal Bazwan, profesor en Ciencias Políticas en la Universidad Kardan, en Kabul.
Desde su llegada en diciembre, el embajador de Afganistán en Pekín, Bilal Karimi, mantuvo discusiones con la compañía pública china MCC sobre Mes Aynak, el segundo mayor yacimiento de cobre del mundo, a 40 kilómetros de Kabul.
MCC obtuvo en 2008, bajo el gobierno de Hamid Karzai, los derechos de explotación por 3.500 millones de dólares.
El proyecto se vio paralizado por la guerra y la inseguridad, así como por el hallazgo de un inestimable sitio arqueológico búdico.
“Estamos negociando con los chinos”, declara a la AFP Hamayoon Afghan, portavoz del Ministerio de Minas.
“Estos bienes históricos son un tesoro cultural para Afganistán, su identidad”, dice, 23 años después de que los talibanes dejaran al mundo estupefacto al dinamitar las estatuas de los budas de Bamiyán.
Una comisión interministerial afgana estudia una propuesta de MCC para escavar a 800 metros de profundidad con el objetivo de alcanzar los filones de cobre sin dañar el sitio en la superficie.
China tiene igualmente en la mira el petróleo afgano. Desde la renegociación en enero de 2023, por 25 años, de un antiguo contrato en la cuenca de Amu, en el noroeste del país, la extracción comenzó en 18 pozos, indica Hamayoon Afghan.
Empresas chinas también han hecho saber su intención de invertir 500 millones de dólares en energía solar en Afganistán.
Nuevas rutas de la seda
La integración de Afganistán en el proyecto de nuevas rutas de la seda, con ejes de carreteras, ferroviarios y marítimos entre China, Asia central y Europa, está en discusión.
Se está construyendo una ruta de 300 km que unirá el Badajshán, en el noreste, en la frontera china, indicó a la AFP el portavoz del Ministerio de Obras Públicas, Ashraf Haqshanas.
Ambos países comparten una frontera de solo 76 km y este eje permitirá el auge del comercio, que se sitúa en 1.500 millones de dólares por año.
“La posición estratégica de Afganistán en la iniciativa del Cinturón y la Ruta, lo convierte en un socio atractivo”, considera Bazwan.
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