China como mediadora entre Irán y Arabia Saudita, otro revés para EE. UU.
Para los analistas, Pekín se está abriendo paso como un jugador diplomático confiable y de peso, en detrimento de la posición global de Estados Unidos. Sin embargo, persisten retos, como que el acuerdo entre los dos países de Medio Oriente sea sostenible y posibles sanciones futuras por parte de Washington.
Irán, de mayoría chiita, y Arabia Saudita, de mayoría sunita, anunciaron el viernes su intención de restablecer las relaciones diplomáticas interrumpidas en 2016. Teherán y Riad habían roto los lazos por decisión de esta última luego de los ataques a sus misiones diplomáticas en el país persa, que, a su vez, prosiguieron a la ejecución en la capital saudí del clérigo chiita Nimr Al Nimr.
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Irán, de mayoría chiita, y Arabia Saudita, de mayoría sunita, anunciaron el viernes su intención de restablecer las relaciones diplomáticas interrumpidas en 2016. Teherán y Riad habían roto los lazos por decisión de esta última luego de los ataques a sus misiones diplomáticas en el país persa, que, a su vez, prosiguieron a la ejecución en la capital saudí del clérigo chiita Nimr Al Nimr.
En medio de la normalización bilateral entre los dos países, potencias petroleras y de gran influencia en Medio Oriente, hay, sin duda, un tercero triunfante: China. El gigante asiático medió y prestó su territorio para las negociaciones, cuyo resultado se materializaría en los próximos dos meses, según lo anunciado. El éxito de Pekín, por lo demás, ha sido leído como un revés para la influencia internacional de Estados Unidos.
El canciller chino, Wang Yi, no tardó en celebrar el anuncio y, por supuesto, resaltar el papel de su país en el resultado. “Como mediador confiable y de buena fe, China ha cumplido fielmente sus deberes. Continuaremos desempeñando un papel constructivo en el manejo adecuado de los problemas candentes en el mundo de hoy “, dijo.
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“La mediación de China entre Irán y Arabia Saudita aumenta la percepción de que China es un poder cada vez más influyente”, estima Camilo Defelipe, especialista en Asia de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana. El acuerdo alcanzado no es menor justo cuando Pekín, además, busca ser facilitador de una salida negociada de la guerra en Ucrania.
Los intereses de China
La apuesta por la paz, por supuesto, no es nueva ni está exenta de intereses. Como resalta David Mauricio Castrillón Kerrigan, profesor e investigador de la Universidad Externado, el anuncio tuvo antecedentes como la visita del presidente Xi Jinping a Irán justo cuando las medidas anti-COVID se flexibilizaron, así como el presidente iraní fue recibido en suelo chino.
La estabilidad en Medio Oriente, por otro lado, es clave para Pekín, gran importador de los hidrocarburos que mantienen a flote su economía y, en general, por ser de los principales socios comerciales de los países de la región.
Un poco en la misma clave ha sido leída la voluntad de China por mediar en la guerra entre Rusia y Ucrania, que el pasado 24 de febrero cumplió un año: no solo porque ambos países son grandes proveedores de los alimentos y la energía que el gigante asiático necesita, sino porque en juego también están los principios de integridad territorial justo cuando Pekín reclama soberanía sobre Taiwán.
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Estados Unidos, eclipsado
Las movidas chinas, señala Defelipe, van en detrimento de Estados Unidos, cuya “imagen de potencia global se ha visto afectada por su fracaso reciente en Afganistán [de donde se retiró definitivamente en agosto de 2021] y su pérdida de liderazgo ideológico global. En este sentido, de momento China obtiene un dividendo de imagen muy favorable”.
Castrillón coincide y señala el vacío que ha dejado Washington en la escena internacional particularmente desde las políticas “aislacionistas” del expresidente republicano Donald Trump, que sacó a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, y posteriormente con el demócrata Joe Biden, que dio por concluida la retirada de las tropas del suelo afgano.
Para el analista, está quedando en evidencia que Estados Unidos “no puede hacerlo todo al mismo tiempo. No es la potencia que era hace una o dos décadas, está dividido internamente y tiene menores capacidades tanto militares como económicas. Mientras tanto, vemos una transición hacia un mundo más multipolar en el que Estados Unidos debe compartir el escenario con otros, como China”.
Los retos del acuerdo
“Si esta mediación llegara a tener repercusiones favorables para la pacificación de Yemen [en donde Arabia Saudira e Irán apoyan a bandos distintos] y si la futura mediación entre Rusia y Ucrania llegara a acuerdos de paz duraderos, la iniciativa de seguridad global de China formulada en 2022 y la confianza en Pekín como mediador diplomático en otros conflictos se verían validados, y con ello incluso Pekín se podría convertir a los ojos de otros países en una especie de referente moral en política exterior”, agrega Defelipe.
Sin embargo, no todo está saldado. El restablecimiento de relaciones, que incluye, por ejemplo, reabrir las embajadas en las próximas semanas, debe llegar a buen puerto y ser sostenible para poder cantar victoria. En palabras del analista, queda un “camino largo por recorrer” antes de que se materialice una “paz estructural” en la región.
Explica que, además, Arabia Saudita podría ser objeto de sanciones por parte de Estados Unidos o retaliaciones por parte de Israel. “Esto es algo que además sería de esperar, pues en realidad tendría como objetivo hacer retroceder a Riad para impedir que Pekín le quite a Washington su rol como actor ordenante del Medio Oriente”.
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Ya con la iniciativa de acercamiento de China a la cuestión ucraniana quedaron en evidencia los intentos de descrédito por parte de Occidente, particularmente desde Estados Unidos y la OTAN, frente a la voluntad de Pekín. De nuevo, se trató de una respuesta esperable frente a la virtual inminencia de un cambio en el orden global.
Un mundo multipolar
La creciente influencia china, que también es una preocupación de Estados Unidos en América Latina, es lo que hace a los analistas hablar de un nuevo mundo multipolar, en contraposición a la “unipolaridad” que durante las últimas décadas, particularmente la segunda mitad del siglo XX, había estado representada en Washington.
Para Castrillón, este nuevo escenario significa un lugar más “representativo de la diversidad del mundo, en el que no solo tienen voz los países más ricos del norte global, sino en donde hay otras posturas e ideas”.
Sin olvidar que estamos ante una realidad de problemas que requieren de una acción coordinada, como por ejemplo la crisis climática. “Se requiere una contribución de todas las partes, como lo han demostrado la pandemia o el cambio climático. Estados Unidos no se puede salvarse a sí mismo, sino que son cuestiones que requieren del multilateralismo. Ahí China tiene un rol por cumplir, y Estados Unidos también es importante en esto”, concluye.
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